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Alta costura, bajas pasiones

Historias para no dormir que han sacudido la moda

El asesinato en los 90 de Maurizio Gucci a manos de un sicario contratado por su ex, la pérfida Patrizia Reggiani, es solo uno de los crímenes y casos truculentos que salpican la industria de la alta costura, donde además de glamour también abundan las bajas pasiones, las venganzas y los suicidios

Mauricio Gucci y Patrizia Reggiani.

En la hoguera de las vanidades que es el mundo de la moda no todo es estilo y glamour. Como otros negocios que mueven millones, detrás de la pasarela y la alta costura abundan las bajas pasiones, los codazos y las malas artes, por no hablar de envidias, celos y traumas que acaban en suicidios y hasta en crímenes pasionales y por venganza. Argumentos de primera plana y de películas como la de Ridley Scott sobre la historia real detrás del asesinato de Maurizio Gucci, director de la casa de moda homónima, a manos de un sicario a sueldo de su exmujer, la pérfida y ambiciosa Patrizia Reggiani. Una soberbia Lady Gaga, que podría lograr su primer Oscar como mejor actriz por su interpretación de la viuda negra de Italia, además de un reparto de lujo con Adam Driver, Al Pacino, Jared Leto, Jeremy Irons y Salma Hayek, dan empaque a una historia criminal real que convulsionó la industria en los 90. Pero no es el única tragedia que ha cercenado los destinos de diseñadores, estilistas y modelos.

>> | REUTERS

Gucci (1948-1995)

«Es mejor llorar en un Rolls Royce que ser feliz en una bicicleta». A pesar de sus orígenes humildes —hija de un camionero y de una camarera—, Patrizia Reggiani siempre soñó con lujos y visones. Se infiltró en la alta sociedad de Milán hasta que dio con Maurizio Gucci, nieto del fundador en 1906 de la casa de moda. Se casaron en 1972. Disfrutó de viajes y mansiones, y le dio dos hijas, Allegra y Alessandra. Pero en 1985 el empresario empezó a salir con otra mujer, Paola Franchi, y solicitó el divorcio. La celosa Patrizia tampoco le perdonó que vendiera sus acciones del negocio al fondo de inversión Investcorp, un banco árabe de Bahréin, y se encomendó a la amistad con una vidente que la ayudó durante la convalecencia cuando la operaron de un tumor cerebral. Le extrajeron el bulto, pero no la rabia. Le pagó 300.000 euros a un sicario para que le pegara tres tiros a la entrada de un lujoso edificio de oficinas de Milán. Con 46 años, el magnate cayó muerto el 27 de marzo de 1995. Las guerras intestinas del clan Gucci hicieron pensar que lo habían matado los primos, pero no, unos pinchazos telefónicos delataron a Patrizia, que fue arrestada en 1997. Salió a la calle en 2014, y ahora viste de Zara y se pasea por la zona alta de Milán con un loro al hombro.

Maurizio Gucci, con Patrizia Reggiani. | LP/DLP

Versace (1946-1997)

Dos años después del asesinato de Gucci, otro diseñador italiano de fama mundial, Giovanni Maria Versace, fue abatido por un chapero politoxicómano y asesino en serie a las puertas de su mansión en Miami Beach. Volvía de su paseo matinal con el último número de Vogue. Un hombre le descerrajó dos tiros por la espalda, en la nuca y en el cuello. Su asesino se marchó tranquilo por el bulevar de Ocean Drive mientras Gianni, de 50 años, se desangraba. A finales de los 70 había fundado la casa de la Medusa y la greca, tocó el cielo en los 80 y fue de los primeros en aunar moda, música y famoseo. Entre sus íntimos, cuya empresa valía entonces 1.400 millones de dólares, Liz Taylor, Elton John, Lady Di, Naomi Campbell, Madonna, Cher o Sting, que no faltaron a su entierro. Una semana después del crimen que abrió los informativos, se mató con la misma pistola Andrew Cunanan, de 27 años, sospechoso del homicidio de otros cuatro hombres. El informe del FBI, de 700 páginas, aventó la vida sexual del modisto, pero no acertó a descubrir el móvil. Que si un ajuste de cuentas de la mafia calabresa (se llegó a decir que Gianni usaba sus tiendas de lujo para blanquear dinero de la Ndrangheta), que si fue un robo a mano armada... Al final, se cree que Cunanan se había obsesionado con el diseñador de la estética barroca y kitsch, el de los tonos flúor y dorados. El crimen fue objeto de una temporada de American Crime Story, de Ryan Murphy.

