El invierno llega a los gigantes tecnológicos

Tras una década de crecimiento, las malas perspectivas económicas y la caída publicitaria golpea a las más grandes de la industria

El fundador y director de Meta, Mark Zuckerberg, en una charla virtual. | M. N.

El fundador y director de Meta, Mark Zuckerberg, en una charla virtual. | M. N. / carles planas bou

Carles Planas Bou

El invierno puede hacerse muy largo en Silicon Valley. En las últimas semanas, gigantes tecnológicos como Meta o Twitter han anunciado una ola de despidos que ha contagiado al sector y han perdido valor en bolsa con descensos de casi el 80%. Acostumbrada a más de una década de espectacular crecimiento sostenido, la industria digital atraviesa un momento de turbulencias e incertidumbre como no se había vivido desde el estallido de la burbuja de las puntocom, a principios de los 2000, cuando las empresas vinculadas a un internet entonces incipiente se precipitaron abriendo una etapa de recesión.

Aunque es mucho más robusto que entonces, el sector tecnológico está en un momento crucial de transición hacia un nuevo escenario acuciada por la ralentización de la economía. Durante años, las llamadas Big Tech lideraron el crecimiento de un mercado donde el dinero no dejaba de correr. Tras más de 10 años de fiesta alcista, ahora llega la resaca. Ante las perspectivas de un 2023 muy poco halagüeño, las grandes compañías han optado mayoritariamente por estrecharse el cinturón. Tras desplomarse más de un 65% en bolsa, Meta, la propietaria de Facebook, Whatsapp e Instagram, anunció que despedía a 11.000 empleados. El nuevo Twitter, bajo la batuta de Elon Musk, ha purgado a más del 60% de su plantilla. Amazon, Microsoft, Netflix, Intel o Snap, entre muchas otras, también han recortado puestos de trabajo. En lo que va de año, 853 empresas tecnológicas de todo el mundo han despedido a unos 137.490 empleados.

La adopción tecnológica forzada con la irrupción del covid-19 catapultó sus beneficios, pero tras la vuelta a la normalidad la tendencia se ha torcido en 2022, con unas compañías que sobrevaloraron sus perspectivas. En lo que va de año, el Nasdaq ha retrocedido un 29,1%, regresando a los niveles antes de la pandemia. Dicho de otra manera, todo lo que ganaron entonces lo han perdido ahora. «Al bajar la marea hemos descubierto que las Big Tech están desnudas y apenas son buenas en cuatro cosas que consiguen escalar: publicidad, comercio electrónico, nube y, si me apuran, pagos», apunta el analista Antonio Ortiz en el boletín Error500.

Los dirigentes de la industria han justificado esta sangría laboral apuntando a un error de diagnóstico que les llevó a sobrevalorar un crecimiento que creían perpetuo.

La ralentización de la economía, la inflación y el aumento de los tipos de interés han impactado en los planes de los gigantes del sector, que han apostado por recortar sus inversiones y su personal para afrontar las exigencias de los inversores y prepararse para un 2023 en el que planea la amenaza de una posible recesión. A ese turbulento cóctel macroeconómico se le suman los problemas derivados de la invasión rusa de Ucrania, como la crisis energética, y el temor que despierta la creciente regulación del sector, así como las particularidades de cada empresa.

Mientras su crisis de identidad ha obligado a las grandes empresas tecnológicas a reenfocarse para ser más rentables, en España el sector resiste. Los últimos datos disponibles, del Barómetro de la Economía Digital 2022, apuntan que el año pasado su facturación creció un 5,2% hasta los 114.493 millones de euros, registrando también un importante aumento de ocupación, que ya asciende a 600.000 empleos directos. «El sector está en un momento de crecimiento muy bueno (…) la tendencia es que este año siga igual», explica Francisco Hortigüela, director general de Ametic, la patronal que representa la industria tecnológica en España.

Las fuentes consultadas por este diario descartan que el frenazo de las grandes tecnológicas contagie al sector español. Por un lado, eso se debe a que el tejido empresarial nacional está compuesto por pymes cuyo negocio y volumen de contratación no es comparable a los gigantes estadounidenses. Por el otro, se apunta a la fuerza que los fondos europeos están dando a la inversión pública en digitalización, que se ha disparado un 96%. Se espera que se destinen unos 12.000 millones de euros tan solo a impulsar el sector destinado al diseño y fabricación de semiconductores, cruciales para la industria.

Aquí, las perspectivas para 2023 son un poco mejores. «La situación macroeconómica preocupa a todos los sectores y puede ralentizar algunos planes, pero hay optimismo moderado», añade Hortigüela. Las empresas del país prevén aumentar su inversión tecnológica un 3,4% hasta alcanzar los 53.500 millones, según la previsión anual de la consultora IDC España.

Quinta región más digitalizada

El buen estado de salud del sector tecnológico nacional no se entiende sin la fuerza de la industria en Cataluña, la quinta región más digitalizada de la UE. A lo largo de los últimos años ha crecido el número de empresas, su facturación y la ocupación de personal, captando más de un tercio de la inversión extranjera que ha llegado desde el 2017.

El año pasado la facturación de la industria tecnológica catalana creció un 8,2% hasta sobrepasar los 20.000 millones. Solo este año, empresas como Google, Microsoft, Intel o Cisco han abierto nuevas sedes en Cataluña o cerrado acuerdos de cooperación con la Generalitat.

Además, mientras que las Big Tech recortan sus plantillas, en el Estado el problema es inverso: faltan trabajadores. La captación y retención de talento será uno de los principales retos de la industria tecnológica nacional de cara al 2023. «Las empresas de software, nube o videojuegos no solo siguen contratando, sino que tienen problemas para poder contratar a más», explica el experto en digitalización Ricard Vallespí. Se calcula que en los próximos meses deberán cubrir hasta 60.000 puestos de trabajo.

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