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El pergamino D Clío

El batallón femenino de la muerte

El batallón femenino de la muerte La Provincia

En Rusia, no se permitía a las mujeres alistarse en el ejército como combatientes, pero sí se las dejaba alistarse para realizar labores de retaguardia, no obstante, muchas de ellas se disfrazaban y conseguían pasar el corte del reclutamiento. La mayor parte de las veces, se reclutaban con el objetivo de ayudar a sus familiares varones que, tras tanto batallar, estaban exhaustos. No les resultaba complicado hacerse pasar por hombres ya que los soldados solían ser muchachos jóvenes a los que aún no les había salido barba, además, como reinaba el hambre, tampoco solían tener una complexión atlética. Se estima que al rededor de 6000 mujeres rusas lucharon camufladas como soldados en la I Guerra Mundial. Recordemos que estas mujeres, criadas en ambientes hostiles, solían estar acostumbradas a la vida ruda, en muchas ocasiones sabían montar a caballo, desenvolverse en la naturaleza, desollar animales…

Es en 1917 cuando las mujeres rusas piden con más fuerza que se las deje formar batallones femeninos, hartas, sobre todo, de la multitud de abusos recibidos por sus compañeros y del menosprecio de los mandos. Se les terminó permitiendo gracias a que el Gobierno Provisional y el Ejército Ruso preveían un colapso frente a una deserción masiva. Se les concedió el permiso a partir de la Revolución del 27 de febrero de 1917 para formar batallones que cubrieran situaciones temporales de emergencia, siempre que estuvieran alejadas del frente. Este permiso fue visto por los conservadores y bolcheviques como el inicio de un caos que terminaría por destruir el Ejército Ruso.

La oficialidad de estos batallones recaía en mujeres de alta condición social con tradición militar y muy cualificadas, hasta la llegada de María Bochkariova, una campesina siberiana que se casó con tan solo 15 años con un borracho que la maltrataba. Más tarde decidió volver a probar suerte y se casó con Jákob Yashka Buk, que resultó ser un jugador empedernido y un ladrón. Nuestra protagonista, harta de depender de hombres de esta calaña, decidió olvidarse de amoríos y unirse al ejército. En sus memorias escribió: «Mi corazón me arrastraba al caldero de batalla en ebullición, para ser bautizada por el fuego y endurecida en lava. Me sentí abrumada por un sentimiento de autosacrificio. Mi país me llamaba».

Para poder entrar en el ejército debía convertirse en enfermera, cosa complicada para Bochkariova, así que, con poca esperanza, escribió directamente al Zar pidiéndole alistarse junto a los hombres. Nicolás II le concedía poco después el permiso. Bochkariova consiguió formar el Batallón de Mujeres «de la Muerte» en mayo de 1917. Gracias al respaldo de dos generales, Kerenskii y Brusilov, pudo luchar con su batallón en primera línea de guerra.

La organización militar de las mujeres soldado se orientó a la ayuda médica, el combate y las comunicaciones y se reclutaba a mujeres de entre 18 y 21 años que contaran con el permiso paterno. Una vez admitidas, eran rapadas al cero y puestas bajo las órdenes de Bochkariova. El entrenamiento de la siberiana era extremo y sus reclutas eran castigadas al mínimo error. Con la ayuda de hombres procedentes del Regimiento Volunskii, Bochariova, instruía a las chicas con dureza. 700 reclutas no pasaron el corte y fueron expulsadas. Pero la crueldad de Bockariova derivaba de su deseo de hacer que las mujeres formaran parte del devenir histórico de su país.

En la Batalla de Smorgon, la primera del Batallón de la Muerte, demostraron que sabían defenderse de sobra. Los mandos creían que el momento de pasar a la ofensiva había pasado y que debían retirarse. Las 300 voluntarias del Batallón de la Muerte desobedecieron a sus oficiales masculinos y decidieron atacar, creyendo que inspirarían al resto de soldados. Solo 350 se animaron a seguirlas. Si bien es cierto que no vencieron y perdieron terreno, también lo es que consiguieron capturar a centenares de alemanes que se sintieron humillados al ser capturados por mujeres. Según las crónicas, este acto de rebeldía inspiró a los soldados, alentó a más mujeres a alistarse y enfureció a los alemanes. En consecuencia, durante el verano de 1917 comenzaron a abrirse más Batallones de Mujeres como los de Minsk o Kiev.

Antes de su formación militar, las mujeres no contaban con práctica de combate, a diferencia de los hombres, pero ellas no tenían problema en salir de las trincheras y adentrarse en la zona de fuego para atacar a los alemanes con fiereza. Gracias a su valentía, 30 mujeres soldado fueron condecoradas.

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