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El conflicto del Sáhara

Una guerra del blanco y negro al color

45 años después de la Marcha Verde se rompe el alto el fuego entre Marruecos y la República del Sáhara | Canarias, que mantiene estrecha relación con la causa saharaui, recibió en 1975 a los más de 8.000 residentes que huyeron de la vieja colonia española

Una guerra del blanco y negro al color

Hay heridas que no cierran pese a que haya pasado casi medio siglo. Y las consecuencias derivadas de la Marcha Verde, de la cual se cumplen estos días 45 años, es un ejemplo de ello. Canarias, una región vinculada históricamente a aquel acontecimiento debido al número de isleños -cerca de 15.000- que tuvieron que abandonar a la carrera la antigua colonia del Sáhara junto a miles de peninsulares, continúa siendo un territorio sumamente sensible a la problemática derivada de la espantada española y su posterior incumplimiento de celebrar un referéndum de autodeterminación entre la población saharaui –epicentro de todo el conflicto- hechos que todavía hoy siguen generando graves problemas entre el gobierno marroquí y la República Saharaui que, a través del Frente Polisario, declaró el pasado sábado el estado de guerra en todo su territorio debido a la escalada de tensión con el reino alauita en la brecha ilegal de El Guerguerat, una región que, aunque controlada por el movimiento saharaui, funciona ilegalmente como un paso fronterizo en zona saharaui de Marruecos y Mauritania. Las autoridades marroquíes reconocieron el viernes que debieron efectuar disparos en la zona para disuadir a civiles, acción que para los habitantes de los territorios de la antigua colonia significa romper el alto el fuego por el Ejército alauí.

El Frente Polisario decidió hace 23 días bloquear la vía de Guerguerat, único acceso comercial entre Marruecos y Mauritania para protestar contra el hecho de que la misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso), emplazada en el terreno desde 1991, no haya organizado el referéndum por el que llevan 45 años esperando. La organización saharaui pretendía llamar la atención a la comunidad internacional días antes de que el Consejo de Seguridad de la ONU se reuniera el 30 de octubre para decidir si renovaba el mandato de la Minurso. Poco ayudó a esta ya de por sí tensa situación el mensaje lanzado el pasado 6 de noviembre por el Rey Mohamed VI con motivo del aniversario de la Marcha Verde en cuyo contenido define a la República Democrática del Sáhara como “ente fantasma”.

“Marruecos no se moverá de sus posturas ni le van a perturbar las estériles provocaciones y desesperadas maniobras que las demás partes llevan a cabo, que, en realidad sólo son una mera huida hacia adelante que sucede tras el desmoronamiento de sus superadas tesis”, añadió el monarca en su discurso a la Nación. “En este sentido, queremos reafirmar nuestro absoluto repudio de las abominables prácticas que intentan obstruir la natural circulación entre Marruecos y Mauritania, modificar la situación legal e histórica que prevalece al este del muro de seguridad, o aprovechar ilegalmente las riquezas de la zona”, insistió el hijo de Hassan II en su alocución, una palabras que han encendido aún más al pueblo saharaui.

Desde el Atlántico hasta el Nilo, las kilométricas arenas del desierto han sepultado a lo largo de los siglos, según se dice, pueblos, templos, culturas… Sin embargo pasan 45 años y no hay arena suficiente que ahogue este conflicto; menos ahora con el silbido de las balas surcando los cielos de Guerguerat, un poblado de no más de veinte viviendas a cuatro horas en coche de Dajla, antigua Villa Cisneros, una de las históricas localidades de cuando el Sáhara era español en la cual residían familias canarias. De hecho, el interés español por el Sáhara Occidental fue fruto de las actividades pesqueras llevadas a cabo desde las islas Canarias a ese caladero. Durante mucho tiempo, Villa Cisneros constituyó la única presencia española en el territorio saharaui y no fue hasta la segunda década del siglo XX que la presencia española se amplió.

En la historia de Canarias no se puede obviar la estrecha relación que siempre han mantenido las islas con África pero especialmente con el Sáhara. Cualquier hogar de las islas tiene algún familiar que, en busca de prosperidad cuando la situación en España tras la posguerra era insoportable, acabó instalándose en Villa Cisneros, Sidi Ifni o Cabo Juby, nombres que resonaron durante décadas en las siguientes generaciones relacionados con historias asombrosas en parajes exóticos que a los más pequeños de la casa les hacían pensar en Lawrence de Arabia porque en casi todas las fotos de aquellos familiares quien no llevaba chilaba lucía el típico tarbush. Aquella magia y toda la prosperidad, de repente, se vio truncada.

Los canarios y el resto de españoles que residían en el Sáhara se vieron obligados a abandonarlo en el transcurso de 1975. Éste éxodo forzoso se produjo durante todo el año de una forma pausada pero sostenida aunque se intensificó de la noche a la mañana en los meses de noviembre para la población civil y de diciembre para las unidades militares. Atrás quedaron recuerdos imborrables y por delante una deuda histórica con Canarias y con los saharaui. En el marco del proceso de descolonización que se estaba produciendo en África, Asia y América la Asamblea General de la ONU pidió a España la descolonización del Sáhara en 1965. Un llamamiento que ese mismo foro repetiría cada año. En 1974 España anuncio que en el primer semestre del año siguiente celebraría un referéndum de autodeterminación en el territorio -el eterno origen de todo-, mensaje que fue captado por la población española que inmediatamente, a cuenta gotas, inició la salida del Sáhara. En junio de 1975, coincidiendo con la finalización del curso escolar, se produce la primera llegada masiva a Canaria. Entre noviembre y diciembre se producirá la evacuación definitiva con la denominada ‘operación golondrina’. 

