El Día Mundial por la Limpieza de Playas es una iniciativa que en 2008 movilizó en Estonia a miles de personas voluntarias, eliminando en un solo día 10.000 toneladas de residuos. Hoy, el movimiento se ha convertido en una red de 157 países, que aúna a millones de participantes en limpiezas de playas repartidas por todo el mundo, incluidas las de Canarias. Así, el pasado 18 de septiembre de 2021, se convocó de nuevo a los canarios para participar conjuntamente en la recogida de residuos acumulados en las playas más cercanas a sus hogares. En Gran Canaria una de las playas elegidas fue la de Bocabarranco, junto al centro comercial de Las Terrazas. Esta playa forma parte del Sitio de Interés Científico de Jinámar, siendo el único lugar del mundo donde crece la especie Lotus kunkelii, una leguminosa llamada comúnmente yerbamuda. Como conocíamos muchos de los problemas que amenazan la supervivencia de esta planta, nos acercamos con nuestros hijos/as y amistades para colaborar en la rehabilitación de los alrededores donde vive. Y mudos de asombro e impotencia nos quedamos al ver la cantidad de basura que había esparcida por toda la playa.

Cientos o tal vez miles de colillas junto con cajetillas de cigarros vacías, botellas de todos los tipos y tamaños, cuerdas atrapadas bajo las rocas, zapatos viejos, trozos de corcho, bolas de platina, cristales rotos, restos de azulejos y hasta una caseta de campaña, habían sido tirados a lo largo y ancho de la playa. También fuimos recogiendo otro tipo de desperdicios como bastoncillos de los oídos, toallitas mojadas, etc., que debían proceder probablemente de algún emisario o vertido ilegal submarino o que habían sido arrastrados hasta la orilla. Esto nos llevó a reflexionar que lo que consumimos y desechamos en nuestros hogares también repercute en el estado de conservación de nuestras costas. De hecho, el grupo de investigación Ecoaqua de la ULPGC publicó, en 2020 en la revista Marine Pollution Bulletin, que muchos de los residuos plásticos que se acumulan en las playas grancanarias provienen de nuestras lavadoras, principalmente microfibras de ropa.

Canarias, una sobre el mismo mar (de residuos) | R. J-M

Aún más preocupante es que se calcula que hasta medio kilo de plásticos en superficie por kilómetro cuadrado acaban en el litoral de nuestro archipiélago, en parte por la Corriente de Canarias que arrastra mucha de la basura procedente del Atlántico Norte. Esta enorme cantidad de desechos plásticos no solo afecta a la fauna y flora terrestre que vive en la arena y rocas, sino que cuando pasan a ser basuras marinas, contaminan el océano y su biodiversidad, pues entran a formar parte de sus redes tróficas. La presencia de macro- y microplásticos en las playas es también un problema de salud pública, por la cantidad de contaminantes químicos asociados a este tipo de materiales que podemos acabar ingiriendo.

La misma pregunta que nos acompaña desde hace años hizo acto de presencia: ¿cómo lograr que sean más las personas que se impliquen en el cuidado no solo de las playas, sino de todos los ecosistemas de nuestras islas?

Por un lado, estamos convencidas de que, visto lo visto, más aún en lugares protegidos como este sitio de interés científico —en el que se sabe que hay a diario un constante y abundante tránsito de personas y animales— es imperativo asignar al menos un agente que realice acciones de vigilancia ambiental y aplique las sanciones correspondientes. Además, hasta que no haya más ciudadanos que se comporten cívicamente, serán necesarias más campañas de limpieza no solo por voluntariado sino por parte del ayuntamiento correspondiente, que debe garantizar la adecuada gestión de los residuos tras su recogida. Para ello, consideramos fundamental facilitar al voluntariado un protocolo consensuado sobre la correcta recogida y separación selectiva de los residuos, de forma que su esfuerzo además de una acción bienintencionada, tenga realmente un impacto positivo.

Asimismo, es evidente que la educación ambiental es nuestra gran asignatura pendiente, con una casi nula presencia en los currículos escolares, y con una inversión —económica y en recursos humanos— claramente insuficiente que logre sensibilizar medioambientalmente tanto a la población residente canaria como a la visitante (que no es poca). Una EDUCACIÓN AMBIENTAL —sí, en mayúsculas— que fomente el conocimiento y descubrimiento in situ de la riqueza de nuestra biodiversidad (para muchos/as una gran desconocida), indudablemente derivará en sentimientos de respeto y admiración por la vida singular y excepcional que acogen nuestros ecosistemas.

Por otro lado, el bombardeo continuo al que estamos sometidos con mensajes equivocados sobre qué es el éxito o la riqueza, no ayudan en absoluto a que cambiemos el rumbo y dejemos de exprimir el planeta en favor de un desarrollo sostenible. Anuncios que enseñan que solo lo que tiene un precio, tiene valor, y que fomentan la cultura del consumo desmedido por encima del consumo responsable, nos han llevado a un uso abusivo de los plásticos y a llenar nuestros entornos de desperdicios. Ya no basta con reciclar. Necesitamos dar un paso más allá y reducir el consumo industrial y doméstico del plástico, así como de otros materiales contaminantes.

Lo más positivo de la limpieza del 18 de septiembre fue que la mayoría de las personas asistentes eran jóvenes y niños/as. El hecho de que hayan madrugado un sábado para una acción colectiva de ese tipo —sin juegos, ni premios, pasando calor bajo el sol y teniendo que recoger la basura que otros habían tirado— es motivo de esperanza. Ojalá fuéramos más capaces de renunciar al egoísmo del yo, tal y como han demostrado estos jóvenes, y abrazar la generosidad del nosotros, para garantizar un archipiélago sostenible y libre de plásticos para las futuras generaciones.