Anticonceptivos en la Antigüedad

Anticonceptivos en la Antigüedad

Anticonceptivos en la Antigüedad / LP/DLP

Lara de Armas Moreno

Lara de Armas Moreno

Todas las culturas antiguas utilizaron métodos anticonceptivos para controlar la fertilidad de las mujeres. La mención más antigua que se conoce sobre el uso de anticonceptivos se encuentra en el papiro egipcio de Petri (1850 a.C.) en el que se mencionan la cola de acacia, los excrementos de los cocodrilos o la miel que, introducidos en la vagina, actuaban como métodos contraceptivos.

En el famoso papiro Ebers (1500 a.C.) encontramos la primera referencia a un tapón de hilaza: «…tritúrese con una medida de miel, humedézcase la hilaza con ello y colóquese en la vulva de la mujer». Los tapones vaginales se introducían con sustancias ácidas que pretendían eliminar el esperma para que este no llegase al útero. El uso de sustancias ácidas como anticonceptivo es un método que siguen utilizando algunas tribus africanas y de Oceanía. Ejemplo de ello son las mujeres de Sumatra que, aún hoy, colocan este tipo de sustancias en su vagina antes del coito.

En Egipto, al menos desde el 1000 a.C., se usaban fundas de tela a modo de preservativo y en Grecia se usaban hacia el 1200 a.C. vejigas de cabra como dispositivo para frenar el semen. También en Roma se hizo uso de intestinos y vejigas animales como preservativos.

En Grecia fue Aristóteles quien prestó especial atención al uso de los anticonceptivos. En su obra Historia de los Animales habló sobre un método anticonceptivo que evitaba que el esperma llegase al útero. Además, se dio cuenta de que las sociedades que no controlaban su natalidad estaban condenadas a la pobreza. Por otra parte, el médico griego Hipócrates conocía el momento más fértil del ciclo femenino.

En Roma, la ley Cornelia fue promulgada por Sita en el 81 a.C. y prohibía el aborto. Augusto promulgó la lex Iulia que pretendía restaurar los valores morales de la familia y prohibir el adulterio con el fin de elevar los nacimientos, asustado por las bajas tasas de natalidad. Además, prohibió el uso de anticonceptivos y mantuvo la prohibición del aborto.

Plinio el Viejo también habló sobre los anticonceptivos en su Historia Natural, pero fue el médico griego, Sorano de Éfeso (98-138 d. C.), quién escribió un libro sobre ginecología en el que hablaba sobre unos remedios para evitar el embarazo. Recomendaba, entre otras cosas, introducir en el útero una mezcla de aceite de oliva, resina de cedro y miel o la introducción de una bola de lana en la vagina, previamente empapada en algunas sustancias y vino, remedio que tuvo bastante éxito en la época. Otro método menos invasivo consistía en crear una especie de costra sobre el pene con una pomada que eliminaba el esperma. Pero quizás el más controvertido es el que recomendaba a las mujeres saltar hacia atrás siete veces y estornudar después de mantener relaciones para evitar el embarazo.

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