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Un siglo de comunismo

Un siglo de comunismo

El 14 de noviembre de 1921 se crea el Partido Comunista de España, surgido de las bases y juventudes del socialismo nacional que, descontentas, optan por radicalizarse abrazando los postulados bolcheviques. La tinerfeña Isabel González, alias Azucena Roja, defiende ya en los años 20 la revolución

Este domingo se celebra el centenario de la creación, el 14 de noviembre de 1921, del Partido Comunista de España, una formación política en cuyos postulados fundacionales se defendían, principalmente, la supresión del sistema capitalista; el establecimiento de la dictadura del proletariado y de la República Internacional de los soviets; la completa abolición de las clases sociales; la realización del socialismo como primer paso para alcanzar la sociedad comunista y, con ella, el ansiado triunfo de la oprimida clase obrera. A lo largo de este siglo de historia, en el cual destaca también el valiente activismo de los dirigentes y simpatizantes de la formación en Canarias durante el periodo totalitarista impuesto por Francisco Franco, los ideales y las reivindicaciones del PCE han ido adaptándose a la realidad actual de nuestro país [de hecho forman parte del Gobierno central con dos ministros]. Pero volviendo al papel desempeñado por esta facción a lo largo de los años de represión, los comunistas canarios inciden, sobre todo, en la creencia de que ellas y ellos fueron los únicos opositores al imperante Nacionalcatolicismo. «La dictadura franquista», aseguran, «solo tuvo enfrente al PC. Los demás partidos se pegaron 40 años de vacaciones», añaden.

El triunfo del partido bolchevique liderado por Lenin en la revolución rusa de 1917 marcó el inicio de una nueva etapa en la historia de la humanidad: la era de las revoluciones socialistas y la dictadura del proletariado. Este hito, de importancia trascendental en la historia mundial, extendió por todo el mundo las ideas revolucionarias surgidas a partir del marxismo-leninismo.

Como en los demás países europeos, en España pronto se hicieron sentir también las influencias revolucionarias provenientes de Rusia. A nivel nacional, y en sus primeros momentos, la más clara manifestación fue el llamado Trienio Bolchevique, movimiento revolucionario de carácter campesino en Levante, Extremadura, pero sobre todo en Andalucía, entre los años 1918-1920.

El PCE nació de la fusión de dos facciones de una misma ideología, una situación que confundía a sus simpatizantes

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Una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, y ante la descomposición de la II Internacional socialista, en 1919 se produciría otro hito fundamental para el avance del comunismo en el mundo: la fundación de la Internacional Comunista también conocida como III Internacional. Surgida a partir de los impulsos de la revolución de octubre en Rusia y liderada por Lenin, se estableció como el pensamiento guía para la organización que en adelante tendrían que adoptar los partidos comunistas de tendencia marxista-leninista que se iban formando en los distintos países del mundo.

Así, a partir del triunfo de la Revolución Bolchevique en 1917 y la formación de la Internacional Comunista en 1919, las ideas del marxismo-leninismo comenzaron a extenderse por el planeta, fomentando la creación de partidos comunistas en todos los países.

En la España de inicios de los años 20, el oportunismo reformista del Partido Socialista rechazó su adhesión a la nueva Internacional, manteniéndose dentro de una II Internacional totalmente corrompida tras la primera contienda mundial. Sin embargo, las bases y las juventudes del socialismo español se radicalizaron, declarándose fieles a los postulados bolcheviques a partir de las influencias terceristas, creándose de esta manera el Partido Comunista de España (PCE) el 14 de noviembre de 1921, fecha que hoy se conmemora.

Bajo dos siglas

A pesar de los esfuerzos de la oligarquía española por frenar la llegada de las influencias rusas al país, las ideas revolucionarias bolcheviques terminarían cristalizándose políticamente en la fundación del primer Partido Comunista de España el 15 de abril de 1920. En el origen de este proceso están las ambigüedades del Partido Socialista respecto a su adhesión a la Internacional Comunista, lo que provocó la escisión de la Federación de Juventudes Socialistas que había decidido unirse al internacionalismo proletario liderado por Lenin.

Los socialistas españoles rechazaron finalmente su adhesión a la Internacional Comunista y se mantuvieron fieles a la ya desacreditada II Internacional. Esta decisión provocó que muchas agrupaciones socialistas, sobre todo las de los principales centros mineros del país —Asturias, País Vasco y Río Tinto, en Huelva—, se escindieran del Partido Socialista y crearan un segundo partido de tendencia marxista-leninista de España: el Partido Comunista Obrero Español (PCOE).

