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La última bruja de Occidente

Duncan nació en 1897 en el seno de una familia humilde escocesa. Al parecer, comenzó a mostrar dotes adivinatorias desde niña y de adulta, al no ser capaz junto a su marido de mantener a sus seis hijos, decidió recuperar sus habilidades para ganar un dinero extra

La última bruja de Occidente

Comúnmente se piensa que el fenómeno conocido como «caza de brujas» solo existió durante la Edad Media, sin embargo, fue en la Modernidad en donde se desarrollaron la mayor parte de los juicios contra los actos de brujería. La persecución fue más seria en los países protestantes y se calcula que alrededor de 60.000 personas pudieron perder la vida por culpa de estos procesos.

Hasta el siglo XX llegaron los resquicios de la caza y la autoproclamada médium Helen Duncan se convirtió oficialmente en la última bruja condenada de Occidente. En plena II Guerra Mundial (1939 – 1945), fue procesada en Reino Unido por una Ley de Brujería de 1735.

Duncan nació en 1897 en el seno de una familia humilde escocesa. Al parecer, comenzó a mostrar dotes adivinatorias desde niña y de adulta, al no ser capaz junto a su marido de mantener a sus seis hijos, decidió recuperar sus habilidades para ganar un dinero extra. Algo que seguramente Helen nunca adivinó fue que conseguiría consagrarse como una de las médiums más populares de Reino Unido tras 30 años de profesión. Su fama derivaba de sus espectaculares sesiones que poco tenían de aburridas. En ellas, la médium entraba en trance para comunicarse con los difuntos y expulsaba una sustancia mística llamada ectoplasma por su nariz y boca. El término ectoplasma se puso de moda en el siglo XX como un elemento viscoso compartido por fantasmas y personas vivas. Por desgracia para Helen, el psíquico Harry Price insistió en acudir a sus sesiones con el fin de descubrir algún engaño. Price pudo confirmar que el ectoplasma no era más que clara de huevo, por lo que un tribunal de Edimburgo condenó a Duncan por estafa en 1933, aunque este no sería el juicio que terminaría con su carrera. Las fotografías que se tomaron de sus sesiones muestran telas y máscaras que la vidente utilizaba para impresionar a sus clientes.

Acierto

En una sesión que realizó al comienzo de la II Guerra Mundial, atendió a una mujer que preguntaba por el futuro de su hijo, embarcado en el acorazado HMS Barham. Tras entrar en trance, Helen aseguró que el muchacho le había dicho que estaba muerto y que el acorazado había sido destruido por los alemanes. Fuese por magia o por pura suerte, acertó con su adivinación ya que el 25 de noviembre el HMS Barham fue alcanzado por unos torpedos alemanes cerca de Malta, pero la Royal Navy había decidido no informar sobre el incidente, así que cuando los servicios de inteligencia supieron de la predicción solo pudieron suponer que la médium era en realidad una espía. Es probable que en alguna sesión anterior un cliente militar le hubiera contado lo sucedido, haciendo así posible el augurio de Helen.

Las autoridades decidieron vigilarla durante algunos meses y en enero de 1944 la detuvieron en mitad de un trance. Como no podían condenarla por espionaje por falta de pruebas decidieron procesarla por una ley de 1735 que aún seguía en vigor. Fue condenada en marzo del mismo año a nueve meses de prisión, pero lo que en realidad pretendían no era evitar el fraude, sino prevenir que siguiera filtrando información clasificada.

A pesar de que el juicio fue tratado como una cuestión de Estado, Winston Churchill intervino para criticar el veredicto y pidió al ministro del Interior, Herbert Morrison, que le enviara un informe sobre los motivos por los que se había empleado una ley de 1735 en un tribunal moderno. Gracias a esto, la norma fue abolida en 1951 y sustituida por otra dirigida a castigar los fraudes de médiums y videntes. Esto no impidió que Helen volviera a ejercer al salir de la cárcel para ser nuevamente detenida por fraude en 1956, año en el que murió.

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