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Vestidores de película

La moda está en el cine

Sin alfombras rojas y con la vida en la calle y la oficina a medio gas, los vestuarios de las ficciones y sus diseñadores acaparan la atención: esta noche libran la batalla de los Oscar

La moda está en el cine

El vestuario de muchos personajes es tan reconocible como los actores que les dan vida. Pensemos en el sombrero de Indiana Jones, los zapatos de Dorothy o el traje verde de Los pájaros y es fácil recordar a Harrison Ford, Judy Garland y Tippi Hedren. Pero pocos acertarán el nombre de los diseñadores que crearon estos icónicos armarios a través de un apasionante trabajo: para responder al argumento, era y tono de la historia estudian la moda de la época y lugar mediante referencias, materiales, estampados y piezas. Cada diseño debe comunicar la edad, clase social, función y evolución del personaje y mostrarlo en bocetos o imágenes que, una vez aprobados, se hacen realidad. A veces basta una sola prenda para pasar a la historia, como la rebeca que lucía Joan Fontaine en el filme de Hitchcock.

Otras veces despliegan hasta 800 looks diferentes, caso de Coming 2 America, en la que Ruth E. Carter muestra su propio universo y el de otros 40 diseñadores. Su equipo era enorme porque solo el 2% de los outfits del filme son comprados. “Había cinco sastres, cada uno con su grupo de costureras y de tintorería, varios asistentes y una zona para accesorios como sombreros o coronas. Éramos unos 25, sin incluir colaboradores en medio mundo”, ha explicado. 

Carter, primera diseñadora negra que gana un Oscar (fue en 2019 por Black Panther), descubrió su estrella en el paseo de la Fama de Hollywood en febrero. Es la primera responsable de vestuario en más de 60 años que recibe este honor, dato curioso teniendo en cuenta la influencia de estos creadores en la industria, como hemos comprobado este año al ver desfilar en pantalla todo un alarde de creatividad y fantasía en series como Los Bridgerton, Mrs. America, Euphoria o Unorthodox, todas nominadas a los Costume Designers Guild Awards entregados el 13 de abril, que ganaron Debra Hanson por Schitt’s Creek (categoría contemporánea), y Gabriele Binder por Gambito de dama (época). Sus personajes han sido distracción y ejemplo de qué ponerse ahora que la vida en la calle y la oficina se ha esfumado. “Como no hemos podido salir a comprar, nos hemos fijado más en la pantalla”, dice Salvador Pérez, presidente del gremio. 

Por eso estamos tan obsesionados con los looks ochenteros de Lady Di creados por Amy Roberts en The Crown, el armario de Sam Perry en Killing Eve o los abrigos que Signe Sejlund firma para Nicole Kidman en The Undoing. Son piezas tan comentadas como el street style o la alfombra roja en tiempos prepandemia. Y sus creadores llenan las páginas que antes solo ocupaban los diseñadores de moda. “Muchos se han empezado a fijar en el vestuario por primera vez”, afirma Nancy Steiner, responsable de la potente imagen de Carey Mulligan en Una joven prometedora. Nunca en sus 34 años de carrera ha hecho tantas entrevistas como ahora. “Quizá sea el momento de reconocer su trabajo como creadores de tendencias”, escribe Vanessa Friedman en The New York Times. 

Y quizá volvamos a la era dorada de Hollywood, cuando eran ellos quienes vestían a las estrellas dentro y fuera de la pantalla. Como Adrian con Rita Hayworth o Edith Head con Grace Kelly. Después su trabajo quedó eclipsado por los diseñadores de moda, como Givenchy con Audrey Hepburn. Y salvo excepciones, sus nombres quedan en la sombra aunque hayan inspirado cientos de colecciones: todos recuerdan la estética de Blade Runner pero no a su creadora, Renée April, o la de Star Trek pero no a Robert Fletcher, que acaba de morir a los 98 años. Incluso cuando un diseñador de vestuario como Paolo Nieddu se encarga del 90% de la producción en The US vs. Billie Holiday, su colaboración con Prada eclipsa el resto del trabajo. Y eso que la casa italiana solo firma nueve looks. 

Estudios poco generosos

Tampoco ayuda la insistencia de la Academia en nominar, año tras año, los títulos de época. De ahí el debate sobre crear una categoría contemporánea en los Oscar. En 2021 los nominados son Bina Daigeler por Mulan (China imperial), Trish Summerville por Mank (Hollywood de los años 30), Massimo Cantini Parrini por Pinocho y las dos favoritas: Alexandra Byrne por Emma, ambientada en la Inglaterra del siglo XIX, y Ann Roth por Ma Rainey’s Black Bottom, la historia de la cantante de blues en 1927. 

Y finalmente, no ayuda la poca generosidad de los estudios. “Quieren toda la gloria para ellos”, se queja Carter, recordando que son dueños del trabajo y de poco sirve que los proyectos tengan tanto éxito que inspiren colaboraciones como la de Banana Republic con Mad Men. Por eso desde el gremio están en plena campaña. Redes sociales, entrevistas, reportajes con un único objetivo: volver a brillar en los títulos de créditos.

Tres de los grandes clásicos

Adrian. Con una frase tan sencilla como “vestidos por Adrian” aparecía en los créditos el diseñador de vestuario de la MGM, creador de clásicos como El mago de Oz y otros 250 filmes, además de vestir a estrellas como Greta Garbo o Joan Crawford. 

Orry-Kelly. El australiano con más Oscar. Trabajó en Casablanca o Un americano en París. Su estilo era más fácil de recrear por la audiencia, y su pieza más recordada, el vestido de Bette Davis en Jezebel.

Edith Head. [en la imagen] Fue nominada a 35 Oscar, cada año entre 1949 y 1966. Lo ganó ocho veces (Sabrina, El golpe), trabajó con Hitchcock y vistió a todas las actrices del Hollywood de su época, de Audrey Hepburn a Grace Kelly.

La moda está en el cine NOELIA SASTRE

De la moda a la gran pantalla

Christian Dior fue de los primeros en dejar su huella en Hollywood con Pánico en la escena, en 1950: así se lo impuso Marlene Dietrich a Hitchcock. Pierre Balmain vistió a Brigitte Bardot en 1956 en Y dios creó a la mujer (Roger Vadim), ambientado en St. Tropez. Y en Nueva York, Givenchy dio vida al LBD (little black dress) para Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes [en la foto]. También en 1961 Chanel se encargó del vestuario de Last year in Marienbad. Y en esa misma década, Yves Saint Laurent con Belle de Jour y Paco Rabanne con Barbarella mostraron sus mejores trabajos en un medio, el cine, en el que también han colaborado Lagerfeld (Mistress), Armani (American Gigolo), Gaultier (El quinto elemento) o Prada (El gran Gatsby). 

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