Vuelco en la parrilla televisiva

'Sálvame’, el fin de una era

La anunciada suspensión del programa de Telecinco tras 14 años en antena marcados por las polémicas cierra una etapa en la historia de la televisión

El plató de ‘Sálvame’, con Jorge Javier Vázquez y sus colaboradores y las imágenes de Rocío Jurado y Rocío Carrasco de fondo.

El plató de ‘Sálvame’, con Jorge Javier Vázquez y sus colaboradores y las imágenes de Rocío Jurado y Rocío Carrasco de fondo. / LP/DLP

Ricky García

Sálvame se despedirá de la audiencia de Telecinco el próximo viernes 23 de junio. El programa más transgresor y divertido para algunos y el más tóxico para otros cerrará un importante ciclo en la televisión de nuestro país después de 14 años de emisiones ininterrumpidas. La noticia saltó el 5 de mayo, pillando por sorpresa tanto a la redacción como a sus colaboradores y directivos.

A pesar de los rumores que han apuntado a cuestiones políticas, lo cierto es que su mala reputación, la gran cantidad de denuncias acumuladas (además de la Operación Deluxe) y su cada vez más bajo índice de seguimiento (por ese orden) han sido las principales causas de su abrupto, pero en el fondo esperado final.

La nueva dirección de Mediaset, encabezada por Alessandro Salem, confirmó poco después de aterrizar en España que su principal objetivo era implementar un nuevo modelo televisivo, alejado de ese estilo tan agresivo que representa el magacín producido por La fábrica de la tele.

Según la información a la que ha tenido acceso Yotele, el portal de televisión de El Periódico cabecera de Prensa Ibérica, el consejero delegado tenía clara la sentencia de muerte de Sálvame ya el pasado mes de enero. Fue de las primeras decisiones que tomó nada más comenzar su etapa como máximo responsable de los contenidos, hace poco más de cuatro meses. Tenía que acabar con el controvertido espacio presentado por Jorge Javier Vázquez, máximo exponente del modelo de Paolo Vasile, si quería hacer visible un cambio absoluto de rumbo en la compañía. Solo tenía que elegir el momento para hacerlo.

Es indudable que Sálvame ha logrado durante mucho tiempo la difícil misión de entretener y acompañar a millones de espectadores. El magacín inventó una forma de hacer televisión muy particular, destacando por su ingenio y su falta de complejos, creando un lenguaje propio que conectó rápido con la audiencia. Sin embargo, el espacio comenzó a degenerar con el tiempo en un show altamente nocivo y despiadado, que traspasaba todas las líneas rojas para elevar la audiencia y que terminó contaminando prácticamente toda la cadena.

A lo largo de estos años, Óscar Cornejo y Adrián Madrid, creadores y productores del programa, junto a los directores que han ido nombrando en sus diferentes etapas, han demostrado una absoluta falta de escrúpulos para seguir enganchando a los espectadores, fomentando el conflicto entre los colaboradores hasta el extremo y normalizando ofrecer informaciones manipuladas o directamente inventadas para generar nuevas tramas y poder rellenar las cinco horas de emisión que han llegado a tener.

‘Operación Deluxe’

Tras una larga etapa amparados en la sobreprotección del anterior consejero delegado, los ejecutivos posiblemente perdieron la perspectiva y llegaron a creerse intocables. De ahí la denominada Operación Deluxe, que les ha sentado en el banquillo de los acusados para investigar cómo y por qué algunos integrantes del programa lograban obtener datos de famosos tan privados como una ficha policial. Hasta 140 famosos se han personado en la causa.

El espacio, que en su mejor época llegó a superar el 20% de cuota de pantalla, había perdido el liderazgo y más de la mitad de su audiencia en los últimos años. Ya solo con esto estaba justificada su desaparición. Es cierto que seguían estando por encima de la media de Telecinco, pero había cedido el liderazgo de las tardes a Antena 3, con TVE pisándoles los talones.

Su época dorada en audiencias fue la más salvaje. Sin ningún tipo de empatía, se disparaba contra cualquier famoso que se les ponía por delante. No importaba bordear o incluso traspasar la legalidad. Recibir demandas e incluso perderlas se normalizó en La fábrica de la tele y se convirtió en una costumbre. Parecía que la Mediaset de Paolo Vasile no tenía problema en pagar porque le salía altamente rentable.

Todo ello era posible gracias a la complicidad de Jorge Javier Vázquez y su equipo de colaboradores. Personajes del mundo del corazón como Belén Esteban, Rosa Benito o Terelu Campos, se entremezclaban con periodistas de toda la vida como Karmele Marchante, Lydia Lozano, María Patiño o Chelo García-Cortés, a los que se sumaron personajes siniestros como Kiko Hernández y Kiko Matamoros, que junto a Mila Ximénez se convirtieron en los elementos más nocivos del formato. Ninguno tenía problema alguno en dar información, muchas veces falsa o manipulada, que pudiera destruir la vida de quienes no eran de su cuerda.

Cuando los famosos se negaron a entrar en su juego, el programa tuvo que reinventarse y convertir en protagonistas a sus propios colaboradores, que lo aceptaron para sobrevivir mediáticamente. Los informadores se convirtieron en personajes y no tuvieron más remedio que meterse de lleno en el fango, teniendo que contar aspectos íntimos de sus vidas y llevar hasta el límite polémicas y peleas que muy habitualmente se les iban de las manos.

