Mucho se ha escrito sobre la gestión pública de Adán Martín como concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, presidente del Cabildo de Tenerife y posteriormente en el Gobierno de Canarias, primero en el puesto de vicepresidente y luego desde la presidencia. Pero poco se ha escrito de su implicación con la Cultura, un sector que contó con su complicidad y que se traduce en importantes proyectos como la puesta en marcha del TEA (Tenerife Espacio de las Artes), el Museo de la Ciencia y el Cosmos, el Auditorio de Tenerife o el Museo de la Naturaleza y la Humanidad, en Santa Cruz de Tenerife; buscar la financiación para concluir la reforma del Teatro Pérez Galdós y desbloquear el Teatro Guiniguada, en Las Palmas de Gran Canaria, o impulsar el Palacio de Formación y Congresos de Puerto del Rosario, en Fuerteventura, entre otras.
Adán Martín, de cuyo fallecimiento se cumplen diez años el próximo sábado, tuvo claro los réditos que para Canarias suponía apoyar al sector de la Cultura. La experiencia que acumuló en sus viajes por medio mundo (en especial a Barcelona) sumada a un olfato innato y su convencimiento de que apostar por el tejido cultural era una herramienta de crecimiento para las Islas resumen su manera de hacer política, sensible hacia esa realidad.
“Sí, Adán Martín y la cultura es una historia que aún no se ha contado ni se valora lo suficiente”, explica Dulce Xerach Pérez, viceconsejera de Cultura del Gobierno de Canarias durante la legislatura del expresidente. “Es un aspecto no muy conocido en Canarias sobre su figura: tenía enorme interés por la cultura y cómo su época, no solo del Gobierno de Canarias, sino como presidente del Cabildo de Tenerife, y también como primer teniente de alcalde y concejal de urbanismo de Santa Cruz, fue la más prolífica en esta materia y diría que de toda la historia de la democracia en Canarias sin ningún temor a equivocarme”, añade.
“Recuerdo que, cuando por fin pudo nombrarme viceconsejera de Cultura (alguno que otro me tuvo vetada un año entero hasta que los conseguimos), me dijo que analizara por qué la cultura en Canarias no arrancaba, por qué la viceconsejería había sido casi siempre tan gris. Me puse a estudiar y observarlo todo —como él me había enseñado que había que hacer siempre— y en unos meses descubrí que el problema era la inercia. Las cosas se hacían así porque siempre habían sido así. Y se lo expliqué con un plan de acción”, dice, “porque también había aprendido ya de él en el Cabildo que planificar era muy importante para convencerle de cualquier inversión a la que luego nos fuéramos a lanzar, y tener una mirada global sobre las cosas, saber más que nadie sobre lo que íbamos a emprender. Y le argumenté también que para cambiar esa inercia había que cambiar Socaem por dentro ya que no podíamos cambiar todo el gobierno. Y la cambiamos, vaya que si la cambiamos”, asegura. “Le dimos la vuelta como un calcetín y pasó a ser una empresa pública que trabajaba en red con todas las islas, con buenos técnicos formados en materia cultural y comenzamos a poner en marcha acciones estratégicas como la diplomática cultural con África, la unión de las dos capitales culturalmente, vencer las diferencias de coste de los artistas canarios para formar parte de los circuitos internacionales y un largo etcétera”.
También estuvo él detrás de impulsar la Fecai cultural, en la que todos los consejeros de cultura de las siete islas se organizaron para coordinarse mejor y aprender unos de otros. “Me permitió llevar a cabo campañas contra el propio Gobierno, como la reivindicación del 2% para Cultura. Él sabía que si la idea de que la Cultura es necesaria de verdad no llegaba a la calle, no irrumpía en los periódicos, no lograría que todo el gobierno entendiera la necesidad de incrementar los presupuestos. Y una vez más lo conseguimos, porque se incrementaron como nunca: en los tres años que hicimos juntos esos presupuestos (2005, 2006 y 2007) llegamos al máximo posible, al montante económico que jamás se ha vuelto a superar. Luego nos fuimos los dos, y antes de la crisis de 2008 el presupuesto de Cultura volvió a bajar”.
Adán Martín y Dulce Xerach crearon la mayor colección de Óscar Domínguez del mundo, le dieron fuerza al Museo de la Naturaleza y la Humanidad y lograron poner en valor la importancia que merecían a las momias guanches. “La OST nunca ha tenido más esplendor que en su época porque también hicimos un trío Víctor Pablo y él conmigo y sacamos adelante cosas increíbles para las que hacía falta el impulso e implicación de un presidente”, concluye Xerach Pérez.
