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Donde el cielo deslumbra

La próxima batalla de la astronomía: colapso de los microsatélites

El IAC lidera en Naciones Unidas la promulgación de una norma específica para evitar que el lanzamiento masivo dificulte las observaciones astronómicas del mundo

Casiana Muñoz

Una Vía Láctea pero falsa. Es el terrible resultado que generará el lanzamiento masivo de microsatélites para la observación astronómica. Evitar esta situación es el reto que tienen en este momento el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y otros centros científicos, que temen que el aumento de estos dispositivos suponga un revés para los telescopios de los mejores observatorios del mundo.

Al frente se encuentra la subdirectora del IAC, Casiana Muñoz, quien además lidera el grupo de calidad del cielo del centro científico. «En la actualidad, pueden atravesar el campo de observación entre diez y quince satélites cada noche, pero cuando se produzca la avalancha que prevén gobiernos y empresas podemos pasar a miles», resume la investigadora.

No se trata de un problema que tenga fácil solución. Primero porque al fin y al cabo se trata de un avance tecnológico al que el mundo científico no va a dar la espalda, y segundo porque el espacio no se puede regular por un país.

En cuanto a la primera cuestión, Muñoz sostiene que «la tecnología cuando se hace barata tiene un riesgo y el mejor ejemplo es el sector de la construcción». «El hecho de que el lanzamiento ahora tenga un bajo coste implica que se ponen en órbita muy fácilmente y se prevén decenas de miles».

A ello se suma que «los intereses económicos que tiene esta actividad son grandes y por eso muchos países autorizan sin más todos los lanzamientos» y máxime si se tiene en cuenta que «no existe una ley de protección ambiental en el espacio: no requieren informe específico ni cumplir requisitos que tengan en cuenta la observación astronómica».

Precisamente es ahí dónde radica el temor de los científicos: ¿Cómo afecta el hecho de que el espacio esté plagado de microsatélites prácticamente libres? La respuesta, según el propio director del Instituto de Astrofísica, Rafael Rebolo, es preocupante: «Suponen la inutilización de los observatorios».

«Estamos haciendo grandes telescopios, los ponemos en la cumbre para ganar en calidad, protegemos el cielo, y ahora con este nuevo peligro es como si no hubiéramos hecho ni el esfuerzo ni la inversión», añade por su parte la subdirectora del centro científico.

Por eso se han puesto manos a la obra y han recurrido a la única entidad en al que pueden encontrar una solución a nivel global. Poco antes de que estallara la pandemia de coronavirus en el mundo, el equipo liderado por Casiana Muñoz había conseguido al menos crear un grupo específico en el marco de la ONU para debatir propuestas sobre este problema para la ciencia.

Así han logrado identificar los principales riesgos de estos satélites. Porque no se trata solo del número elevado de lanzamientos sino, tal y como apunta la subdirectora del Astrofísico, los materiales y la composición que tienen. «Casi todos tienen paneles solares que se convierten en puntos brillantes en el firmamento cuando les da el sol, incluso cuando es de noche, y eso hace que los observemos aunque no sean estrellas», añade.

La propia experta reconoce que con la tecnología con la que cuentan actualmente los grandes telescopios de la tierra, entre los que se encuentran algunos de los ubicados en los dos observatorios en Canarias, es posible filtrar las imágenes para diferenciar estrellas y microsatélites, pero tiene un inconveniente demasiado grande: «Con ello podremos conseguir un mapa, pero implica darle más luz a un cielo que nos interesa tener oscuro».

Esta cuestión gana relevancia en el caso de la observación que se realiza desde el Archipiélago, especialmente desde La Palma, puesto que se trata del único territorio del planeta totalmente protegido. Después de tres décadas luchando por mantener la calidad del cielo y contra la contaminación lumínica, para la astrofísica de las Islas sería un varapalo aún mayor.

«Así se ha entendido en la ONU», celebra Casiana Muñoz, quien indica que por ello los astrónomos del mundo están trabajando de manera conjunta con la Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre (Copuos) de Naciones Unidas. A pesar de que los desarrollos normativos son lentos, este equipo ya ha definido las primeras propuestas para el lanzamiento de microsatélites.

En concreto, Muñoz alude a cuatro aspectos: que se construyan con materiales opacos y negros para evitar el reflejo de la luz; que se destruyan a lo largo de un tiempo determinado «para que no queden flotando en el espacio de forma permanente»; que se dosifique su lanzamiento «en lugar de mandarlos todos a la vez», y que se registre su localización «para que los científicos tengan un mapa exacto y sepan hacia dónde dirigir los telescopios».

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