La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El pergamino de Clío

Sexualidad en el Antiguo Egipto

Detalle del trono de Tutankamón en el que el faraón vierte unliquido en la mano de Anjesenamón, su esposa, en una sutil alusión al acto sexual LP/DLP

A diferencia de los griegos y romanos, los egipcios fueron bastante comedidos a la hora de realizar representaciones que expresaran su sexualidad. No obstante, la reproducción, como generadora de vida sí fue más expuesta en el arte y en otros aspectos culturales.

También es cierto que los egipcios se cuidaron de dejar patentes guiños sobre su sexualidad, bastante difíciles de encontrar si uno no está atento. Fueron habituales en la decoración de las mastabas e hipogeos y consistían en imágenes del fallecido sobre una pequeña barca de papiro. En una de las imágenes aparece arponeando unos peces y en otra arrojando bastones a unos patos a punto de volar. Pero estas ilustraciones no eran aleatorias, sino que contenían un significado oculto. Los peces que eran cazados por el dueño de la tumba no eran otros que la tilapia y la perca nilótica, un tipo de pez que representa simbólicamente al Alto Egipto y el otro al Bajo.

La tilapia era la representación de la diosa Nut que cada atardecer se traga al dios Re para volver a parirlo al día siguiente, ya que este tipo de pez, cuando siente un peligro, nada hacia atrás mientras se mete en la boca a sus crías para liberarlas una vez la amenaza ha pasado. Por ello, este animal es un símbolo del renacer en el otro mundo. El aspecto sexual, en este caso, reside en el verbo «arponear» que cuenta con la misma estructura consonántica que «fecundar». En cuanto a los patos sucede lo mismo ya que «arrojar» tiene paralelismo con «engendrar». Así que, de este modo tan rebuscado, los egipcios plasmaban su sexualidad, siempre aludiendo a la necesidad de reproducirse y no al placer.

Sucede algo similar con las representaciones en las que aparece un banquete funerario en el que las sirvientas rellenan la copa de los invitados. El verbo «verter» tiene la misma estructura que «eyacular». De hecho, puede decirse que todo lo representado en las tumbas egipcias está relacionado de un modo u otro con el sexo, incluso los monos o gatos que aparecen junto a sus amos. Mientras los monos representan el erotismo, el gato expresa la ausencia de la menstruación lo que indica, por tanto, el periodo fértil de la mujer.

Pero si queremos observar bien la sexualidad egipcia no debemos limitarnos al arte funerario, también debemos atender a los ostraca, lascas de piedra o cerámica en las que los escribas plasmaban sus apuntes cuando el papiro resultaba muy caro. En muchas de estas piezas se expresa que era habitual que el hombre se situara sobre la mujer durante el coito. También es común observar representaciones de parejas realizando la postura del perrito, pero es imposible saber si se trataba de sexo anal, aunque es muy probable ya que así se evitaría un embarazo no deseado. De hecho, se sabe que en el antiguo Egipto el sexo prematrimonial no estaba mal visto, no obstante, se debía mantener en secreto.

Sin duda, una de las fuentes utilizadas para conocer la sexualidad egipcia son los poemas amorosos que muestran deseos de sumisión y masoquistas entre otros. En muchos de estos textos se pone de manifiesto que era la mujer la que tomaba la iniciativa. En un poema del Nuevo Reino se lee «ella me mostró el color de su abrazo», color era utilizado como un eufemismo para hablar de la piel. Menos sutil fue un joven que describió su deseo de «cargar hacia su gruta».

Tampoco la masturbación estaba mal vista, lo cual no es extraño si pensamos en que el dios Atum creó el mundo al eyacular tras una masturbación.

En cuanto a la homosexualidad, existen diversas fuentes como el Papiro Prisse y el Papiro 10509 en el que se expresa la prohibición de cúpula entre personas del mismo sexo. Otros textos encontrados parecen afirmar que la penetración anal de un hombre conllevaba la «neutralización» del otro, que no podría reproducirse nunca más (inscripción del templo de Edfú). Seguramente esta concepción nace del relato de «la contienda entre Horus y Seth» en el que se describen enfrentamientos entre ambos dioses y Seth intenta sodomizar a Horus para dominarle.

Compartir el artículo

stats