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Misterio en la Galicia rural

Inma Cuesta, Bárbara Lennie, Arón Piper, Tamar Novas y Roberto Enríquez, los principales actores de ‘El desorden que dejas’, hablan de su trabajo en la serie de Netflix, uno de los últimos éxitos españoles de la plataforma

(L) | ELD

Carlos Montero, uno de los creadores de Élite y Física o Química, asegura que no suele ambientar sus libros o sus series en su tierra natal, Galicia. Pero dice que la historia de El desorden que dejas, basada en una de sus novelas, se lo pidió. Los bosques y pueblos de Ourense, Lugo y A Coruña se convierten casi en un personaje más de este thriller de ocho episodios que está arrasando en Netflix. Sus protagonistas (Inma Cuesta, Bárbara Lennie, Arón Piper, Tamar Novas y Roberto Enríquez) explican cómo fue el rodaje y el reto que supuso para algunos de ellos interpretar con acento gallego.

Galicia es un personaje más de la serie. ¿Creen que sus paisajes ayudan a ambientar el thriller?

Inma Cuesta (I.C.): La luz de Galicia y su atmósfera tiñe toda la historia con esa cosa un poco enigmática, de misterio, de thriller. Creo que Galicia le queda muy bien a esta serie.

Tamar Novas (T.N.): Es la primera serie de Netflix que se rueda allí, en escenarios naturales. Tanto el clima como los espacios son parte del thriller y juegan muy a favor del misterio.

Roberto Enríquez (R.E.): Que la serie se desarrolle en esa esquina de nuestra geografía, en un pueblo del interior de Ourense, le da personalidad. Casi todas las ficciones ocurren en Madrid o en Barcelona, en sitios mucho más reconocibles. Y, de repente, irte a la Galicia interior le da algo muy especial. Pero está en sintonía con todo, con la luz que tiene la serie, con las piedras, con el clima, con el carácter especial de esa gente, con la música, y es parte de su ADN.

Bárbara Lennie (B.L.): Sería muy diferente contar esta historia en otro lugar de España. Además, Carlos [Montero] viene de allí, es donde se ha criado, y era su manera de hacer un pequeño homenaje, con todas las contradicciones, las luces y las sombras que tiene este homenaje en particular.

¿Les resultó complicado trabajar poniéndole a sus personajes acento gallego? ¿Tenían algún asesor?

Arón Piper (A.P.): Sí, tuvimos varios y había una persona siempre en el rodaje, aunque tuviéramos solo una frase. Yo viví en Asturias y seguro que para mí fue más fácil que para Inma, que es de Jaén (ríe). Pero ya dentro de Galicia los acentos son muy distintos y con el asturiano cambia cómo terminan las palabras, así que tenía que vigilar que no se me fuera para otro lado...

I.C.: No era la primera vez para mí, ya me había estrenado haciendo una película en Argentina. Como andaluza, desde la escuela de arte dramático siempre te insisten mucho en cambiar el acento, en el acento neutro. O sea, que es algo que he hecho más veces. Pero es cierto que aquí era un gran reto. Lo hice con mucho cariño, con mucho esfuerzo y muy bien asesorada por un coach y por mis compañeros.

R.E.: Era quizá uno de los retos más divertidos, pero también me lo tomé con mucha responsabilidad, porque limitaba tu libertad a la hora de interpretar. Aunque es verdad que cuando trabajas con todo un equipo gallego te das cuenta de que había una forma distinta de decir cada frase por cada gallego que te encontrabas. Al final, tenías una referencia, que era el coach, y tú tenías que meter la intencionalidad que querías darle al personaje dentro de esa música que es el gallego. Creo que meterte dentro de ese corsé a la hora de hablar fue una de las cosas más complejas.

Tamar, usted, como gallego, podría echarle un cable a sus compañeros. Sobre todo a Inma, que es con la que comparte más planos.