Algunos de los colaboradores acabaron achicharrados y abandonaron el plató entre gritos y lágrimas. Es el caso de Karmele Marchante, icono del formato en sus comienzos, que Jorge Javier, con la complicidad del resto de colaboradores, convirtió en el punching ball del programa. Rosa Benito también salió por la puerta de atrás, machacada emocionalmente cuando las humillaciones a su hija Rosario Mohedano se producían a diario. El programa llegó a publicar la ficha policial de su yerno.

Lydia Lozano, aunque ha demostrado tener un sentido del espectáculo incuestionable, en demasiadas ocasiones ha terminado llorando y con un ataque de ansiedad que los responsables del programa han provocado. Incontables son las amenazas de la colaboradora de abandonar el programa entre gritos, pero siempre volvía. Llegó un momento en que absolutamente nadie se salvaba (valga la redundancia). Incluso pesos pesados como Mila Ximénez, que tuvo que enfrentarse en un brutal duelo a muerte con Emilio Rodríguez Menéndez, posiblemente el personaje más grotesco del corazón y de los que más daño le hizo en toda su vida. No hubo piedad con ella hasta que entró en brote, con excelentes resultados de audiencia. Kiko Hernández, intocable durante años, llegó a permitir finalmente que se abriera debate durante semanas sobre su orientación sexual y Matamoros no pudo eludir hablar de su adicción a las drogas o de sus deudas con Hacienda. A cambio de un suculento caché, lógicamente.

Entre los propios colaboradores también ha habido numerosos momentos en los que han perdido los papeles por completo. Muy desagradable fue la trifulca entre Kiko Hernández y Belén Esteban, en la que de manera velada se cuestionaban el uno al otro sobre sus enfermedades y adicciones. Las entrevistas de Sálvame y del Deluxe muchas veces no eran un camino de rosas.

Un clásico de Sálvame fueron los «todos contra uno», cuando centraban la atención en un único colaborador. El modus operandi consistía en acorralarle a lo largo de toda una tarde, por indicaciones de la dirección, y el resto se dedicaban a cuestionarle con el objetivo de provocar que estallara en un ataque de ansiedad y tuviera que abandonar el plató entre lágrimas. El propio Jorge Javier Vázquez no dudaba en hacer valer su posición dominante de presentador para enfrentarse a cualquiera de sus colaboradores que osara retarle o llevarle la contraria. Una entrevista con Olvido Hormigos terminó con el presentador agarrándola del brazo. Tras las broncas que protagonizó con Belén Esteban y María Teresa Campos, terminó abandonando el plató.

La información, secundaria

En Sálvame llegó un momento en que la información era un elemento absolutamente secundario. Daba igual si lo que se contaba era verdad o mentira. Un colaborador podía estar en emisión en directo y soltar cualquier cosa que le llegara en ese momento, sin contrastar lo más mínimo la veracidad de lo que estaba contando. Esto también se ha terminado.

Diferentes personas del sector audiovisual aseguran que acudir a Sálvame y al Deluxe como invitado implicaba altísimos riesgos. «No te podías fiar de ellos, ni siquiera con un contrato firmado. Un personaje podía poner unas condiciones determinadas para acudir al programa y aceptarlas. Y una vez sentado y en directo, saltarse lo acordado para conseguir audiencia. Si te ibas, a pesar de incumplir lo pactado, no te pagaban. Y si, pese a todo, aguantabas hasta el final, cuando les pedías explicaciones te decían que si no estabas de acuerdo con algo, fueras a los tribunales».

La cúpula del controvertido programa ha fomentado durante todos sus años de emisión las polémicas internas entre las diferentes productoras y programas de Mediaset. De hecho, esta fue la primera medida impulsada por Salem: terminar con las guerras internas entre sus diferentes proveedores, promovidas por uno de ellos, e impedir que se hicieran programas monográficos dedicados a un solo famoso, creándose una lista de «vetados» para ir poco a poco acotando el margen de acción de Sálvame.

Futuro complicado

Después de 14 años en este entorno, el futuro de los colaboradores de Sálvame se antoja muy complicado. Según Yotele, durante un tiempo la presencia de todos y cada uno de ellos está absolutamente vetada en Mediaset. Con el tiempo, quizá alguno de los que menos se ha quemado en estos años pueda tener alguna salida. Jorge Javier Vázquez tiene garantizada su continuidad en Mediaset, al menos hasta 2025, como reveló en una entrevista concedida a Carlos del Amor en TVE.

Pero guste más o guste menos, nadie podrá decir que Sálvame no ha marcado una época en televisión. A partir de ahora, los ejecutivos de Mediaset impondrán a los nuevos inquilinos de su franja de tarde un estilo radicalmente opuesto al de Sálvame. Primero Sandra Barneda y en septiembre Ana Rosa Quintana, buscarán la complicidad con la audiencia a través de contenidos de diferentes temáticas, fundamentalmente en el ámbito del entretenimiento, desde una óptica positiva, divertida rigurosa y respetuosa. Se acabaron las sorpresas desagradables para los colaboradores e invitados y las persecuciones por los pasillos.

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