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Perros guía: cuando su aliento es tu mirada

Los primeros perros guía llegan a las Islas Canarias a finales de los años 60 y a principios de los 70 del siglo XX - Hoy en día, hay más de 60 canes lazarillo con personas invidentes en nuestro Archipiélago

El grancanario Abel Hernández Segura con su perro guía en la Fuente Luminosa de Las Palmas de Gran Canaria el pasado viernes. | JOSÉ CARLOS GUERRA

“Para un ciego, el sonido de la respiración de nuestro perro guía es una constante como el latido que te dice en todo momento ‘estoy aquí, a tu lado’. Ayer cuando la respiración de Gayla desapareció y en su lugar sólo hubo silencio, fue el momento más duro que he vivido en mi vida [...] Hoy el silencio en mi vida y mi corazón es atronador porque tu corazón ya no está pero tu amor sigue presente”. Estas palabras del deportista de élite grancanario Enhamed Enhamed, publicadas el 13 de febrero en su cuenta de Instagram -@enhamed- no sólo suponen un bello homenaje de despedida del campeón olímpico y de Europa de natación para ciegos sino que refleja la importante e íntima relación que los hombres y mujeres con problemas de visión entablan con sus perros guías. En el Archipiélago, según los datos de Aupcan, la asociación de usuarios de perros guía de Canarias fundada en 2006, hay actualmente más de 60 perros trabajando con personas ciegas o con deficiencia visual.

Abel Hernández Segura, de 47 años y nacido en La Aldea, en Gran Canaria, fue uno de los socios promotores de la asociación, su primer presidente y hoy es su tesorero. Licenciado en administración y dirección de empresas, este profesor jubilado de Formación Profesional en la rama de Administración explica que “los primeros perros guía llegan a Canarias a finales de los años 60 y a principios de los 70 del siglo XX. Yo llevo 30 años ciego y 20 acompañado de perro guía”, cuenta este profesional que perdió la visión a causa de la retinosis pigmentaria, una enfermedad genética y degenerativa.

Según datos proporcionados por la ONCE, en España hay un millar de personas con déficit visual (ceguera total o parcial grave) que utilizan en la actualidad un perro guía como “auxiliar de movilidad”. En nuestro país, la Fundación ONCE del Perro Guía (FOPG) es la encargada de adiestrar y preparar tanto al perro como al usuario para que se adapten mutuamente de manera que la labor del animal resulte beneficiosa para ambos y útil para la persona invidente.

La fallida prueba de bardinos como perros guía

Actualmente los ciegos canarios traen sus perros guías de Madrid, de la Fundación ONCE del Perro Guía, y de Rochester, en Estados Unidos, “de una escuela propiedad del Club de Leones”, explica Hernández.

Hoy en día los perros guía se engloban dentro de los perros de asistencia, que ayudan a otras personas con discapacidad como pueden ser los canes que avisan a las personas sordas de señales sonoras o los que se emplean para ayudar a personas con movilidad reducida que les pueden abrir las puertas o recoger las llaves del suelo, etcétera.

Las razas más utilizadas en la actualidad son el labrador y el golden retrievers, y en menor medida el pastor alemán. “Hace unos años se probaron los bardinos para realizar la función de perros guía”, explica Abel Hernández Sosa, “pero resultaron ser demasiado protectores con la persona ciega además de tener esa raza canaria cierto grado de agresividad, lo que hizo que fueran descartados”, aseguran.

Los perros guía no comienzan su periodo de entrenamiento hasta haber cumplido el primer año de vida. Hasta entonces, una familia apta, cuyas características son estudiadas de forma pormenorizada por la ONCE u otras asociaciones se encargan de sus cuidados en régimen de adopción temporal.

A la familia acogedora que cuida a los perros en su primer año de vida se le proporciona todo lo necesario para su cuidado, como el pienso. Han de llevarlo al centro de la ONCE para pasar las correspondientes revisiones sanitarias y también se les prohíbe dejar al animal más de dos horas solo en casa además de que se les hace un seguimiento que incluye visitas al hogar para comprobar que el cachorrillo está siendo bien tratado.

Una vez que el animal ha sido criado y cuidado por una familia, pasa al centro de adiestramiento. Este cambio es delicado tanto para el perro como para los miembros de la familia (algunos de los cuales son niños que se han encariñado con él), así que se procura no hacerlo de forma drástica o repentina sino paulatina y escalonada. De este modo, se permite a la familia visitar al perro e, incluso, conocer al futuro usuario cuando se haya asignado a algún ciego solicitante.

Dos años aproximadamente durará el entrenamiento del perro guía. Tras una estudiada selección, se le asigna a un invidente al que se prepara también para que sepa tratar y adaptarse al can. Después de unos diez años acompañando al invidente, el perro ya no puede servir de guía. El invidente puede optar por quedarse con él hasta su muerte o por cederlo de nuevo a la ONCE, que lo dará en adopción a alguna persona o familia amante de los animales para que lo cuide hasta sus últimos días.

“El ciego y el perro pasan las 24 horas del día y los 365 días del año juntos por lo que se crea un vínculo muy muy fuerte hasta el punto que pueden conocerse hasta un grado insospechable”, explica Abel Hernández Sosa.

Los beneficios, tanto físicos como psíquicos, que aportan estos perros guía son indiscutibles, según fuentes de la ONCE. La posibilidad de brindarse afecto mutuo es algo que enriquece la vida emocional de las personas con discapacidad e incrementa la satisfacción del animalito, que se siente querido, apreciado, mimado y útil para su amo. Esto es válido no solo en caso de ceguera; los beneficios que aportan a los niños que tienen autismo o cualquier discapacidad, son indiscutibles.

“No todos los ciegos poseen las características necesarias para usar al perro como asistente de movilidad por ello pasamos por las manos de un equipo multidisciplinar formado por psicólogo, trabajador social, técnico de rehabilitación y médico”, cuenta Hernández Sosa, “que se encarga de realizar el perfil que posteriormente servirá al instructor del perro para realizar el vínculo, es decir la creación de la pareja ciego-perro”.

El origen de este binomio, que genera la pasión que demostraba Enhamed Enhamed en el texto con el que se inicia este reportaje [ver entrevista en página siguiente], fue una invención del médico alemán, el doctor Gerhard Stalling, quien tuvo la idea de entrenar perros en masa para ayudar a los afectados durante la Primera Guerra Mundial por la ceguera a consecuencia del gas venenoso... Stalling comenzó a explorar formas de entrenar perros para convertirse en guías confiables y en agosto de 1916 abrió la primera escuela de perros guía para ciegos en Oldenburg.

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