T.N.: En ningún momento tuve la sensación de que Inma necesitase mi ayuda. Fue cosa de su talento, de una habilidad especial y de tomárselo muy en serio y con mucho respeto. Era un disfrute escucharla. A mí me pareció un riesgo que corres como actor, porque yo creo que tienes hasta que pensar y sentir con otra música. Pero todo respiraba mucha realidad. No renunciar a esa verdad para contar realidades muy extremas y de thriller, que no son cotidianas, era un reto que yo creo que hemos conseguido superar.

¿Por qué el personaje de Viruca, en cambio, no tiene acento a pesar de ser gallega?

B.L.: Fue un cúmulo de cosas. Yo creo que Viruca, aun siendo de ese lugar y teniendo una familia que viene de ahí, ha pasado mucho más tiempo fuera que el resto. Tiene esa cosa como de querer internacionalizarse, dentro de su fantasía de ‘soy una mujer cosmopolita’. Vive en esa especie de ínfulas de tener una vida que no tiene nada que ver con la que se le presupone y, en ese sentido, nos cuadraba que el personaje tampoco tuviera el acento que tienen los demás. Era casi una especie de extranjera en su propio pueblo.

Arón, ¿cómo se enfrentó a su personaje, Iago, el más visceral de la serie y que vive con una ira constante?

A.P.:_El personaje tenía esa cosa que te hacía pensar: ‘va a caer demasiado mal, va a parecer que solo tiene ese lado malo...’ Una gran parte de nuestro trabajo estuvo ahí, tanto por parte de Carlos a la hora de escribirlo y dirigirnos, como mía, a la hora de trabajarlo. Al interpretarlo, tenía muy presente que debía dejar asomar, aunque fuera un poquito, esa parte tapada que tiene Iago.

¿Cómo fue interpretarlo viniendo de un personaje tan distinto como el Ander de Élite?

A.P.: Ander me ha enseñado mucho desde que empecé con él en Élite, que ha sido una escuela a nivel de formación. Pero llevaba tres temporadas haciéndolo, con lo que suponía de cansancio y un poco de saturación incluso, porque no estoy acostumbrado a hacer series tan largas o a estar tanto tiempo con el mismo personaje. Así que pasar de un personaje tan para adentro y tan torturado a coger a Iago fue un gustazo. Además, es todo para afuera, todo emoción, muy distinto a Ander, así que fue un alivio y lo disfruté un montón.

¿Hizo mucha piña con Roque Ruiz e Isabel Garrido, que interpretan a Roi y Nerea? Ambos debutaban con esta serie.

A.P.: Los dos están increíbles, parece que llevan mucho tiempo trabajando. Hubo una química muy guay. Los conocí cuando subí a Galicia a hacer el casting con ellos y me gusta pensar que tuve un mínimo de porcentaje de decisión en su elección.

Casi todos los personajes son en algún momento sospechosos de la muerte de Viruca. Incluso Germán (Tamar Novas), el marido de Raquel (Inma Cuesta).

T.N.: Sí, pero yo creo que Germán y Raquel se complementan. A mí toda la historia me gusta pensarla como una metáfora del momento de su relación. Todo lo que ocurre pasa de verdad, pero también funciona como las pesadillas y las tragedias que tiene una pareja que está en un momento en el que no sabe cómo avanzar. Además pensaba en lo personal que era esto también para Carlos [Montero], con el tema de las raíces que ya estaba en la novela, con el personaje de Germán que vuelve a enraizarse en su pueblo y con Raquel, que se arriesga a ir a otro sitio, que es arrancada un poco de su lugar. Hay un viaje a las propias raíces que creo que remueve muchos secretos y muchas cosas que estaban muy instaladas. Me parece que el viaje a ese pueblo es, sobre todo, muy caótico, como el título de la serie. Es el desorden que hay que afrontar y hay que ordenar.

