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El pergamino de Clío

El canario que fue capitán general de Venezuela

El canario que fue capitán general de Venezuela

A comienzos del siglo XIX, los canarios supusieron la emigración más importante de Venezuela. Los inmigrantes canarios fue vistos por los venezolanos como personas blancas de origen social bajo. En 1810, la élite de Caracas tomó el poder aprovechando la ocupación de Napoleón de la península Ibérica. La Primera República de Venezuela rechazó a las clases bajas y los isleños comenzaron a formar parte de un conflicto sociopolítico que se enfrentaba a la oligarquía caraqueña, cuyo proyecto consistía en unas elecciones restringidas a los propietarios, un gobierno federal, la continuidad de la esclavitud, el sufragio censitario y el estímulo de la colonización.

El 11 de julio de 1811 estalló la llamada Insurrección de los Isleños en Caracas. Esta rebelión fue sofocada rápidamente y sus cabecillas fueron fusilados o ahorcados. Poco después surge una nueva insurrección en Valencia contra el Gobierno Republicano, en la que los isleños se unen a los pardos.

Domingo Monteverde y Rivas fue un canario lagunero que desafió a la República y se proclamó a sí mismo Capitán General de Venezuela, deponiendo a Miranda. Este movimiento se denominó despectivamente «la Conquista Canaria». Monteverde fue apoyado por los sectores populares y el clero. Se sucedieron rápidamente sus victorias y, con ello, cada vez se incorporaban más personas a su lucha contrarrevolucionaria. Los canarios comenzaron a ser el pilar del nuevo orden.

Monteverde cambió la capital, de Caracas a Valencia, el general cada vez tenía más rasgos caudillistas y utilizó a los canarios para consolidar su poder. Esto incrementó aun más el descontento de los sectores que se oponían a su liderazgo. Por todo ello, entre 1810 y 1812 el ambiente giraba en torno a una guerra civil. Monteverde se enfrentó con la Audiencia que intentaba poner límites a su poder y creó instituciones a su conveniencia, pero este experimento con un apoyo social cada vez menor fue difícil de mantener y el 4 de julio dejó que el palmero Manuel Fierro capitulara con Simón Bolívar, pero al general no le gustaron sus términos y los rechazó.

Bolívar entró entonces en Caracas el 6 de julio decretando la Guerra a Muerte, lo que significaba que los canarios y españoles que no lucharan por la independencia de Venezuela serían ejecutados.

En diciembre de 1813, debilitado y herido, Monteverde entrega el mando y parte hacia España en donde es ascendido y condecorado con la gran cruz de la Orden de Isabel la Católica y la Cruz Laureada de San Fernando, reconociéndole así los servicios prestados a la Corona.

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