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España empieza a superar un trauma

Canarias también tuvo víctimas

ETA nunca atentó en las Islas, pero el Archipiélago pagó su tributo de sangre a la banda terrorista: nueve canarios figuran entre las 854 personas a las que asesinaron durante su sanguinaria trayectoria

Canarias también tuvo

El guarda forestal Ramiro Quintero Ávila fue enviado de su Tenerife natal a Lizarza (Guipúzcoa) sin que tantos años después su familia sepa todavía por qué. El lunes 2 de octubre de 1978 se encontraba en un bar con un conocido cuando un joven bajó de un Seat 127 y lo ametralló a bocajarro. Una de las cinco balas le atravesó el corazón. Su mujer y dos de sus seis hijos, dos niñas, acudieron a prestarle auxilio. Vivían muy cerca del bar. Era demasiado tarde.

Ramiro fue el primero, pero luego llegaron ocho más. Son nueve los canarios que figuran entre los 829 asesinados por la banda terrorista ETA durante una criminal y despiadada historia que llegó a su fin en octubre de 2011. Mataban lejos y de hecho nunca lo intentaron en las Islas. Pero dejaron secuelas en el Archipiélago, en una región que siempre encajó el terrorismo con mucho dolor, pero también con un lógico distanciamiento.

Hay muchos aspectos comunes en el caso de Ramiro Quintero con respecto al de los otros: José Benito Díaz García, Juan Batista García, José Manuel Amaya Pérez, Aurelio Pérez-Zamora Cámara, José Torralba López, Santiago González de Paz, José Carlos Marrero Sanabria, José Francisco Hernández Herrera. Ramiro fue enterrado en el lagunero cementerio de San Juan cuatro días después, en medio de innumerables muestras de consternación por parte de las autoridades locales, pero luego no se supo más. Ni de él ni de prácticamente ninguno de los demás.

Cada uno lo ha vivido a su manera, pero los familiares de los nueve canarios asesinados por ETA siguen sufriendo en silencio tantos años después. A todos les cuesta mucho mirar atrás, ninguno ha dejado de recordar a sus seres queridos ni un sólo día y hace nueve años, cuando tres encapuchados anunciaron en un escueto comunicado el cese definitivo de la actividad armada, volvieron a revivir aquellas noches de dolor, incomprensión y rabia que se repitieron en cada atentado, en cada explosión, en cada noticia o comentario en el que aparecían las malditas siglas. Estas son sus historias.

José Benito Díaz García

Natural del Porís de Abona, aunque pasó la mayor parte de su vida en Arico, también en el sur de Tenerife, murió el 25 de octubre de 1978 por las heridas que sufrió al ser ametrallado 12 días antes en Santa Marina (Bilbao). Circulaba en un jeep de la Policía Nacional junto a otros dos compañeros del cuerpo. Era su primer servicio y habían pasado sólo 15 días desde su salida de la academia. El Ayuntamiento de Arico aprobó por unanimidad, en un pleno celebrado en marzo de 2005, rendirle homenaje. Hubo otros actos de recuerdo a la figura de este joven tinerfeño, sencillo, aficionado a la pesca y al que le costó dejar Canarias, según decían sus allegados. Pero aún cuando se hicieran con las mejores intenciones, cada mención abría la herida, que solo sanó con el tiempo, como pasó en todos los casos. María Candelaria González tenía sólo 22 años, era su esposa y acababan de ser padres de una niña.

Juan Batista García

Después de hacer la mili, Juan Batista, nacido en Las Palmas de Gran Canaria, se enroló en la Guardia Civil. Lo destinaron a Navarra, donde lo asesinó ETA de un tiro en el pecho el 17 de abril de 1979 cerca de Leiza. Acababa de venir de visitar a su novia, con la que estaba a punto de casarse. Ella le había anunciado que estaba embarazada justo hacía unos minutos. Aficionado a las motos, Batista era un manitas. Le metía mano a todo electrodoméstico que sus vecinos le llevaban para que echara un vistazo. Era alegre, risueño y fundamental en la cohesión de su familia. Sus hermanos Antonio, Rafael y María Esther, residentes en Gran Canaria, no pudieron, tantos años después, asumir aquella tragedia repentina. Muchos familiares de víctimas de ETA se enteraban por los telediarios, ellos lo supieron al recibir una llamada telefónica de madrugada.

