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Sanar al gay en nombre de dios

El apoyo del Papa Francisco a las uniones civiles entre personas del mismo sexo choca frontalmente con las terapias de reconversión homosexual que se imparten en nombre de la iglesia y son consideradas estafas P Dos jóvenes cuentan su experiencia

El papa Francisco. EFE

“Los homosexuales tienen derecho a estar en una familia. Son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Lo que tenemos que hacer es crear una ley de uniones civiles”

Papa Francisco, 2020

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La iglesia católica, por boca de su máximo responsable, el Papa argentino Jorge Mario Bergoglio, daba un paso histórico este miércoles con esa declaración histórica que, sin embargo, para algunos llega tarde y, sobre todo, no deja de ser sorprendente cuando en nombre de Dios se continúan ofreciendo falsos tratamientos de reconversión sexual, especialmente bajo el paraguas protector de la iglesia cristiana y evangelista. "Las principales fuerzas impulsoras de estas prácticas nocivas son los líderes religiosos y los prejuicios", señala Naciones Unidas al respecto en un documento sobre estos tratamientos.

Estos peligrosos tratamientos son considerados ilegales por por los colegios de Psicología -la Organización Mundial de la Salud retiró de la lista de enfermedades metales la homosexualidad hace 30 años- pero falta una normativa legal que persiga y penalice dichas terapias ya que se trata de estafas y, lo más dramático, destroza la vida de hombres y mujeres jóvenes que no saben cómo gestionar su sexualidad y acaban medicados, desconcertados, tratando de suicidarse o como es el caso de uno de los testimonios recogidos en este reportaje, soportando un exorcismo escuchando frases como “tu pecado mata a Jesucristo”.

España es uno de los seis países del mundo que ha aprobado leyes para prohibir terapias de conversión con las que se intenta modificar la orientación sexual, según destaca un informe de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA). Leyes de prohibición o limitación de estas prácticas se aprobaron en la Comunidad de Madrid y la Región de Murcia en 2016, en Andalucía en 2017 y en Aragón y la Comunidad Valenciana en 2018.

Las leyes de Canarias recogen el tema en la Ley de No Discriminación Trans de 2014, pero específicamente para las personas transexuales. No obstante, Canarias también se prepara para aprobar la penalización de esas prácticas: la proposición de Ley Trans que actualmente se encuentra en vía parlamentaria prohíbe expresamente las terapias de aversión o de conversión de las manifestaciones de identidad de género libremente manifestadas por las personas directamente interesadas.

“Quedan prohibidas en los servicios sanitarios de la Comunidad Autónoma de Canarias las terapias de aversión o de conversión de las manifestaciones de identidad de género libremente manifestadas por las personas directamente interesadas, así como las cirugías genitales de las personas intersexuales que no obedezcan a la decisión de la propia persona afectada o a la necesidad de asegurar una funcionalidad biológica por motivos de salud”, dice el texto que añade: “Se prohíbe expresamente el uso en el Sistema Canario de la Salud de terapias aversivas sobre las personas trans e intersexuales, así como cualquier otro procedimiento que suponga un intento de anulación de la autodeterminación de la identidad o expresión de género”, añade el documento en tramitación parlamentaria que lleva por nombre Proposición de ley de igualdad social y no discriminación por razón de identidad de género, expresión de género y características sexuales y promueve el Gobierno de Ángel Víctor Torres.

Ese nuevo marco impedirá que, por ejemplo, se repitan historias como las que relatan en este reportaje Rubén Moreno y Alberto Pérez [ver páginas siguientes]. La historia de estos dos chicos , muy vinculadas a la iglesia -uno a la cristiana y otra a la evangelista-, refleja de todo menos misericordia.

La soledad y el abandono de sus familiares, a veces por desconocimiento y en otras porque se trata de entornos familiares ultraconservadores, sumado a la vergüenza “y el asco”, según explican, hacia su condición sexual era combustible suficiente para que posteriormente familiares y entorno propusieran tratamientos y demás ideas disparatadas para “salvar“ de la homosexualidad al individuo.

Uno de los denunciantes habla incluso que personas sin titulación de ningún tipo le obligaba a desnudarse junto a otros chicos y que se abrazaran en las sesiones para medir con sus reacciones físicas su grado de homosexualidad, un reacción corporal que se debía controlar acostumbrándose a estar desnudos con hombres reprimiendo el deseo.

Las medicaciones, las sesiones de psiquiatra, “la limpieza interna de demonios” [tal cual lo definen], el machaque constante con sentir vergüenza de su condición sexual, el negocio de las falsas terapias, la soledad... Puede que todo eso vaya llegando a su fin tras la aprobación de las leyes mencionadas sumado a la declaración pública del Papa Francisco que muchos esperan sirva para cambiar el la histórica actitud de los representantes de Dios en la Tierra con la homosexualidad.

"ATENTAN CONTRA LA DIGNIDAD"

Víctor Ramírez

Las terapias destinadas a modificar la orientación sexual o la identidad de género de una persona son inaceptables desde todo punto de vista. Desde la perspectiva científica hay un enorme consenso entre la comunidad científica en considerar que las orientaciones sexuales e identidades de género disidentes de la norma cis-hetero no son patológicas y, por tanto, no pueden ser sometidas a inútiles terapias reparativas que, tal y como se ha demostrado, tienen consecuencias nefastas para la salud psíquica de las personas afectadas. Desde el punto de vista ético, estas terapias atentan contra los más elementales derechos humanos, como el derecho a la dignidad y a no ser sometidos a tratos inhumanos o torturas, puesto que no de otra manera pueden ser calificadas tales tratamientos. Por último, desde la perspectiva social, la difusión de estas terapias produce una imagen enfermiza de las personas LGBTI por lo que reafirman los prejuicios LGBT-fóbicos, incentivan actitudes discriminatorias y fomentan comportamientos de acoso o directamente agresivos contra las personas LGBTI.

Víctor Manuel Ramírez Pérez es director general de Diversidad del Gobierno de Canarias. Abogado y activista LGTBI.

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