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El pergamino de Clío

El suicidio en la antigüedad clásica

El suicidio en la antigüedad clásica

Es innegable que hablar de salud mental, por desgracia, aún es algo tabú, pero ¿lo fue también antaño? Si bien el suicidio es algo tan antiguo como lo es la humanidad, no lo es tanto su término que aparece por primera vez en 1177 en un manuscrito de Gauthier de Saint Victor, un teólogo francés. El primer diccionario inglés en incluir el vocablo fue Glossographia, en 1656, y la Real Academia Española esperó hasta 1817 para hacerlo.

En la antigüedad, autores como Eurípides, Aristóteles o Heródoto utilizaron términos como katalyo bioton «hacer pedazos la vida», hekousios apothneisko «morir voluntariamente», autoktonos «matarse a sí mismo» o autophoneutes «asesino de sí mismo» para referirse al suicidio. Sin embargo, la expresión más antigua que existe para describir el suicidio es la dada por Cicerón (106-43 a. C.) «mors voluntaria». Ya sabemos que los clásicos eran unos románticos, ¿por qué decir suicidio pudiendo decir en palabras de Platón «se despoja violentamente de la parte de la vida que le ha dado el destino»?

Como ejemplo, algunos de los personajes clásicos que se suicidaron fueron:

Sócrates, por cicuta. Fue condenado a suicidarse tras admitir ante un jurado que no recocía a los dioses atenienses.

El rey Mitrídates VI. Su hijo Farnaces II le obligó a suicidarse tras ser vencido por Pompeyo el Grande.

El rey espartano Cleomenes I. Según Heródoto, se suicidó apuñalándose varias veces desde los muslos hasta el pecho.

El legislador espartano Licurgo se dejó morir de inanición.

Catón el joven se negó a vivir en un mundo gobernado por Julio César y hay fuentes que apuntan a que se quitó la vida sacándose los intestinos.

Lucrecia, mujer de Colatino, se clavó un puñal en el pecho tras ser violada por Sexto Tarquinio.

Séneca, se cortó las venas para no ser torturado por Nerón (que también se suicidó con la ayuda de su criado, al parecer gritando: «¡Qué artista muere conmigo!»)

Cleopatra VII, que se suicidó para evitar ser humillada por Augusto.

También en la mitología griega existen numerosas referencias al suicidio. Un ejemplo es el de Áyax el grande.

Las técnicas utilizadas fueron variadas: lanzarse sobre una espada, cortarse las venas, ahogarse, la inanición, el envenenamiento… El suicidio estuvo motivado por distintas causas, en ocasiones, en busca de restaurar el propio honor, en otras, como evasión de represalias; lo que está claro es que en tiempos de guerra los casos aumentaban considerablemente.

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