También juega al despiste Mauro, el marido de Viruca, porque no sabes si es un verdadero aliado de Raquel o no, ni siquiera si se llevaba bien con su mujer...

R.E.: Está contado de esa manera, no solo con mi personaje, sino con muchos otros, que al principio puede ser uno de los culpables y no sabes bien qué rol juega... Pero a medida que va avanzando la serie te vas dando cuenta de cuál es en realidad. Yo creo que el personaje de Raquel es un instrumento que él utiliza para sus propios intereses, sin tener en cuenta para nada lo que le pueda pasar a ella o las consecuencias que pueda haber. Actúa de manera egoísta. A mí me gustan todas las contradicciones en las que entran los personajes porque se traicionan a sí mismos constantemente, y eso es superhumano.

Aparte del misterio de la muerte de Viruca, la serie aborda muchos otros temas de fondo, como los secretos, las infidelidades, la corrupción urbanística, las falsas apariencias...

I.C.: Y la mentira, la culpa, la avaricia, el duelo, que aparecen a través de las grietas de los personajes. Se muestra muy bien el lado oscuro de todos, no solamente esa parte que queremos mostrar, sino todo lo que intentamos que no se vea y que está debajo de un montón de capas. Nadie es tan bueno o tan malo. Son personajes con una gran profundidad, como Iago, que tiene muchas capas antes de llegar al fondo.

T.N.: A veces parece que las historias, cuando se desencuadran de un centro y te vas a otros sitios como la Galicia interior, van a tratar temas de otro mundo. Pero allí están los mismos temas que en otros sitios, con sus peculiaridades, por supuesto. Y en esta serie se toman riesgos en ese sentido, va a un pueblo en el que hay una cantidad de cosas que son del día a día de cualquier pareja, de cualquier persona que está pasando por una crisis, de alguien que tiene una adicción o un problema familiar. Se abordan muchos temas y me parece que todo el mundo va a conectar con algún asunto y va a empatizar con la postura de un personaje u otro.

En la serie la muerte no solo está presente a través de la desaparición de Viruca. El matrimonio de Germán y Raquel está también muy marcado por el duelo. Él, el de su padre desde hace unos cuantos meses, y ella, el de su madre, muy reciente.

I.C.: Sí, la pérdida, el duelo, la incapacidad que tenemos para reconducir nuestras vidas cuando has perdido a alguien que quieres mucho pero que está muy presente... A veces se trata de la muerte, pero también hay otras pérdidas: de identidad, de oportunidades debido a la situación social... En este caso se habla también de la crisis que hubo y de cómo dejó desprotegidos a muchos, huérfanos de oportunidades, como le pasa al personaje de Tamar. El desorden que dejas retrata muy bien todo eso.

El desorden que dejas está basada en un libro de su creador, Carlos Montero. ¿Les recomendaron leerlo antes de empezar a rodar? Porque hay algunas diferencias entre la novela y la serie, sobre todo respecto a Viruca, que en el libro está descrita por los otros personajes pero que en la ficción de Netflix tiene su propia voz.

B.L.: Yo lo leí por curiosidad. Lo primero que supe del proyecto es que estaba basado en una novela y que Carlos [Montero] iba a ser el director, así que quería saber de lo que estaba hablando. En la novela el personaje de Viruca se intuye a través de las voces de los demás y se desarrolla mucho más en la serie, por suerte para mí.

T.N.: Yo me lo leí mucho antes de que hubiese la posibilidad de que se rodase la serie, y ya entonces pensaba que Germán sería un personaje que me encantaría hacer.

I.C.: Yo me leí el libro en el 2016 porque me encantó el título. Y me gustó tanto que quise comprar los derechos de la novela para poder hacer una serie o una película, pero ya estaban reservados, supongo que por Carlos Montero. Tres años después me lo encontré en unos Premios Feroz y me dijo que iban a hacer la serie y que quería que hiciese de Raquel. O sea, que es la historia de un flechazo.

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