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MEMORIAS GASTRONÓMICAS

«Crecí jugando entre los sacos de millo»

JOSÉ MANUEL GARCÍA GARCÍA | Cuarta generación de Gofios La Molineta

José Manuel García García, en las instalaciones de Gofio La Molineta. LP/DLP

Recuerdo de pequeña ir a comprar el gofio y cuando me daban el cartucho de millo del país calentito quería llevarlo en las manos y así poder ir oliéndolo. Es ese olor que a muchos canarios nos ha marcado la vida y claro esta, su sabor, con plátano, con aceite y azúcar, con un caldo de pescado… gofio con todo. Por eso hoy nos acercamos a un hombre que creció en un molino de millo. Seguramente es de las pocas personas que tenga una historia familiar tan marcada por un producto que ha ido pasando de generación en generación. Con más de 150 años de historia y con la quinta generación al frente de La Molineta, nos sentamos con José Manuel García García, la cuarta, para que nos cuente sus recuerdos gastronómicos.

¿Dónde nació?

Soy lagunero de cuerpo y alma. Nací en el centro de La Laguna, en el antiguo barrio de Los Molinos, hoy se le conoce como San Honorato. Nací en el barrio, en casa, pero como si hubiese nacido en el molino.

¿A qué edad empezó a trabajar?

Empecé a trabajar a los 16 años. Dejé de estudiar porque mi padre enfermó y me hice cargo del molino hasta los 20. Cuando él se recuperó quise probar suerte en otra cosa: fui al cuartel, me casé y nos fuimos a Suiza. Trabajé en una fábrica que se llamaba Hurlimann, fabricando cajas registradoras. Cuando regresé era técnico en Gispert, una empresa dedicada a lo mismo, y recorría varias islas, hasta que mi padre se retiró y no quise que se cerrara el molino.

¿Qué edad tiene?, ¿cuánto hace que se jubiló?

Tengo 79 años, me jubilé a los 65, pero sigo dándome una vuelta por el molino todos los días.

¿Cuándo se jubiló, cuantos años llevaba al frente del molino?

Me jubilé por el 2006, después de casi 30 años de gerente de la empresa.

¿A qué se dedicaban sus padres?, ¿y sus abuelos?

A lo mismo, soy biznieto, nieto e hijo de molinero. Y padre de molinero. Mi padre fue molinero, mi abuelo, molinero y mi madre se dedicaba a la casa, aunque recuerdo que de vez en cuando ayudaba en el molino. A mi abuelo no lo conocí. Él llevaba el molino junto con una venta de la que se hacía cargo mi abuela y, que yo recuerde, mi abuelo materno era panadero.

¿Cuántos hijos tiene? ¿Alguno continuará siendo molinero?, ¿y algún nieto?

Tengo cuatro hijos, tres chicas y un chico que, desde que me jubile, está al frente de la empresa, siendo él la quinta generación. Ahora mis nietos están estudiando en la universidad y mañana quién sabe.

«Mi mujer y yo fuimos a Suiza a trabajar siendo jóvenes y los años allí nos dieron experiencia, idiomas y empuje para empezar»

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¿Quién cocinaba en su casa, su madre o su abuela? ¿Cuáles eran sus platos favoritos?

En casa siempre cocinaba mi madre, mi padre se pasaba el tiempo en el molino. Era muy buena cocinera, pero a mí lo que realmente me gustaba eran las papas fritas con huevos… será porque teníamos gallinas.

¿Un sabor de su niñez?

Recuerdo que, de niño, había una dulcería en el barrio, Dulcería Olivera se llamaba. Me daban un papelón con los recortes de los bizcochones y los dulces, para mí una autentica golosina.

¿De niño llevaba algo para desayunar en el colegio?

La realidad es que en aquella época no llevaba nada, no como ahora que se hacen hasta cinco comidas diarias. Desayunaba con leche y gofio y con eso aguantaba hasta que llegaba a casa.

¿Sigue desayunado leche y gofio?

Sí, cada día de mi vida.

¿Por qué siguió con la empresa? ¿De quién aprendió la profesión?

Cuando mi padre se quiso retirar y me habló de cerrar el molino, aunque yo estaba trabajando en otra cosa, me dio no sé qué y pensé: ‘bueno, voy a pedir un año de excedencia y ver qué pasa’... y hasta aquí. La profesión la aprendí de herencia. Crecí viendo a mi abuelo y después a mi padre trabajado, ¡qué mejor escuela! Todo lo que sé lo aprendí de mi padre y de su experiencia, él me enseñó todo lo que sabía y yo, a mi hijo.

