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El pergamino de Clío

La primera batalla de la historia

La primera batalla de la historia

A pesar de que sabemos de la existencia de batallas anteriores, es el de Qadesh el primer enfrentamiento bélico documentado. Tuvo lugar a finales de mayo de 1274 a.C., entre las fuerzas del Imperio hitita, liderado por Muwatalli II y las del Imperio Nuevo de Egipto, gobernado por Ramsés II. La batalla se desarrolló a orillas del río Orontes en la ciudad de Qadesh, cerca de la frontera siria con el Líbano. Existe la creencia de que fue la mayor batalla de carros jamás librada en la que participaron entre 5.000 y 6.000 carros.

Fue con la XIX dinastía cuando Egipto decidió recuperar su anterior papel como principal potencia militar y económica en Oriente Próximo. Con este recién recuperado interés, el faraón Seti I decidió que el dominio de Siria era vital para lograr la hegemonía de la zona. Este territorio había caído en manos del Reino de Hatti a finales del XVIII Linaje. Al salir victorioso de varias campañas en Palestina, Seti se preocupó de cuidar sus territorios de Qadesh y Amurru ya que, tradicionalmente, habían sido disputados por su ya rival hititia, gobernado por Muwatalli.

Al parecer, en los últimos años de su reinado, Seti llevó a cabo acuerdos con el reino de Hatti por los que cedió la ocupación de Qadesh y Amurru a los hititas. Este acuerdo perduró algunos años hasta la ocupación del trono en torno a 1279 a. C. por Ramsés II, hijo de Seti I. El nuevo faraón tuvo una visión expansionista que tenía como finalidad convertirse en la potencia de Oriente Próximo. Siria era el epicentro mercantil, militar y cultural del mundo antiguo y, por ello, su dominio fue disputado en innumerables ocasiones.

El relato de la batalla se representó en cinco templos (Luxor, Ramesseum…) y al ser exclusivamente egipcio puede contener exageraciones. No obstante, Ramsés confirmó 47.000 combatientes, 3.500 carros y 37.000 soldados. El contingente egipcio, formado por cuatro divisiones con nombres de dioses (Set, Re, Ptah y Amón), salió de la ciudad de Pi-Ramesses a Qadesh. Por el camino, dos espías hititas fueron sorprendidos y confirmaron a Ramsés las posiciones hititas, diciéndole que estaban al norte de Alepo. Esta información era falsa y había sido orquestada por Muwatalli para atacar al ejército egipcio por sorpresa.

La división de Ramsés había llegado la primera y, al luchar solos, estaban sufriendo el ataque hitita. Al llegar otra división para socorrer al faraón, las tropas de Muwatalli lanzaron un ataque contundente que consiguió sembrar la confusión en las huestes del faraón que tuvieron que replegarse. Pero Ramsés no estaba dispuesto a perder y se enfrentó a 2.500 carros hititas mostrando una capacidad militar sin parangón. La muestra de poder y determinación del faraón sembró el desconcierto entre las huestes hititas que llegaron a afirmar que «Ramsés es como el huracán cuando surge del cielo, su potencia es como la llama en los rastrojos».

Los hititas no tuvieron más remedio que retroceder hacia el Orontes. A la mañana siguiente, un derrotado Muwatalli pedía la paz. Debido a las grandes pérdidas del ejército egipcio, el faraón no tuvo más remedio que capitular. La tregua se conoce como Tratado de Qadesh y es el primer texto que documenta un tratado de paz de la historia.

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