La primera fase se desarrolló del tres al 20 de noviembre, justo el día en que falleció Franco -un detalle importante en esta historia- y afectaba a la población civil. La segunda supuso la evacuación de funcionarios y personal imprescindible para algunas empresas (unos pocos bares, carnicerías, pescaderías y tiendas de víveres además de empleados de la planta de fosfatos Fos Bucrás) y buena parte de las unidades militares y se extendió hasta el 20 de diciembre. La última supuso el repliegue militar a Villa Cisneros salvo unos pocos centenares de hombres que se mantendrían en El Aiun hasta abandonar una cabeza de playa junto al Puerto, en enero de 1976, consumándose con el abandono definitivo del Sáhara ya en febrero.

Desde noviembre de 1975 y hasta los primeros días de diciembre se estableció un puente aéreo y marítimo para facilitar el retorno de la población. A los barcos de línea regular Viera y Clavijo y La Palma se sumaron el Ciudad de Huesca, Plus Ultra y el Isla de Formentera. La compañía Iberia intensificó sus vuelos para atender a la población civil. Unidades de Transporte Naval y aviones DC-4 se ocupaban de la retirada de los soldados y pertrechos con destino a Canarias y Cádiz. 

La cada vez más arrinconada dictadura de Francisco Franco languidecía con el golpista apagándose poco a poco, algo que tuvo muy en cuenta el inteligente Hassan II que supo leer entre líneas y vio el momento ideal el 6 de noviembre de 1975 para arengar a su pueblo en un mensaje televisado, animando a los mayores de 18 años a iniciar una marcha pacífica hacia los territorios del Sáhara español.

350.000 civiles y 80.000 miembros del Ejército marroquí formaron aquella marea humana, ilusionante para ellos pero que supuso el principio del sufrimiento del pueblo saharaui. La operación fue en un éxito rotundo por parte del monarca alauí que reinó el país desde 1961 a 1999. 

Hassan II pronunció aquel discurso horas después de que el Tribunal de Justicia de La Haya lanzase su veredicto sobre si el Sáhara Occidental era en el momento de la colonización por parte de España un territorio sin dueño. A pesar de que el tribunal reconocía el derecho a la "autodeterminación" de la población del territorio, Hassan II aprovechó la debilidad del régimen de Franco y convocó la Marcha Verde. Hoy, los menores de 45 años han crecido escuchando las historias de sus padres y abuelos sobre aquella marcha. Y el régimen se encarga de recordar cada año la epopeya -en 2015 celebraron el aniversario con una exhibición de armamento en las calles de El Aiún y el pasado fin de semana Mohamed VI lanzó un duro discurso-, que sin embargo ha tenido este 2020 consecuencias. 

Con aquel panorama, los canarios fueron abandonando la antigua colonia. Al Puerto de la Luz llegaban casi todos los días aquel 1975 barcos con todo tipo de carga. Cada familia que llegaba recibía 20.000 pesetas -120 euros-; 500 pesetas más -3 euros- por cada miembro. Además se le entregaban otras 500 pesetas por cada persona y día y un billete al lugar de la Península que se escogiera. Se estima que se evacuaron 8.000 personas y 15.000 toneladas de mercancía. También llegaron a Canarias los muertos. En el cementerio de San Lázaro de Las Palmas de Gran Canaria se pueden observar aún hoy una zona de nichos blancos en los que se albergan aquellos cadáveres que no fueron reclamados por sus familiares. La mayoría son los miembros del III Tercio de la Legión Don Juan de Austria muertos en 1957.   Los repatriados se alojan en casa de familiares o conocidos, pensiones y hoteles. Asimismo se levantan los barracones de Pedro Hidalgo, en el cono sur de la capital grancanaria, para satisfacer la creciente demanda de vivienda. Peor suerte corre la población nativa saharaui que no ha querido o podido irse a Canarias. Muchos de ellos marchan al desierto con el Frente Polisario o son detenidos por la policía y el ejército marroquí. Otros pasan al norte, a Marruecos o muestran su adhesión a ese reino. Todo ello durante unos días difíciles con los españoles aún allí.   Para Canarias se desvanece un mercado y se inicia la pérdida del banco de pesca canario sahariano, imprescindible en aquellos momentos para la economía de las Islas. Las indemnizaciones recibidas por los empresarios no compensan, ni tampoco las amortizaciones de los créditos, ni el volumen de impagados ni el hecho de que Canarias contara entonces con una producción de bienes y servicios valorado en 65.000 millones de pesetas de los que 10.000 correspondía a la pesca y 2.500 al comercio con la zona del Sáhara. Lejos de los números, son ahora las personas, aquellos a quienes España dejó tirados en el desierto y los que reclaman que el Sáhara es marroquí, quienes continúan dilatando este conflicto del cual son los saharauis los grandes damnificados y quienes peor parados quedaron tras la salida abrupta de los españoles y el absoluto abandono de España como nación.

Así, la nueva escalada entre el Frente Polisario y Marruecos en la brecha ilegal en el Guerguerat se reanudó en la mañana del 21 de octubre cuando un grupo de manifestantes pacíficos saharauis se instaló en la zona y bloquearon la carretera. Ambas partes iniciaron hostilidades acusándose mutuamente de provocaciones. Sin tener entonces que llegar a intercambiar disparos. La declaración de guerra del Frente Polisario se produjo minutos después del discurso de Mohamed VI, precisamente por el 45 aniversario de la Marcha Verde. El monarca declaró que sus fuerzas armadas llevarían a cabo una operación contundente contra los manifestantes, como así ha sido, anuncio que tuvo respuesta por parte del Polisario. Y vuelta a empezar.

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