Se montó el circo

En las tripas del ‘soleil’

A partir del jueves ‘Bazzar’ sube el telón en Gran Canaria Cirque du Soleil estrena en la Isla este montaje en el cual trabajan un total de 82 personas, entre ellos 35 artistas de 28 nacionalidades, además de técnicos, personal de administración, cocineros, costureras, peluqueros, entrenadores...

Operarios y técnicos trabajan en La estructura metálica que preside el escenario de ‘Bazzar’.

Operarios y técnicos trabajan en La estructura metálica que preside el escenario de ‘Bazzar’. / José Carlos Guerra

Miguel Ayala

Miguel Ayala

Christine Achampong, Johnny Kim, Carla Poblete, Arturo Hernández, Diego Rotiva, Tiffany Cole, Henrique Santana, Sabrina Thomas, Laura Bautista... Guarde en su memoria estos nombres cuando a partir de este jueves se siente a disfrutar del espectáculo Bazzar que Cirque du Soleil estrena en Gran Canaria porque aunque ni saltan sobre cuerdas elásticas, ni realizan peligrosas piruetas, ni hacen fantásticos malabarismos, ni tampoco giran suspendidas en el aire a varios metros del suelo sujetas únicamente por la melena su papel en este show es tan importante como el de los 35 artistas de 28 nacionalidades que dejarán boquiabiertos a los 1.500 espectadores que acoge la carpa de 18 metros de alto y 41 de diámetro donde Bazzar cobra vida.

Y es que si presenciar este montaje ya supone todo un espectáculo, colarse en las entrañas de esta producción para ver todo lo que sucede detrás del escenario es, también, una experiencia fascinante porque las bambalinas de Bazzar ocultan una pequeña ciudad donde pululan un total de 82 personas entre técnicos, personal de administración, cocineros, costureras, peluqueros, entrenadores, músicos, acomodadores, fisioterapeutas o los responsables de la experiencia del cliente además de los 35 integrantes del elenco.

Christine Achampong, directora general del espectáculo, suelta una carcajada cuando escucha que si cobraran entrada por visitar el backstage de Bazzar ganarían bastante dinero extra, una idea a la cual responde con un seco «of course» mientras muestra la lavandería donde el personal realiza la colada, media docena de máquinas a las que se suman otras seis más destinadas exclusivamente al vestuario del espectáculo.

«Aquí todo es para ayer», admite la chilena Carla Poblete, responsable del equipo de costureras de Bazzar, siete personas en total -de las cuales cuatro son profesionales locales- que trabajan entre enormes mesas con máquinas de coser, percheros abarrotados de ropa y grandes armarios repletos de cajones, identificados cada uno de ellos con un boceto de la correspondiente pieza del vestuario y que contienen desde las bobinas de hilo hasta telas y retales de cada prenda.

James Lavoie es el cerebro detrás del diseño de vestuario de Bazzar. «Todo se crea y confecciona en Montreal (Canadá) pero aquí nos encargamos de ajustar tallas, reparar o, si es necesario, colocar un bolsillo para algún micrófono», explica Carla Poblete.

«Aquí todo es para ayer», admite la chilena Carla Poblete, responsable del equipo de costureras de ‘Bazzar’, siete personas en total encargadas de ajustar el vestuario creado en Montreal

A pesar de que son las tres de la tarde, Martina Trombetta, artista italiana especializada en suspensión capilar -ella protagoniza uno de los números más impresionantes de Bazzar-, aparece maquillada como si en unos minutos tuviera que salir al escenario. 

Residente en Dubai y entrenadora de pool dance, a la joven se le ilumina la cara cuando escucha que Saulo Sarmiento, artista especializado en pool aéreo y protagonista de Drawn to Life, colaboración entre Cirque du Soleil y Walt Disney Animation Studios que se representa desde 2020 en Disney World (Florida, EEUU), nació en Gran Canaria. «¿Quién no conoce a Saulo si es uno de los mejores?», confiesa antes de contar que ella lleva un año y medio vinculada a Cirque du Soleil.

«Trabajaba como azafata en una aerolínea de Emiratos Árabes pero», dice, «lo dejé cuando me ofrecieron formar parte» de la exitosa compañía circense fundada en Canadá hace casi 40 años por un pequeño grupo de artistas callejeros que no sólo acabaría asombrando a las multitudes de todo el mundo sino que además reinventaron el habitual concepto del circo. 

