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Documental

Inés vive, la lucha sigue

Se estrena en Buenos Aires un largometraje documental sobre el caso Ollero, una joven española desaparecida durante la dictadura militar argentina, cuyo proceso judicial se convirtió en emblemático

Fotograma del documental ‘El oficio de buscar a Inés’.

La noche del 19 de julio de 1977, Inés Ollero, estudiante de Biología en la Universidad de Buenos Aires, regresaba a su casa como todos los días en la línea 187 de autobuses urbanos desde el centro de la ciudad hasta el barrio de San Andrés, en la provincia bonaerense. Un operativo militar detuvo el vehículo y, tanto pasajeros como conductor, fueron llevados hasta la comisaría más cercana. Inés quedó incomunicada mientras el resto de los detenidos era liberado esa misma noche. A ella, por el contrario, la condujeron hasta la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), retenida en las primeras horas en Capuchita, el centro clandestino de detención, hasta su traslado. Inés Ollero continúa desaparecida.

Cincuenta y cinco años después, en el ahora denominado Museo Sitio de Memoria Esma de la capital bonaerense, se estrena El oficio de buscar a Inés, un documental dirigido por Anahí Carballido Marzá —basado en una idea original de Lois Pérez Leira, que era novio de la desaparecida— en el que se recogen imágenes de la época, así como testimonios de varios de los supervivientes que estuvieron presos en la siniestra escuela, y de testigos que se hallaban en el lugar donde fue vista, viva por última vez, esta estudiante hija de César Ollero, a quien homenajea el filme desde el mismísimo título, porque desde aquel entonces César, fallecido el 18 de mayo de 2009, dedicó el resto de su vida a buscar la respuesta a la pregunta que lo atormentó hasta su muerte: ¿qué le había ocurrido a Inés? Desgraciadamente, nunca la encontró. Ni siquiera ahora se sabe qué le ocurrió a Inés, aunque se intuye…

César Ollero, que había nacido en 1920 en una aldea de Orense, arribó junto a sus padres y su hermano menor a Argentina a mediados de los años 20, estableciéndose en la ciudad de Buenos Aires. Militante, al igual que su hija, del Partido Comunista de Argentina, tras la desaparición de Inés comenzó su lucha por conocer la verdad, y gracias al testimonio del chófer y de los pasajeros del autobús, que declararon ante la justicia los detalles del operativo militar, pudo probar que la joven fue conducida hasta la comisaría Nº 49 de la ciudad de Buenos Aires. Según versiones de sobrevivientes, desde allí fue llevada a la Esma, que funcionó como uno de los más grandes centros clandestinos de detención de la dictadura, y donde se le perdió definitivamente el rastro. De la Esma se sabe que despegaron la mayoría de los denominados vuelos de la muerte en aviones desde los que se arrojaba al vacío a los secuestrados, después de haberlos drogado.

Con el apoyo de la Liga por los Derechos del Hombre, Ollero presentó un habeas corpus en el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Sentencia Letra V. Debido a las numerosas pruebas reunidas, este habeas corpus junto al de Óscar Smith, un dirigente secuestrado del Sindicato de Luz y Fuerza, fueron los primeros aceptados por la justicia argentina durante la dictadura.

César, con su perseverancia y arrojo, consiguió las pruebas que otros familiares no pudieron reunir por temor a declarar. La trascendencia de la aceptación del habeas corpus fue tan importante que el mismo general Jorge Rafael Videla, presidente de la Junta Militar, declaró en una visita a México que la justicia argentina funcionaba independientemente y dio como ejemplo el habeas corpus aceptado en el Caso Inés Ollero. La investigación realizada por César Ollero fue tan completa que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA eligió el caso de Inés para dar referencias, en 14 páginas, de todo el andamiaje de la dictadura. Y la posibilidad de llegar a expresar al conjunto de los afectados se desprendió de aquel trámite de habeas corpus.

Según relata Lois Pérez Leira, una de las peores situaciones por las que tuvo que pasar César Ollero fue la de tener que entrevistarse con quien estaba seguro de que era el máximo responsable del secuestro y posible asesinato de su hija, el vicealmirante Rubén Jacinto Chamorro, director de la Esma. Hasta las puertas de entrada de la Escuela lo acompañó Pérez Leira: «Recuerdo —dice— ver bajar a César del pequeño Fiat que nos trasladó hasta aquel lugar, con su carpeta bajo el brazo, cruzando la avenida y caminando casi 70 metros hasta perderle de vista cuando atravesó la puerta principal del temible edificio...». Años después, el propio Ollero contó lo que había sucedido en esa entrevista en la que, entre otras palabras, le espetó a Chamorro: «¡Estando aquí con usted me siento más cerca de mi hija!», dándole a entender que sabía perfectamente que Inés estaba, o había estado, en ese recinto, reconvertido en museo de la memoria.

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