José Manuel Amaya Pérez

José Manuel Amaya Pérez, nacido en Melilla pero residente en Tenerife desde los 9 años, venía de participar con un club isleño en el Campeonato Subacuático celebrado en el embalse de San Andrés, en Verina, Asturias. El fondo del mar era su pasión y llegó a ser su profesión al trabajar en el mantenimiento de grandes buques. Se encontraba en el aeropuerto Madrid-Barajas con tres de sus compañeros del equipo tinerfeño. Fueron a la consigna de equipajes de la terminal de llegadas nacionales, a eso de la una de la tarde del 29 de julio de 1979. De repente estalló una bomba. Sus dos acompañantes resultaron heridos graves, pero él, que contaba con solo 32 años, perdió la vida al instante. Su cadáver llegaba al aeropuerto de Los Rodeos el 30 de julio. La iglesia santacrucera de la calle de San Sebastián acogió la misa. Su hermana, Clotilde Amaya, recordaba de esta manera cómo se enteró de la noticia: “Era un domingo caluroso de julio, el típico día de verano. A eso de las ocho de la tarde, estábamos viendo la televisión. Estaba en mi casa y nos había visitado mi madre. De repente, en el Telediario, dijeron el nombre de mi hermano en las informaciones sobre varios atentados de ETA. Nos quedamos paralizados. Pensamos que a lo mejor había otra persona que se llamaba igual. Pero los datos que dio el presentador coincidían con los de mi hermano: el nombre completo, la edad, que regresaba de un torneo de submarinismo en Asturias... Fueron momentos de histeria”.

Aurelio Pérez-Zamora Cámara

El coronel de Caballería natural de Santa Cruz de Tenerife Aurelio Pérez-Zamora Cámara, de 59 años, casado y padre de dos hijos, llevaba sólo 20 días en Bilbao y esperaba a su familia en el nuevo destino. Sabía que la situación era muy complicada en el País Vasco, pero era su deber y lo cumplió con disciplina militar. El 19 de septiembre de 1979, a primera hora de la mañana, el ‘jeep’ en el que viajaba a la sede del Gobierno Militar en Vizcaya, junto a otro alto cargo castrense, fue tiroteado en plena calle. Solo se salvó el soldado que conducía el vehículo. Aurelio Pérez-Zamora murió nada más ingresar en el hospital bilbaíno de Basurto. Los dos agresores se dieron a la fuga a pie. La familia, residente en Santa Cruz, es una de las pocas que ha formado parte de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. En su hemeroteca particular conservan las imágenes de las aglomeraciones alrededor de la santacrucera iglesia de La Concepción el día del funeral.

José Torralba López

Hijo de guardia civil, José Torralba lo tuvo claro desde el principio, porque según recordaba su madre, Concepción López, su vida se movió entre tricornios desde que tuvo uso de razón. De hecho, una importante parte de su vida transcurrió en el cuartel de la Guardia Civil de Granadilla de Abona, adonde habían destinado a su padre Rafael. Fue ametrallado por los terroristas etarras en la Aduana de Irún, el 16 de abril de 1980, cuando tenía apenas 23 años, solo tres más tarde de ingresar en el cuerpo armado como guardia profesional. Era un chico sencillo, sin grandes pretensiones. Su caso ha sido recordado gracias a los diferentes actos que celebra el instituto armado por todo el país, incluida Canarias, en honor de los caídos en la lucha contra ETA.

José Carlos Marrero Sanabria

Su madre, Rita María Sanabria, no quería que fuera guardia civil. “No paraba de haber muertes y se lo decía, pero él quería ser guardia. No le importaban los atentados”, contaba. Así es que José Carlos Marrero se marchó a la academia de Úbeda, Jaén. A los 23 años, se enroló en el cuerpo y llegó a formar parte del Grupo Antiterrorista Rural de élite de la Guardia Civil destinado en el País Vasco. Natural de Las Palmas de Gran Canaria, murió con 30 años, el 10 de enero de 1988, en San Sebastián, al no recuperarse de las gravísimas heridas que sufrió en un atentado ocurrido el 28 de junio de 1986. Estaba en primera línea, algo de lo que siempre se sintió orgulloso. En parte era por los fuertes vínculos de amistad que había desarrollado en el País Vasco. Su familia recordaba que lo trataban con aprecio por aquellos enclaves perdidos, en el terreno más hostil que podía pisar en todo el país.

