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El pergamino de Clío

El origen de la prostitución sagrada

Las sociedades antiguas nos ofrecen una imagen diferente de la prostitución. En concreto, la prostitución sagrada consistía en ofrendas exigidas por la comunidad y realizadas a las diosas del Mediterráneo antiguo como lo fue Ishtar. Estas ofrendas se basaban en mantener relaciones sexuales con hombres que no serían nunca sus maridos, pero estos actos no conllevaban intrínsecamente la pérdida del honor y tampoco perdían la oportunidad de casarse en el futuro, muy al contrario, esta práctica otorgaba más libertad a estas mujeres. En el componente religioso y en la conservación del honor tras estas prácticas radicaba la diferencia entre la prostitución común y la sagrada.

Encontramos evidencias de la existencia de este tipo de ofrendas por primera vez en la antigua Mesopotamia. Heródoto escribió sobre ellas en su primer libro de Historias. Según él, toda mujer babilonia debía mantener relaciones sexuales con un desconocido al menos una vez en su vida en el templo de Ninlil (Mulissu en asirio). En un fragmento de un texto procedente de Nuzi datado en el siglo XIV a.C., se menciona a una mujer consagrada a Ishtar para la prostitución, es decir, alguien (posiblemente su padre) la entrega a la diosa para pagar sus deudas. Al contrario de lo que pueda parecer, la mujer pasaba de ser una sirvienta a convertirse en libre, normalmente optaba a regentar una taberna o ahorraba con sus servicios para conseguir una dote que le permitiera casarse.

Por otro lado, se encontraban las naditu o lukur (en barbecho/sin cultivar), mujeres consagradas a una divinidad que no podían tener hijos. Sin embargo, podían casarse, pero su esposo debía tomar además a otra esposa si quería tener hijos. Esta segunda mujer debía tener una condición inferior a la naditu o ser esclava. Una naditu podía ayudar en las transacciones de inmuebles, poseer esclavos, conceder préstamos y tenía independencia financiera, algo extremadamente inusual en la época. Además, vivían en casas individuales agrupadas en un espacio cerrado. Por lo general, las naditu provenían de familias adineradas, se las enviaba a servir a la divinidad para que no tuvieran hijos y así proteger los bienes familiares. Existen textos en los que se habla de la práctica del coito anal como anticonceptivo en las mujeres consagradas.

Dentro de la prostitución sagrada también encontramos la boda sagrada. En la celebración de año nuevo se hacía una representación en la que el rey, fingiendo ser el dios principal, simulaba que mantenía relaciones sexuales con Ishtar. El papel de la diosa lo llevaba a cabo una naditu. Luego se parodiaba la boda de ambos.

En al mitología mesopotámica encontramos a las naditu personificadas en la figura de Shamhat, un personaje femenino que aparece en el Poema de Gilgamesh. Se la describe como una prostituta sagrada que puso al personaje salvaje Enkidu en contacto con la civilización, domándolo mediante relaciones sexuales que mantuvo con él durante seis días y siete noches.

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