(L) | LP/DLP

McQueen (1969-2010)

El enfant terrible de la moda inglesa, el genio Alexander McQueen, se quitó la vida con 40 años y una carrera gloriosa. Se ahorcó en su casa del West End londinense, el 11 de febrero de 2010, después de haber planeado suicidarse varias veces antes (una, incluso, en una performance sobre la pasarela). Había ingerido cocaína y somníferos. Lo hizo días después de que su madre falleciera y cuando aún no había superado el duelo por la muerte de su mejor amiga. En su carta de despedida, pidió que cuidaran de sus perros. A pesar del éxito, no pudo olvidar los abusos que sufrió de niño a manos de su cuñado, que lo violó desde los 9 años. De mayor, tal como llegó a confesar, quiso hacer ropa para «que las mujeres que la lleven asusten a la gente». Se graduó en la prestigiosa St. Martins College of Art & Design de Londres y trabajó como diseñador jefe de Givenchy antes de fundar su casa de moda transgresora, muy del gusto de Lady Gaga y Björk. Paradójicamente, su mentora, el icono de la moda Isabella Blow, se había suicidado tres años atrás, también en vísperas de la Semana de la Moda de Londres. Él la copió, deprimido y enfermo de sida.

Gianni Versace. | EFE

Manuel Mota (1966-2013)

Tres años más tarde del suicidio de McQueen, el modisto catalán Manuel Mota, director creativo de la firma Pronovias durante 23 años, fue encontrado sin vida y con heridas de arma blanca en los lavabos de un ambulatorio de Sitges. El cuerpo del modisto de Reus fue localizado el martes 8 de enero de 2013, a las 15.30 horas, con un puñal clavado en el corazón. Junto a él, una mochila con tres cartas. Una iba dirigida a la familia, otra a su pareja y una tercera, a la policía, en la que se leía que sufría de fuerte estrés por culpa de un «monstruo», según sus últimas palabras. Josefina Mota, hermana del creador, llegó a culpar en un programa de Telecinco a Alberto Palatchi, dueño de la firma nupcial, de la tragedia.

Korshunova (1987-2008)

El rostro del perfume de Nina Ricci y portada de revistas como Vogue o Elle se lanzó al vacío desde un noveno piso en Manhattan. Ruslana Korshunova, la modelo de origen kazajo de solo 20 años, estaba en la cima cuando, según la teoría más aceptada, se quitó voluntariamente la vida. Su caso sigue siendo objeto de numerosas especulaciones. Una de ellas relacionó a la top con la mafia rusa y otra la vinculó con una secta moscovita (Rosa del Mundo), que la habría hecho caer en una profunda depresión.

Halston, Galliano, Jacobs...

Drogas, alcohol, prostitución y crisis psiquiátricas se han llevado por delante, o casi, la carrera, o a veces la vida, de muchos iconos de la moda. Si el creador del esmoquin femenino en los años 1960, el modisto francés Yves Saint Laurent (1936-2008) se dio al alcohol y a las anfetas al verse devorado por la angustia de tener que ser el mejor año tras año en su oficio, otro tanto le pasó al primer modisto superstar, el norteamericano Roy Halston, inventor del dress code de la beautiful people que cerraba Studio54, la disco donde se hizo adicto a la coca. La misma sustancia a la que se aferró Donatella Versace durante casi 20 años cuando mataron a su hermano y tuvo que hacerse cargo de un imperio demasiado grande. Otro escándalo sonado, esta vez por culpa del alcohol, es el que protagonizó el británico John Galliano en un bar de París en 2011, donde borracho como una cuba le grabaron diciendo: «Amo a Hitler». Le costó su puesto en la maison Dior. Lo de Marc Jacobs también copó titulares en 2015, al organizar una bacanal salvaje de sexo y drogas durante cuatro días en su casa de Nueva York con una decena de chicos contactados a través de la aplicación gay Grindr.

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