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Entrevista | Miodrag Borges Técnico Superior en Dietética y especialista en microbiota

Miodrag Borges: «Para una vida más pausada y ordenada hay que priorizar nuestra salud»

Apasionado de la nutrición, la microbiota y la vida saludable, el grancanario Miodrag Borges es Técnico Superior en Dietética, Licenciado en Sociología y máster de Marketing y Comportamiento del Consumidor por la Universidad de Granada

Crea @microbiotadesdecero, perfil que en apenas año y medio suma 200.000 seguidores

Miodrag Borges

Miodrag Borges / La Provincia

Miguel Ayala

Miguel Ayala

Las Palmas de Gran Canaria

¿Cuándo y por qué se anima a crear el perfil @microbiotadesdecero para informar sobre algo tan específico como la microbiota?

Microbiota desde cero se proyectó inicialmente como una página web en la cual plasmar todo lo que iba investigando sobre el maravilloso mundo de la microbiota humana, hecho impulsado por la falta de información accesible para alguien que comenzara a interesarse por ello en esos momentos, a finales de 2021. Si bien no ha pasado tanto tiempo, el panorama ha cambiado enormemente. Best sellers como el de la doctora Sari Arponen, blogs y numerosos perfiles en redes sociales, entre ellos el mío, son ahora una realidad. Por mi parte, crear los perfiles fue casi una obligación teniendo en cuenta el paradigma actual en comunicación y lo cierto es que no puedo estar más contento. En año y medio está a punto de llegar a los 140.000 seguidores en Instagram para un total en todas las redes de prácticamente 200.000.

¿Es importante la microbiota?

La respuesta corta sería que así lo demuestran los estudios científicos. Año a año proliferan las investigaciones y nuestro conocimiento sobre ese universo microscópico que vive con nosotros y en nuestro organismo y su importancia para muchos aspectos de la salud, por el rol que cumple. En este sentido puedo destacar que nos ayudan en la protección contra patógenos, la síntesis de diversas sustancias vitales para nuestro organismo, el metabolismo o la modulación de nuestro sistema inmunitario. Pero la lista es mucho más extensa.

Además de ser fundamental para la salud física y mental, ¿condiciona también nuestro estado de ánimo?

En lo que se refiere a nuestra conducta y con los datos que tenemos hoy a nuestro alcance, no podríamos afirmar tal cosa. No obstante, indirectamente, sí que tiene un claro impacto en nuestra salud mental. Por una parte, porque hoy ya sabemos que el eje intestino-microbiota-cerebro es una realidad. Esto quiere decir que la conexión entre todas esas partes existe y poco a poco vamos conociendo más en profundidad cualquier detalle asociado a este hecho. Y, por otra, porque la microbiota sintetiza y responde a varios neuroquímicos clave que se vinculan con nuestro estado de ánimo o el comportamiento. Hablamos de catecolaminas, GABA, serotonina o triptófano, por ejemplo. De hecho, se estima que un altísimo porcentaje de la serotonina, la hormona de la felicidad, en torno a un 90%, se sintetiza en nuestro aparato digestivo donde la microbiota intestinal juega un papel protagonista.

El malestar intestinal es un problema creciente entre la población. ¿Nos pasan factura el estrés y el ritmo de vida? ¿Cómo afecta el estrés crónico al sistema digestivo?

Soy fiel defensor del necesario cambio de paradigma en lo que concierne a nuestra comprensión del estrés y su impacto en nuestra salud. Parece que podemos y debemos vivir con una alta carga de estrés y no es así, en absoluto. Hoy día sabemos fehacientemente que su impacto en la salud es muy grande, hasta tal punto que la ciencia ha determinado su relación directa con problemáticas digestivas como el estreñimiento, la diarrea, los dolores intestinales o un aumento de la permeabilidad intestinal, entre otros.

¿Se debe aprender a vivir de una manera más pausada y ordenada? No es sencillo equilibrar la parte emocional, la nutrición, el ejercicio físico, las relaciones, el descanso... ¿Cómo podemos hacerlo?

