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Tarde para El Corredera

La nueva propuesta de Ley de Memoria Democrática declarará “nulos de pleno derecho” los juicios sin garantías del franquismo | La medida resarce la injusticia sufrida por cientos de canarios como el histórico Juan García Suárez ejecutado hace 51 años

Juan García Suárez, El Corredera.

Juan García Suárez ‘El Corredera’ escoltado por la Guardia Civil tras ser detenido. La Provincia

“En la prisión provincial fue cumplida la sentencia de pena de muerte a garrote vil contra Juan García Suárez “el Corredera”, que hace varios años dio muerte en la ciudad de Telde a un carnicero y más tarde hizo frente a la fuerza pública, matando a un guardia municipal e hiriendo a otro. Antes de la ejecución confesó y comulgó”.

Bajo el título Sentencia Cumplida publicaba el diario La Mañana esta nota firmada por Cifra sobre la ejecución del teldense, el último reo condenado a morir mediante garrote vil durante la dictadura de Francisco Franco que fue ejecutado la madrugada del 19 de octubre de 1959 en Las Palmas de Gran Canaria convertido ya en un referente de la lucha antifascista en Canarias y el resto de España (y también del mundo –“se llegó al extremo en algunos de los casos de desdibujar su figura con desacierto procurando convertirlo en un perfil semejante al del Che Guevara o Salvador Puig Antich”, explica el escritor y abogado Gustavo Socorro, autor de El Corredera, aquel fugitivo de leyenda, el libro más ambicioso sobre el represaliado) A punto de que se cumpla el mes que viene cincuenta y un año de aquel atroz crimen el mítico Juan el Nuestro, que es como se conocía popularmente al Corredera, será uno de los miles de ciudadanos resarcido con la Ley de Memoria Democrática, cuyo anteproyecto fue aprobado esta semana en el Consejo de Ministros y que entre otras medidas prevé declarar "nulos de pleno derecho" los juicios sin garantías del franquismo, transformar el Valle de los Caídos en un cementerio civil, crear un censo nacional de víctimas y dotar al Estado de recursos para exhumar restos de fosas comunes.

Tras casi 22 años prófugo de la Justicia, El Corredera fue capturado en mayo de 1958 en los montes de La Culata tras resultar gravemente herido

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Le aplicaron leyes derogadas, lo acusaron de un delito que había prescrito, lo condenaron en la jurisdicción militar cuando le correspondía la civil -fue acusado de rebelión militar por unos hechos cometidos, supuestamente, en 1936, cuando el Código de Justicia Militar preveía que ese delito quedaba prescrito a los 20 años-, le endosaron el agravante de embriaguez cuando era rotundamente falso. “Como me expresaba Pedro Lezcano en nuestras conversaciones en su casa de Santa Brígida: “la historia de Juan García es la historia de un héroe desdichado”, cuenta Gustavo Socorro. “Antes de su ascensión a mito, a Juan García Suárez se nos presenta vivo en la memoria de toda una época”, prosigue. “Al estallar la sublevación militar, el 18 de julio de 1936, y tras verse involucrado en una manifestación en la plaza de San Gregorio de Telde contra los alzados que se saldó con la muerte de un anciano, Juan García fue acusado sin ninguna prueba fidedigna de haber participado en esta muerte, así como de haber herido de gravedad de un disparo a otro vecino de su localidad. Desde ese momento El Corredera fue buscado afanosamente y se vio forzado a huir a los montes para evitar su captura. Por otro lado, también tuvo mucho que ver, que cuando estalló el movimiento, El Corredera, fue llamado a filas, ya que su quinta se incluía en la edad establecida en el dictamen del general Franco. Juan, por temor a que pudieran procesarlo por los hechos acecidos, decidió no presentarse, motivo por el que se le declaró prófugo”.

Juan García era un humilde vecino de Telde, empleado como jornalero desde su juventud y vinculado a movimientos republicanos de izquierdas, como la Sociedad de Trabajadores de Telde. Tras el Alzamiento fascista la tensión se respiraba en la plaza de la iglesia de San Gregorio a base de manifestaciones a favor de la libertad. Un disparo acabó con la vida de un vecino y como entre los manifestantes se encontraba El Corredera, pronto se empezaron a crear historias y bulos en contra suyo.