La existencia de dos partidos comunistas en el país creaba una situación confusa para el proletariado y el campesinado así que, a partir de los consejos de la Internacional Comunista, se produjo la fusión de las dos facciones en un único partido del proletariado el 14 de noviembre de 1921, manteniéndose el nombre de Partido Comunista de España. Así, pese a los esfuerzos de los poderes semifeudales españoles para impedir que la nueva ideología marxista-leninista se arraigara, se fundó el Partido Comunista de España por la fusión de los dos grupos comunistas que habían surgido a partir de la lucha de líneas en el seno del socialismo español.

En ese marco del auge de la conflictividad obrera, las noticias que llegaban a Canarias sobre la expansión del comunismo por Europa e incluso por España no podían más que provocar en la oligarquía caciquil del Archipiélago una preocupación en absoluto infundada. Con las ideas y sentimientos revolucionarios que el nacimiento y desarrollo de la Rusia soviética provocaban y alentaban en un número creciente de individuos de las clases populares de Canarias, era cuestión de tiempo el que alguien recogiera la bandera roja del marxismo-leninismo y se pusiera manos a la obra en la tarea de la construcción del partido bolchevique en este Archipiélago.

En las Islas, la posición minoritaria de la línea roja en el Partido Socialista impidió crear el partido comunista en los años 20

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La lucha de líneas producida en el interior del Partido Socialista a escala nacional, tuvo también su dimensión entre los socialistas canarios a comienzos de los años 20, pero debido a su escasa resonancia en ese momento, ha pasado prácticamente desapercibida en la historiografía insular. No obstante, esta cuestión existió en el interior del Partido Socialista, configurándose en Tenerife un grupo liderado por Isabel González, alias Azucena Roja, como la línea roja que luchaba frente a la línea reformista dirigida por el médico grancanario Manuel Bethencourt del Río.

Las investigaciones de José Manuel Rodríguez Acevedo en La aparición del Comunismo en Tenerife: Azucena Roja (Boletín Millares Carló, 2003) y Luana Studer Villazán en El Partido Comunista en Tenerife durante la Segunda República (1931-1936): una aproximación histórica permiten conocer un poco más de cerca los primeros coqueteos tinerfeños con los ideales marxistas en los años 20 del pasado siglo.

La posición minoritaria de la línea roja dentro de la formación socialista impidió que se configurara un partido comunista en Canarias a principios de la década. A pesar del importante avance que supuso esta lucha de líneas en el seno del socialismo canario de la época, la opción que simpatizaba con el bolcheviquismo fracasó debido a que no se daban las condiciones necesarias para la configuración de un PC. Sería en la década siguiente, la de los años 30, aprovechando el movimiento revolucionario en auge no sólo en la Península sino también en el Archipiélago, cuando comenzarían a surgir Radios Comunistas en distintas localidades canarias.

Si bien las condiciones concretas de las Islas no habían sido, por el momento, las más adecuadas para que la fracción de Azucena Roja se desarrollara y arraigara entre los sectores populares, sin embargo, la semilla del comunismo ya estaba en el Archipiélago y, cuando se produjo la situación revolucionaria de los años 30, tuvo la oportunidad de jugar sus cartas.

Tras la represión de la dictadura de Primo de Rivera, los comunistas vieron un aliado en la causa republicana, pero pronto se sintieron defraudados

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Entre medias, a partir de 1923, se instauró en España la dictadura de Primo de Rivera. Tras la dura represión de este periodo, el Partido Comunista salió de la clandestinidad malherido, desarticulado y con muy pocos militantes. Esta situación comenzó a cambiar notablemente con los comienzos de la Segunda República, en 1931. Una vez iniciado dicho periodo, y pasada la euforia inicial cuando las clases populares creyeron realmente que el gobierno republicano-socialista iba a solucionar sus viejos problemas, el PCE comenzó a ganar importancia en todo el país, debido al crecimiento del número de sus militantes, a la fijación correcta de su estrategia y de su línea política general, y por mantener una actitud mucho más combativa dentro del movimiento obrero español. En ese contexto, con la situación creciente de agitación impulsada por la actitud engañosa de las instituciones republicanas en las Islas; la feroz represión de las movilizaciones sindicales, y una cada vez más agudizada crisis económica azotada por las circunstancias internacionales, comenzaron a surgir en diferentes localidades del Archipiélago células comunistas.

Durante el año 1933, el movimiento obrero, definitivamente consciente de la actitud reformista y oportunista de la clase dirigente republicana, decidió llevar más allá sus propuestas reivindicativas. Y también en 1933, al amparo de la progresiva fundación de los distintos Radios Comunistas locales, tuvo lugar en Las Palmas de Gran Canaria el Congreso de Unificación de todos estos grupos con representantes de todas las islas salvo Lanzarote, dan,do lugar a la constitución definitiva del Partido Comunista de España en Canarias.

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