Debemos, sin duda. Pero no lo hacemos y creo que todo parte de no priorizar nuestra salud. Este es un tema sobre el que he reflexionado y debatido mucho y una de las ideas que me parecen más relevantes al respecto es que si desde que tenemos uso de razón nos hablan de que vamos a vivir 70, 80 o 90 años, es normal que no prestemos atención a la salud porque nos sentimos invencibles, parece que nos viene dada por defecto pero nada más lejos de la realidad.

Uno de los grandes problemas es que nos hablan del cuánto pero no del cómo. Y la calidad de los años de vida es mucho más relevante que la cantidad. Sólo hay que acercarse a un parque un día laborable por la mañana o a un hospital en cualquier momento del año. Si modificamos esa perspectiva y entendemos que cada año cuenta, comer de manera saludable o contar con una buena masa muscular no sería un sacrificio, sino una obligación que acogeríamos con agrado. Así que el cambio de mentalidad me parece un primer gran paso. Saber por qué lo hago y qué quiero conseguir. Luego puedo ir implementando distintas acciones en mi día a día.

«La microbiota, ese universo microscópico que habita el organismo, es crucial por el rol que cumple en muchos aspectos de la salud»

Muchos pacientes presentan síntomas evidentes como problemas digestivos (dolor, acidez, hinchazón, gases, diarreas...) y otros que a veces pasan desapercibidos y se normalizan (falta de energía, dificultad para concentrarse, dolor de cabeza, eccemas, acné...) La sanidad pública e incluso la privada, ¿incurren en un problema de infradiagnóstico cuando se reportan síntomas tan dispares sin una patología concreta que los provoque?

Si un mal estilo de vida fuera considerado patología, la gran mayoría de los casos que indica estarían vinculados a ello. Mala nutrición, falta de actividad física, mal descanso, baja exposición solar y malos niveles de vitamina D, exceso de estrés, alta exposición a disruptores endocrinos... Detrás de muchos problemas de carácter digestivo e inmunitario encontramos como factores clave los parámetros anteriores. Si se cumpliera con todo ello y aún así persistiera la sintomatología, sí hablaría de infradiagnóstico.

A tenor de las investigaciones más recientes, la actividad de la microbiota tiene impacto sobre los sistemas inmunitario, endocrino y nervioso; el metabolismo, el eje intestino-cerebro... Cuando se presenta un problema de salud crónico, ¿se debería tener en cuenta siempre la posibilidad de un desorden de la microbiota?

Suele darse en muchos casos lo que se conoce como disbiosis, es decir, un desequilibrio en nuestra microbiota. Dicho esto, me gusta defender la idea de que cuidar de nosotros «como humanos» es cuidar también de nuestra parte microbiana. Por lo que en muchos casos no haría falta ir más allá de prestar atención a los pilares que citaba anteriormente como la nutrición o el descanso de calidad. No obstante, la alimentación probiótica de manera recurrente y la suplementación probiótica en casos concretos, pueden ser de ayuda.

¿Considera importante empezar a formar o actualizar en ese campo a los profesionales de la sanidad y concretamente a los de Atención Primaria?

Por supuesto. Por una parte, porque estar actualizados siempre será positivo para los ciudadanos y, por otra, porque puede expandir el conocimiento sobre la salud generando una perspectiva más integral.

¿Dispondremos en un futuro más o menos próximo de una secuenciación de nuestra microbiota para reducir enfermedades o riesgos?

No. A nivel de taxonomía microbiana nos queda un largo camino que recorrer. No obstante, sí que creo que áreas como la metabolómica pueden generar descubrimientos interesantes en los próximos años. Con ello quiero decir, de manera resumida, que quizá la información que nos permita luchar contra las enfermedades pase no tanto por conocer qué tipo de microorganismos tenemos y en qué cantidades, sino qué sustancias generan en nuestro cuerpo y si las mismas están en las cantidades adecuadas. Una especie de equivalente a una analítica de sangre pero hablando de metabolitos sintetizados por nuestra microbiota.