Entonces hace aparición Vicente Trujillo, alias El carnicero. Regentaba una y comandaba una cuadrilla de falangistas que durante meses atemorizó a la población. Se empecinó con localizar a Juan García pero éste huye a Las Palmas de Gran Canaria para evitar ser detenido. El Corredera ya era conocido por los altos estamentos de la dictadura en Madrid pero eso no impide que durante siete años el bueno de Juan viva con otro nombre en la capital trabajando en una factoría de pescados y salazones .

El Corredera era un humilde jornalero vinculado a grupos republicanos de izquierdas como la Sociedad de Trabajadores de Telde

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Trujillo, sin embargo, no se había olvidado del Corredera y cada noche se acercaba a la casa de su familia en Telde, donde vivían su mujer y su hija junto a su madre y hermanas para amenazarlas y practicarles torturas de todo tipo, especialmente las sicológicas así como vejaciones y humillaciones. Este elemento del Régimen creía que Encarnación, la madre de Juan, sabía dónde se escondía su hijo, pero ni ella misma lo sabía y le pegaba para obligarla a revelar el paradero del Corredera.

Cuando Juan García vuelve a Telde en noviembre de 1947 se entera de lo que ha padecido su familia y jura hacer justicia, sobre todo al saber que su hermana pequeña, Pino, de 19 años, también sufrió el abuso del falangista antes de morir. Una noche Juan busca a Trujillo en Telde y le descerraja seis tiros, iniciando de nuevo su huida pero esta vez con un delito de sangre en su haber.

Una noche, después de asistir a un baile en Las Palmas de Gran Canaria, volvió al albergue donde se hospedaba pero un concejal del Ayuntamiento de Telde que le vio lo denunció a la Policía Municipal. Al verse acorraladado por la policía sacó su pistola para defenderse y en el tiroteo cayó uno de los guardias llamado Ángel Fleitas. Juan consiguió escapar. El abogado y escritor Gustavo Socorro, autor del libro El Corredera: aquel fugitivo de leyenda, explica que “se le empieza a imputar hechos muy graves, y a su vez, inverosímiles. Entre otros, destacaba que por el año 36 Juan se hallaba apostado en el túnel de La Laja, en compañía de un grupo de comunistas, con la intención de atentar contra Franco, cuando éste, desde Las Palmas , se prestaba a tomar el Dragón Rapide; o aquel otro que señalaba que cuando el presidente del Cabildo Insular, Alonso Giménez, pasara por Jinámar, Juan tendría preparado, en compañía de otros individuos marxistas, un cable de acero atado a dos árboles para que, a su paso, resultase degollado”.

Tras casi 22 años prófugo de la Justicia, El Corredera, fue capturado en mayo de 1958 en los montes de La Culata tras resultar gravemente herido en un enfrentamiento con un guarda jurado que lo delató. “Fue sometido a un proceso civil y a un Consejo de Guerra”, recuerda Gustavo Socorro, procedimientos que ahora quedan nulos con la nueva Ley de Memoria Democrática. A finales de enero de 1959 es juzgado en la Audiencia Provincial con la presencia de miles de canarios que le apoyaban.

“Muchos fueron los que se movilizaron por salvar la vida de Juan García. Fernando Sagaseta me comentaba a finales de los ochenta”, dice Socorro, “que desde el instante que el Consejo de Guerra condenó a muerte al Corredera se creó una especie de gabinete de crisis entre un heterogéneo grupo de compañeros. Comenzaron a ser asiduas sus entrevistas con Germán Pírez, destacado dirigente del Partido Comunista en la clandestinidad, Pedro Lezcano o Manuel Padorno casi siempre en el domicilio de Agustín Millares”.

“También, con dedicación, Monseñor Pildain mostró gran preocupación por salvar la vida de Juan García logrando incluso que el Papa Juan XXIII pidiera clemecia a Franco”. Sin éxito.

A las 06.30 horas del 19 de octubre de 1959 El Corredera fue ejecutado en Barranco Seco. Nacía el mito.

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