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El pergamino de Clío

Mussolini y el Imperio Romano

Mussolini y el Imperio Romano

Durante las guerras del siglo XX, numerosos países abrazaron mitos nacionales con el fin de reafirmar una identidad y un sentimiento patriótico colectivo. Para conseguir transmitir estas ideas utilizaron cierta iconografía histórica que ya estaba cargada de contenido patriótico, lo cual facilitó la tarea.

La antigua Roma, lejos de quedar en el olvido, está muy presente en la historia contemporánea y ha seguido sirviendo como modelo de gobierno para los dictadores fascistas. Tanto la Alemania nazi como el régimen franquista utilizaron la antigüedad prerromana, hispanorromana y germánica para defender su ideología. En el caso de Mussolini, este pretendía establecer una relación directa con la figura de Augusto e intentó emular diversos aspectos de su política. El dictador no pretendía que su Italia fascista se pareciera en algo a la Roma imperial, por el contrario, deseaba que su país se convirtiera en una continuación de la Roma de Augusto.

Antes de hablar de Mussolini más profundamente, es necesario hablar sobre Napoleón como su predecesor, que no dudó en adoptar el águila de las antiguas legiones romanas, símbolo de fortaleza, como estandarte para sus ejércitos. Posteriormente, en 1798, se adueñó del saludo romano, rescatado antaño por los revolucionarios franceses. Ambos símbolos serían también acogidos por el dictador.

En 1919, Mussolini fundó los Fasci Italiani di Combattimento (Haces Italianos de Combate), que funcionaron como grupos de agitación. De hecho, «fasci» fue un término muy utilizado en Italia para referirse a diferentes grupos sociales. El símbolo de los Fasci de Mussolini eran los faces romanos, un haz de medio metro con un hacha en la parte superior, símbolo de justicia y fuerza. Ordenó colocar este icono en la bandera italiana, insignias militares e incluso en las alcantarillas. En la antigua Roma, los faces eran portados por los escoltas de los magistrados y pretendían mostrar la autoridad de sus superiores. Este emblema también fue adoptado durante la Revolución Francesa en 1789, pero con una intención bastante distinta a la del dictador italiano.

Los Fasci de Mussolini se convirtieron en 1921 en el Partido Nacionalista Fascista y un año después, el partido se hizo con el poder en la marcha sobre Roma, tras la que Mussolini fue nombrado jefe de gobierno por el rey Víctor Manuel III. Poco después se fue haciendo con toda la autoridad. Inspirándose en el gran dictador, Julio César, se nombró a sí mismo dictador vitalicio. Su apodo también procedía de la antigüedad romana ya que «Il Duce» deriva del latín dux, general encargado de liderar las tropas.

Mussolini eligió a Julio César para citar por primera vez a un autor latino durante un discurso. Empleó el famoso «alea iacta est» (la suerte está echada) que se cree pronunció el general antes de declararse rebelde del Estado romano, dando comienzo así la guerra civil contra Pompeyo.

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