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El Nuevo Cuyás, un proyecto de todos

El edificio del Teatro Cuyás, en Las Palmas de Gran Canaria.

La aventura del Teatro Cuyás es la de una gran cantidad de personas que han remado en la misma dirección con un fin muy claro, que no es otro que poner a disposición del público grancanario un recinto moderno, bien dotado, bien presupuestado y bien gestionado, para el florecimiento de las artes escénicas en general y las canarias y grancanarias en particular. Y, modestamente, tengo para mí que algo de esto -siempre mejorable, cómo no- hemos conseguido en estos más de cuatro lustros. 

El Nuevo Cuyás nació con una importante ventaja, la de no tener competencia. Al poco de abrirse, era, junto al CICCA, el único de Las Palmas de Gran Canaria en funcionamiento. Eso facilitó su rápido arraigo entre los aficionados al teatro y la danza, que eran muchos. La historia de nuestra ciudad como lugar de paso de grandes compañías de repertorio tanto teatral como lírico durante los siglos XIX y XX está aún por ser contada. Todo aquello recuperó un público cultivado, crítico y habituado a lo mejor. Y el Cuyás aprovechó ese sustrato con datos de asistencia poco habituales en teatros de reciente apertura. Estábamos en el lugar adecuado y el momento propicio. Durante los cinco primeros años, y capitaneado por Manuel Gutiérrez, se ubicó en el mapa a base de calidad, variedad y coproducciones muy bien seleccionadas. 

Tras las comprensibles protestas iniciales por parte del entramado teatral local, el Cuyás se abrió a la producción isleña y regional con el estreno en 2001 de La mosca detrás de la oreja de Georges Feydeau, producida por Mario Vega y dirigida por Eduardo Bazo. Y no hemos parado desde entonces, trabajando con las compañías y productoras canarias de calidad en la bella tarea de mejorar juntos.

El libro de visitas es imponente. Actores, autoras, dramaturgos, directoras, bailarines, coreógrafas, escenógrafos, cómicas, iluminadores, diseñadoras, músicos, productoras, distribuidores, compañías, técnicos, cantantes… una pléyade local, regional, nacional e internacional de amantes de su trabajo, cuyo único propósito es compartir belleza, reflexión y entretenimiento con la ciudadanía. Porque eso es un teatro. Un templo pagano en el que los actores fingen ser quienes no son mientras el público finge que se lo cree, citando a Borges citado por Mayorga en su texto titulado El pacto teatral. 

Y ese milagro -no se puede definir de otro modo- es el que nos hace humanos.

¡Larga vida al Teatro (Cuyás)!

(*) Director artístico del Teatro Cuyás

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