«Esto es una gran familia», admite Martina Trombetta acerca del ambiente de cordialidad que se respira en el backstage donde, mientras ella atiende a los periodistas diez artistas realizan estiramientos, otro lanza al aire tres sombreros, uno ojea su móvil tirado en un sofá y a otros dos les cortan el pelo los peluqueros de la compañía al mismo tiempo que un ejército de técnicos y operarios atraviesa la estancia. «Y como ves», añade la artista italiana, «todos con una sonrisa» similar a la que se le dibuja en el rostro a Zoilo Alemán, director MICE Lopesan Hotel Management y director del Palacio de Congresos Expomeloneras, cuando se le pregunta qué papel jugó para conseguir que Cirque du Soleil se estableciera en Gran Canaria.

«Fueron muchísimos meses de conversaciones, correos electrónicos, gestiones, viajes, visitas... Pero de verdad le digo que quienes dirigen y hacen posible cada espectáculo de Cirque du Soleil son quienes merecen todo el protagonismo», dice con su habitual humildad este profesional, verdadero artífice de que la inmensa carpa de la compañía canadiense haya levantado en el sur grancanario. 

Siete días se precisaron para la instalación completa del recinto que, junto al resto del equipamiento de Bazzar, viaja en 59 contenedores con un peso total de cerca de 700 toneladas. 

Los principales cuatro mástiles de hierro de la carpa, donde ahora lucen cuatro banderas, entre ellas la enseña de las Islas Canarias, miden 22 metros de alto cada uno y se requieren 300 ganchos para sujetarla al firme.

Además, el montaje incluye las instalaciones donde se ubica, por ejemplo, la enorme estancia que acoge las cocinas y el comedor de la compañía, el sabroso reino que dirige el chef mexicano Arturo Hernández con el apoyo de Diego Rotiva y Tiffany Cole junto a cuatro empleados locales.

«Tener en el equipo de Bazzar tantas nacionalidades nos permite variar cada día el menú. Hoy, por ejemplo», explicaba el miércoles, «hemos preparado comida cubana», detallaba Arturo fileteando pechugas de pollo al mismo tiempo que Diego cubre de salsa una pieza de carne antes de introducirla en el horno.

Son casi las cuatro de la tarde y las únicas tres personas que ocupan el comedor felicitan al chef mexicano. «Amazing» -espectacular, en español-, le dicen al mexicano.

Mientras, como en Bazzar todo sucede a la vez, bajo la gran carpa y justo frente al escenario, con media decena de ordenadores sobre la mesa, surge Johnny Kim, director artístico del espectáculo a quien presentan como «master of the masters» -el maestro de los maestros, en español- 

Él se ríe pero su sonrisa se transforma en carcajadas cuando se le compara con un director de orquesta.

El escenógrafo de Bazzar, Simon Guilbault, quería potenciar la interacción entre el espacio y el artista y crear una estructura en la que los artistas pudieran trepar, estar encima de ella, moverse y convertirse realmente en uno con el decorado.

A sólo unos metros de Kim y en medio de la oscuridad que reina bajo la carpa, donde en esos instantes afinan los juegos de luces del show, una joven surge de entre las filas de butacas que alberga la carpa con una pequeña lámpara sujeta a la cabeza. 

Alrededor de 1.500 espectadores acoge la carpa de 18 metros de alto y 41 de diámetro que llegó al Archipiélago en 59 contenedores con un peso total de cerca de 700 toneladas

Se llama Sabrina Thomas, es responsable de acomodadores de Bazzar y lleva ya un par de horas eliminando viejas etiquetas de los asientos para colocar la numeración y letras para el montaje que se estrena este jueves en la localidad grancanaria de San Bartolomé de Tirajana.

Puede parecer una tarea menor pero ubicar con fluidez y sin problemas a las alrededor de 1.500 personas que alberga la carpa de Cirque du Soleil no es un cuestión baladí, por ello anda la simpática Sabrina quitando y poniendo pegatinas.

A pocos metros, con unos auriculares puestos, un músico ultima detalles tras el teclado de su piano. Volviendo a los inicios de Cirque du Soleil como artistas callejeros, el compositor y director musical, Simon Carpentier, encontró inspiración en los músicos callejeros para desarrollar la partitura Bazzar. 

«Me gusta mucho la música callejera y volví a la esencia de esto. Gente tocando acústica y eléctricamente en la calle es algo muy original y actual. Mi primera inspiración», prosigue Simon Carpentier, «fueron las percusiones callejeras. A partir de ahí, me dije: Está bien, vayamos con el folk, toquemos con guitarra acústica y mezclemos con sonidos electrónicos para amplificar la sensación de estar tocando en la calle con un toque moderno». añade el mítico músico de la compañía sobre el espectáculo.

Tres músicos dentro de la tropa tocan siempre en directo a lo largo del espectáculo. 

Con música en vivo, voz y un Dj fantasma al que nunca se ve pero se escucha, el resultado es un paisaje sonoro con mucho pop universal y música folk electrónica, creada con cuatro instrumentos principales: saxo barítono, guitarra acústica, piano melódico como una ensoñación y voces conmovedoras.

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