Como dietista, ¿cuáles son las claves de la alimentación correcta?

Resumiendo mucho diría que precisamos de una alimentación basada en verduras, hortalizas, frutas, buenas fuentes de proteína y de grasas; aunque no parezca tan complicado, detrás de esa frase hay mucha chicha.

¿Hay que evitar todos los productos refinados y ultraprocesados?

De manera recurrente, sí. Dicho esto, dependiendo de cada persona y su estilo de vida, el impacto de su consumo puede ser desde nulo hasta algo muy relevante. No obstante, nadie enferma por comer algo ultraprocesado de manera esporádica.

«Nos sentimos prácticamente invencibles, pero la calidad de los años de vida es mucho más relevante que la cantidad»

¿Y qué pasa con los edulcorantes?

Personalmente soy partidario de evitarlos siempre que sea posible. No necesitamos azucarar ni edulcorar nuestros alimentos. Aunque lo cierto es que no podemos meter a todos los edulcorantes en el mismo saco. Los hay mejores y peores según lo que nos indica la ciencia.

Si alguien sí o sí debe o quiere hacer uso de ellos, le recomiendo informarse bien sobre este tema.

Los probióticos son los productos de moda. ¿Es partidario de su consumo?

Lo he destacado anteriormente, pero ahondo un poco más aquí. Idea importante: los alimentos, aunque formalmente no se los considere así, pueden ser probióticos. De hecho durante miles de años productos como aceitunas, salazones, lácteos fermentados, vinos, cervezas, embutidos crudos curados y un largo etcétera han estado cargados de microorganismos que terminaban en nuestro cuerpo. Su consumo, en gran parte, se ha perdido. Y sería interesante recuperarlo. Sobre los suplementos probióticos, en casos concretos, creo que pueden ser de utilidad. Pero una idea debe quedar clara porque me consta que es una duda recurrente. No existen los probióticos ni preventivos, ni para todo.

Últimamente se habla mucho de la hiperpermeabilidad intestinal (el SIBO, sobrecrecimiento bacteriano en el intestino) que hace que el intestino delgado deje pasar las moleculas más grandes de los alimentos; el cuerpo las confunde con un organismo que lo ataca y desencadena una reacción autoinmune. ¿Es solo una moda inventada por las redes? ¿Cómo reconducirlo?

En este caso creo que la clave reside en el desconocimiento sobre estas problemáticas. Personalmente no lo considero una moda. Ahora bien, con sintomatología tan general en muchos casos como la distensión abdominal o los gases, se han generado muchos autodiagnósticos erróneos. Cuando profundizamos en el conocimiento del equilibrio microbiano y la salud intestinal, somos capaces de entender la lógica de un sobrecrecimiento o una excesiva permeabilidad y creo que son problemas muy reales y que atañen a más personas de las que creemos. Para recuperar el equilibrio hará falta mejorar en muchos aspectos como movilidad intestinal, el correcto funcionamiento a nivel inmunitario, acidez, trabajo biliar...

¿Hay una edad para comenzar a cuidar nuestra microbiota?

Sí, la que tenga la madre del bebé. Según las teorías clásicas la primera gran colonización de microbiota se produce en el canal del parto materno, es decir, que ya nacemos con microbiota. No obstante hay indicios de que ese traspaso de microorganismos puede iniciarse durante el embarazo.

Si a esto le unimos que la ciencia ha determinado que la lactancia materna o ausencia de la misma es un determinante de salud importante (en parte por la carga de microorganismos que se traspasa de madre a hijo), también el tipo de parto por lo que he comentado anteriormente (una cesárea impide esa correcta colonización) o que la exposición temprana a antibióticos ya sea directamente en el bebé o a través de la leche por tomarlos su madre, tiene un tremendo impacto negativo en años futuros, podemos entender que nuestra microbiota nos acompaña durante toda la vida, así que cuanto mejor sea nuestra convivencia con ella desde edades tempranas, mejor.

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