José Francisco Hernández Herrera

La familia de José Francisco Hernández sí se sintió arropada, pero principalmente en su localidad natal, Tegueste, donde él era Ayala I, un reconocido bregador del equipo de lucha canaria del pueblo. De hecho, un trofeo del torneo de San Marcos de lucha lleva su nombre y el Ayuntamiento le puso su nombre a una calle. Pero más allá de Tegueste no se conoce la historia de este hombre, policía nacional, que fue asesinado por ETA con un camión-bomba el 18 de noviembre de 1990 en la carretera entre Cabieces y Nocedal (Vizcaya). José Francisco tenía 34 años. Iba con otros tres policías en un vehículo oficial cuando estalló un camión cargado con 100 kilos de amosal y 200 de tornillería.

Santiago González de Paz

Vecino de la isla de La Palma, casado, padre de tres hijos y guardia civil, Santiago González cayó asesinado prácticamente a la puerta de su casa el 17 de octubre de 1981, abatido por los disparos de tres terroristas cuando acababa de abandonar su piso en Santurce (Vizcaya) para ir a trabajar. Recibió dos impactos, uno en el corazón y otro en la cabeza. Su mujer, María del Carmen Rodríguez Matos, escuchó los estampidos y se asomó de inmediato a la ventana para ver qué estaba pasando. También lo vio su hijo de seis años. El otro, el pequeño, no se enteró de nada porque solo tenía un año.

Canarios muertos por el terrorismo etarra



Ramiro Quintero Ávila: Guarda forestal -Guipúzcoa 02/10/1978

Ramiro Quintero Ávila fue ametrallado por ETA en la localidad guipuzcoana de Lizarza, donde estaba destinado como guarda forestal y donde vivía con su mujer y sus seis hijos. Era natural de Tacoronte y en elmomento del atentado tenía 57 años.

José Benito Díaz García: Policía nacional - Vizcaya 25/10/1978

El policía nacional José Benito Díaz García,del Porís de Abona, murió el 25 de octubre de 1978. Días antes,el 13 deoctubre, fue ametrallado junto con dos compañeros cuando se dirigían a efectuar un relevo en el sanatorio de Santa Marina,en Bilbao.

Juan Batista García: Guardia civil - Navarra 17/04/1979

A Juan Batista García, de 24 años natural de Las Palmas de Gran Canaria, ETA le pegó un tiro en el pecho el 17 de abril de 1979 cerca de Leiza (Navarra), tras visitar a su novia, con la que estaba a punto de casarse y que le acababa de anunciar que iba a ser padre. 

José Manuel Amaya Pérez: Submarinista - Madrid 29/07/1979

Una fatal casualidad condujo al submarinista tinerfeño José Manuel Amaya Pérez a dejar su equipaje en la consigna del aeropuerto de Barajas justo el día en que un terrorista de ETA depositó en ella una bomba. Fueel 29 de julio de 1979. Tenía 32 años.

Aurelio Pérez-Zamora Cámara: Coronel - Vizcaya 19/09/1979

El coronel de Caballería y vecino de Santa Cruz de Tenerife Aurelio Pérez-Zamora Cámara fue tiroteado por ETA el 19 de septiembre de 1979, con 59 años. Iba camino a la sede del Gobierno Militar de Vizcaya en Bilbao. Dejó viuda y dos hijos.

José Torralba López: Guardia civil - Guipúzcoa 16/04/1980

El guardia civil tinerfeño José Torralba López es la más joven de las víctimas canarias de la banda terrorista ETA. Contaba apenas con 23 años cuando fue ametrallado en la aduana de Irún mientras se hallaba de servicio. Murió en el acto.

Santiago González de Paz: Guarda civil - Vizcaya 17/10/1981

Santiago González de Paz era guardia civil con destino en Vizcaya. Natural de la isla de La Palma, estaba casado y tenía dos hijos. El 17 de octubre de 1981, bajó de su piso, en la localidad de Santurce, para ir a trabajar. Recibió un tiro en el corazón y otro en la cabeza.

José Carlos Marrero Sanabria: Guardia civil - Guipúzcoa 10/01/1988

José Carlos Marrero Sanabria, miembro del Grupo Antiterrorista Rural de la Guardia Civil, era natural de Las Palmas de Gran Canaria. Murió con 30 años el 10 de enero de 1988 en San Sebastián por las graves heridas que sufrió en un atentado el 28 de junio de 1986.

José F. Hernández Herrera: Policía nacional - Vizcaya 18/11/1990

José Francisco Hernández Herrera, policía nacional de Tegueste y luchador de lucha canaria conocido como Ayala I, fue asesinado por ETA con un camión-bomba el 18 de noviembre de 1990 en lacarretera entre Cabieces y Nocedal (Vizcaya). Tenía 34 años.

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