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Entrevista

“No olvidaré la gratitud de los mayores en las residencias de ancianos”

Roberto Amorin, teniente de Ingenieros y Jefe de Operaciones de la UIEM Canarias, perteneciente al II Batallón de Intervención en Emergencias de la UME

Roberto Amorin

La Unidad Militar de Emergencias (UME) abandonó en marzo su inconfundible uniforme militar para enfundarse en el blanco impoluto de los Equipos de Protección Individual (EPI) con el que libraron otra batalla fundamental contra la expansión del coronavirus. El gallego Roberto Morín, en representación de todos sus compañeros y compañeras que en Canarias batallaron a pie de calle contra la pandemia, recuerda estos meses de rabajo.

¿Cómo ha sido enfrentarse al covid 19?

Ha sido un gran reto profesional para todos los militares que componemos la UME. Una vez más, nuestra preparación para intervenir en emergencias, sirvió de base para combatir esta pandemia desde su inicio y durante muchos meses de forma continuada.

¿Cuántas personas participaron en estos operativos de la UME en Canarias?

Intervino la totalidad del personal que compone la UIEM Canarias en sus dos destacamentos en Gran Canaria y Tenerife.Además, nuestra unidad se reforzó con personal especializado de la UME en Madrid, perteneciente al GIETMA (Grupo de Intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales), encargados del manejo de equipos avanzados de desinfección frente al COVID. También contamos con refuerzos de los demás Ejércitos, como fue el caso de Oficiales de Psicología y Veterinaria.

Ante una situación tan inesperada y única, como ha sucedido a otros tantos gremios, ¿se tuvo que trabajar con mucha improvisación?

Al contrario; nuestra preparación es continua en el ámbito de las emergencias y por ello, desde el primer momento, la UME dispuso de protocolos de intervención para su personal los cuales se han ido perfeccionando con la experiencia adquirida.

Imagino que sería impresionante estar haciendo vigilancia en las calles de ciudades como las nuestras, tan llenas de gente, y verlas totalmente vacías. Debió ser un shock.

Al igual que ocurre en las misiones internacionales en las que los militares participamos, se trata de una experiencia que requiere ser vivida para ser entendida. Nuestra labor pasaba por aportar normalidad y seguridad a una realidad extraña; y en esos momentos, la ciudadanía cumplió su papel con sobresaliente, colaborando con nosotros cada día, para hacer nuestro trabajo más sencillo.

¿Tiene alguna imagen que se le quedará grabada en la mente, sobre todo de aquellos días iniciales de tanta incertidumbre?

Cómo no: las palabras de aliento, los aplausos y los rostros de agradecimiento de nuestros mayores en aquellas residencias de ancianos en las que trabajamos realizando desinfecciones; imborrables.

¿Cómo se mostraba la gente ante vuestra labor? ¿Han sentido el cariño de los y las ciudadanas?

Desde el primer momento. En las calles, en aeropuertos, en residencias de ancianos... la gente ha sido siempre muy colaboradora y agradecida por la labor que desempeñábamos. Sin ese cariño, todo habría sido mucho más difícil para todos.

¿Cuánto tiempo se mantuvieron trabajando en las calles? ¿Qué otras labores han desempeñado en todos estos meses?

La actividad de la UME en Canarias, comenzó antes de la declaración del estado de alarma y se extendió hasta bien entrado el mes de Junio, en plena campaña de lucha contra incendios forestales. Realizamos no solo desinfecciones frente al COVID en todo tipo de instalaciones (zonas de tránsito de viajeros, residencias de ancianos y Centros de Salud, prisiones, etcétera) sino también patrullas de presencia e informativas a la población y, en una última etapa, trasvase de conocimientos a otras unidades de intervención civiles en las Islas.

¿Qué grado de implicación tuvieron los hombres y mujeres de la UME con esta crisis sanitaria?

De dedicación plena, tal y como requería una situación excepcional como ésta. Y a la vez, contando con el respaldo y sacrificio de nuestras familias, que desde siempre comprenden nuestra vocación de servicio y nos alentaban cada día, aunque fuera desde la distancia.

¿Hubo miedo entre vuestros profesionales?

Miedo, no; pero siempre respeto hacia un enemigo poco conocido y letal para mucha gente. Por ello, la preparación es esencial y es lo que hace que en nuestro desempeño profesional la seguridad de nuestro personal sea siempre una prioridad.

¿Cree que en las Islas Canarias la ciudadanía se ha comportado bien?

Considero que sí, por haber demostrado sensibilidad con el momento que tocaba vivir y responsabilidad en sus acciones aunque siempre hay excepciones que no reflejan nunca el parecer general.

¿Qué debemos aprender de toda esta situación?

Que nuestro entorno no es 100% seguro, ya que existen situaciones que escapan de todo control o previsión. Por ello se justifica la necesidad de disponer de unidades entrenadas y preparadas para apoyar a la población en cualquier situación y la UME cumple ese papel junto a las otras organizaciones implicadas en protección civil en el ámbito local, insular o autonómico.

Tengo entendido que el personal de la UME estará entre los primeros en recibir la vacuna por evitarles riesgos debido a su función en primera línea. ¿Se vacunarán aunque no sea obligatorio?

Nuestro trabajo se considera actividad esencial y así lo fue en momentos de máxima exigencia. Por ello, nuestra permanente disponibilidad debe estar garantizada y los hombres y mujeres de la UME emplearemos todos los recursos disponibles para que eso no peligre.

¿Qué le pide al nuevo año?

Por encima de todo salud que nos permita disfrutar de los nuestros por muchos años, pero también ‘sentidiño’, como se dice en mi tierra natal, para que interioricemos bien el momento que nos ha tocado vivir y salgamos reforzados como sociedad y como personas.

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