¿Su familia plantaba millo también?

Recuerdo que la familia tenía terrenos y se plantaban papas, millo, trigo y cebada. En la época era normal tener algo plantado para el sustento de la casa. Nosotros, además, como muchas familias, teníamos algo de cereales para hacer nuestro propio gofio.

¿Qué platos recuerda comer de niño?

En mi casa siempre había gofio revuelto, papas arrugadas, pescado salado, carne de conejo… vamos, lo que en toda casa canaria.

«El oficio de la molinería en Canarias es muy complicado y siendo artesanal más aún, pero no descarto ver nuevas generaciones»

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¿Siguió estudiando o se quedó directamente en el molino?

Estudié hasta Cuarto y Reválida, pero con la enfermedad de mi padre dejé los estudios, Mas tarde me fui a Suiza.

¿Algún viaje que le marco la vida?

Mi mujer y yo nos fuimos Suiza a trabajar siendo jóvenes y los años que estuvimos en ese país fueron los que nos dieron todo: la experiencia, los idiomas y el empuje para empezar. No he estado en Venezuela, pero sí en Argentina, con mal recuerdo a la vuelta, por cierto. Cuando regresábamos, se paró un motor y tuvimos que dar la vuelta después de cuatro horas de vuelo sobre el Atlántico. Fue un momento muy tenso.

¿Algún miembro de su familia emigró a Venezuela?

Mucha gente se fue a Venezuela; cada familia canaria tiene algún pariente allí. Mis tíos estuvieron cinco o seis años y algún familiar lejano y sus hijos todavía siguen allí.

¿Es buen comedor?

Pues sí, la verdad es que como de todo.

¿En su casa nunca faltó gofio?

No, nunca faltó. Siempre estuvo en la mesa. Con una u otra cosa, pero siempre había un lebrillo con gofio en mi casa.

Ayudaron a las familias a no pasar hambre.

Sé que mi padre ayudó a la familia y a mucha gente con un par de kilos de gofio, aunque estuviera prohibido.

¿Algún plato que dijera: ‘esto no lo pruebo’?

El potaje, cuando era pequeño, no sé yo por qué, porque bueno era, pero me lo comía de todas maneras.

¿Cuál es su plato o producto favorito en la actualidad?

¿Ahora? Lo que me echen, soy bueno de boca y la cocina canaria es fantástica

¿Quién cocina en casa? ¿Usted cocina? ¿Qué recetas?

Ahora mismo vivo solo. Antes cocinaba mi mujer y muy bien. Cocino cosas sencillas y algún plato de internet con mis nietos.

¿Qué supuso América en su vida? ¿Se trajo alguna costumbre de allí? He leído que siempre la considero su segunda patria.

Bueno, recuerdo que cuando tenía seis años mi tío se fue, pero no supuso mucho para mí a esa edad. En realidad, fue Suiza la que marcó mi vida. De allí nos trajimos los horarios de comida, nos acostumbramos a cenar muy pronto. A Suiza no es que la considere mi segunda patria, allí nació mi hija mayor; se portaron muy bien con nosotros, también trabajamos mucho.

¿Le gustó la mezcla de culturas?

Ellos estaban muy adelantados. Cuando nos fuimos, aquí no había ni televisión. Tenían otras costumbres… unas te gustaban, otras no.

¿Alguna receta heredada de su madre o padre?

Receta, receta… no me acuerdo.

¿Quién va al mercado?

Yo. A veces solo, a veces con mis hijas… Ellas me hacen la lista… me organizo.

¿Cómo ve el futuro de su empresa?, ¿ y todos los cambios?

Ahora mismo no es buen momento para nadie, con situaciones que vemos del día a día muy complicadas para toda nuestra sociedad, pero creo que con trabajo y esfuerzo saldremos adelante. Soy muy optimista porque los canarios siempre miramos adelante. Seguimos atendiendo a público que nos viene y teniendo nuevos clientes que buscan algún cereal que pueda aportar algo nuevo en su dieta; madres que vienen a comprar el primer gofio para sus niños y seguir unas costumbres sanas de alimentación, y gente joven buscando energía para hacer deporte. Eso nos hace ser optimistas, pensar que podemos seguir abiertos siendo molineros artesanos .

Alguno de sus nietos está preparado para ser la sexta generación.

El oficio de la molinería en Canarias es muy complicado y siendo artesanal, más aún. Me gustaría ver nuevas generaciones, por supuesto, y no lo descartaría, pero primero hay que formarse y luego el destino decidirá. Ahora está al frente mi hijo (la quinta generación), José Luis García.

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