Ni Debord ni el culto graffitero anónimo están solos. Desde la antigua Grecia hasta los anarquistas, pasando por los filósofos chinos, han planteado la necesidad de dejar de hacer cosas para vivir mejor. Incluso el yerno de Marx, Paul Lafargue, calificó de “locura” el amor al trabajo en El derecho a la pereza (1848). “El trabajo constante ensucia, embrutece y nos convierte en seres impersonales”, escribió el humanista rumano Emil Cioran.
Una de las artistas que más ha trabajado sobre esta idea es Christina Schultz, que concibió el Manifiesto del No Hacer como resistencia a un sistema económico que obliga a dedicar casi todo el tiempo a trabajar para ganarse la vida precariamente y no retribuye las actividades de reproducción y cuidados: La sociedad de trabajo es una sociedad de dolor / El ritmo de trabajo productivo es un suicidio colectivo / Destruyamos el trabajo como eje de nuestra existencia. Schultz considera vital que la sociedad conserve espacios, como el artístico, desde los que pensar fuera del sistema y explorar alternativas.
Elogio de la pereza
Ya Catón, citado por Cicerón, decía hace más de dos mil años que “nunca está nadie más activo que cuando no hace nada”, de lo que se podría deducir que la hiperactividad contemporánea acaba llevando a la pasividad. Sobre estas cuestiones reflexiona la exposición So Lazy, que hasta el 28 de abril reúne en CaixaForum Barcelona obras de artistas contemporáneos que plantean la pereza como una virtud.
Desde el Ne travaillez jamais de Debord a la obra de Samuel Labadie que muestra el logotipo de una famosa marca de calzado deportivo con el lema Just do nothing (Simplemente, no hagas nada) en lugar del ortodoxo Just do it (Simplemente hazlo) han pasado 70 años, pero los artistas siguen insistiendo en la necesidad de parar la infernal maquinaria económica.
Otra de las obras expuestas en CaixaForum consiste en una pared forrada con todas las nóminas del artista Francesc Abad como profesor de la escuela Aula desde los años 80. Con la actividad docente pudo sostener su vocación artística, una doble jornada habitual en este sector. Por lo menos para Abad toda esa actividad laboral ha tenido un sentido, pero cuando a menudo uno se enfrenta a su informe de vida laboral piensa: “Y todo esto ¿para qué?”.