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El ‘zapatero’ de la pedroche

Manuel Albarrán, autor del calzado y el casco de la presentadora en Fin de Año, es un reconocido creador cuyas piezas han lucido de Angelina Jolie a Lady Gaga

El ‘zapatero’ de la pedroche

Artesano e innovador. Dos de los calificativos que más se usan para definir a Manuel Albarrán. Jienense afincado en Barcelona y con estrechos vínculos en EEUU, que es ambas cosas, artesano e innovador, pero es, sobre todo, artista de imaginación desbordante. Y es, además, el diseñador de los imposibles zapatos sobre los que se alzó Cristina Pedroche para despedir 2021 a la par que autor del tocado —léase casco— que escondió durante un buen rato su falsa calva. Dos complementos que no pasaron desapercibidos en las redes sociales, implacables con aquello que sorprende y que se sale de la norma, y que la pasada noche de Fin de Año no mostraron su cara más benevolente con el creador. Algo que una intuye se la lleva al pairo a alguien que, como Albarrán, lo mismo se pasea en las nominaciones de los Oscar que viste al cuerpo de baile de Madonna para la Super Bowl.

Lo primero ocurrió en 2015, cuando formaba parte del equipo de vestuario de Maléfica y de sus manos salieron los brazaletes, anillos, cuellos, broches, espinas, hombreras y pecheras que lucía Angelina Jolie en la película. Pero antes ya había hecho lo propio en La tempestad con Helen Mirren y Felicity Jones. La final de fútbol americano tiene fecha de 2012 y suyos fueron los cascos, máscaras y demás accesorios que ataviaron a los bailarines que acompañaron a la ambición rubia. Pero la lista es más larga, e incluye, entre otras, a Rihanna y el parche que adorna su ojo en la portada de Russian Roulette, y a Lady Gaga y su videoclip Bad Romance. Oportunidades que llegaron después de hacer kilómetros. «Viajé mucho a Nueva York y Londres, y eso me abrió muchas puertas. Me empezaron a conocer estilistas de Hollywood, como Bea Akerlund, y diseñadores de vestuario de cine, como Sandy Powell y Oliver Garcia. Ha sido un proceso muy largo que ha ido cada vez a más, y una vez entras en este círculo, te van contactando para diferentes proyectos”.

Entre el fetichismo y el futurismo

No en vano los complementos y tocados de Albarrán reciben la calificación de joyas y la consideración de obras de arte. Y no dejen indiferente a nadie. Se mueven entre el fetichismo, el erotismo y el futurismo, y parten de la unión del patronaje de moda y los materiales más diversos: aluminio, latón, cobre, plata, bronce... Es la llamada metal couture y Albarrán, su máximo exponente. «Cuando estudiaba moda en Barcelona, intuitivamente empecé a darle mucha importancia a los accesorios, así que comencé a investigar y trabajar con materiales no textiles, como la piel, el plástico y diferentes metales. La estética fetichista me atraía mucho como concepto y, por un tiempo, tomé ese camino. Fue ahí donde empezó mi afición por el metal y me di cuenta de que tenía una sensibilidad especial con este material. Y hasta ahora ha sido mi sello».

Moda y arte que se funden en las creaciones de este jienense que cada vez elabora piezas más cercanas a la escultura. Ahí está una de las últimas exposiciones realizadas en Barcelona: Hyper Realista, en la que El jardín de las Delicias del Bosco tomaba vida en tres dimensiones a través de sus piezas y los modelos que las lucían. Aunque el onírico pintor flamenco no es el único de sus referentes. Albarrán afirma sentirse «hechizado» por las surrealistas Remedios Varo y Leonora Carrington, dos mujeres de aúpa. Y beber del genio de Thierry Mugler, el más extremo de los creadores de moda de los 80 y 90, uno de sus «primeros referentes» al igual que Hajime Sorayama y H.R. Giger. Aunque su «gran inspiración es la historia del vestuario».

Y con estas llegó el encargo para calzar y cubrir a Pedroche. Del vestido que lució la presentadora ya se ha dicho todo: un modelo que el desaparecido Manuel Piña ideó para su colección de primavera de 1991, la última que presentó en la Pasarela Cibeles. Y con la metamorfosis animal como concepto. Lo que no se ha voceado tanto es que el dibujo original incluye un casco. Así que Josie, el responsable del estilismo de Pedroche, le encargó lo propio a Albarrán: «Barajamos varias opciones, pero encajó perfectamente un casco de una colección inédita que guardaba para situaciones especiales. Parecía hecho para Cristina». Los imposibles —por aquello de la dificultad de andar con ellos— zapatos llevaron más trabajo: «Nos decidimos por unos con una punta muy larga para darle una sensación orgánica, como las extremidades de los insectos, fue un proceso de creación de dos semanas combinando diferentes metales, como latón cromado y acero inoxidable, definiendo las líneas y las formas».

Criticarlo es no entenderlo y es comprender por qué, pese a vivir y crear en Barcelona, trabaja en otros lares: «En los últimos diez años mis proyectos han sido casi todos fuera de España, que es donde mi producto y visión como artista son más valorados». Es Manuel Albarrán.

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