El éxito imparable de la historieta
El cómic infantil y juvenil registra un gran crecimiento de lectores, títulos y autores auspiciado por el cambio de percepción de editores, padres y libreros
Anna Abella
Pequeñas genias y pequeños unicornios marinos, una patata transformada en superhéroe y un policía con cabeza de perro, niñas con brackets y profesores que enseñan historia con espadas láser, aprendices de brujo y jóvenes astronautas... Divertidos, diversos, inclusivos y modernos son los protagonistas y los temas que ofrece el cómic infantil y juvenil contemporáneo, que desde 2016 viene registrando en España un crecimiento progresivo y sostenido demostrando que hay nueva vida tras Astérix, Tintín, Mortadelo, Superlópez o los Pitufos. El inmediato horizonte es más que alentador: el 44% de los menores de 14 años se declaró en 2023 lector de cómic, y también el 17,7% de los jóvenes entre 14 y 24 años, según se desprende del último Informe de hábitos de lectura y compra de libros. Recorremos las claves de esta madurez.
Ser consciente de la inteligencia del lector infantil y tratarlo de tú a tú, más protagonistas femeninas, obras de ficción o de no ficción divulgativa y educativa de calidad que simplemente invitan a divertirse y vivir una aventura o que abordan con naturalidad y sin prejuicios y más o menos sutilmente temas que preocupan a los chavales y con los que pueden empatizar. Entre ellos, la identidad sexual, la diversidad de género y la presencia del colectivo LGTBIQ+ (Leñadoras, Snapdragon, Heartstopper, El príncipe y la modista), el bullying (Subnormal, Silencio), la anorexia (Comiendo con miedo), el abuso (Cuéntalo), el autismo (El mundo de Frankie), la autoestima (¡Sonríe!, Supersorda) o el paso de la niñez a la adolescencia (Aquel verano).
La «tormenta perfecta»
«Un factor que ha ayudado a este crecimiento es la percepción de que el cómic está de actualidad, que es un medio dinámico y vivo, maduro, presente en los medios y en los puntos de venta», valora Óscar Valiente, director de Norma Editorial, que en 2017 lanzó el sello Astronave, «un paraguas para mimar el infantil», donde cuenta con éxitos como Snapdragon, de Kat Leyh, y las series divulgativas El teatro del cuerpo humano, de Maris Wicks, con varias reediciones, y Cómics de ciencia.
«Antes, el cómic infantil en librerías generalistas se limitaba a Mortadelo, Astérix y Tintín, ahora el librero se ha dado cuenta de que más allá de eso y del manga y los superhéroes debe ofrecer una sección de cómic y a menudo ya cuentan con un espacio para el cómic infantil y juvenil. Eso lo pone fácil para acertar a padres y madres, igual que la diversificación en franjas de edad, como empezó a hacer el sello Mamut de Bang. Además, las nuevas generaciones de padres ya no dicen a sus hijos aquello de ‘deja de leer cómics y lee libros’ sino que ven que estos contenidos están muy bien hechos, fomentan el hábito lector y son un conector con la cultura y un desconector de las pantallas», destaca Valiente.
«Los niños están enganchadísimos al móvil y eso puede perturbar su cerebro de forma brutal —alerta Ed Carosia, editor de la colección pionera Mamut—. Para muchos padres aún es más fácil dar un móvil a un chaval de 5 años que un mamut pero otros saben que si se les da un cómic conectarán con las historias y los personajes, que invitan a vivir aventuras, y se verán representados y se engancharán a leer».
«Es un momento propicio, se da la tormenta perfecta. Con el confinamiento aumentó la lectura, coincidió con que el cómic está mejor visto, integrado y normalizado, que ya nadie te señala como friki por leer cómic, que los libreros son receptivos a mostrarlos, la prensa se interesa más y los editores nos hemos dado cuenta de la buena calidad del infantil y juvenil, que no es sinónimo de historias simples, y todos nos hemos puesto a publicarlo», opina Marion Duc, editora de la línea infantil de Astiberri, que desde la pandemia ha impulsado títulos como Avni, serie con 30.000 ejemplares vendidos, Los Muértimer, Nimona o Violeta y las gafas mágicas. Y dos obras destacadas, La pequeña genia y el monstruo del valle, segundo título de la serie con la que debutó en el infantil Álvaro Ortiz (nominado a los Eisner 2024 por Cenizas); y Javi de Castro, que se ha estrenado con el pequeño lector con Cosmo en el espacio, que se lee del derecho y del revés y agotó su primera edición en un solo mes.
A falta de cifras de ventas, prácticamente imposibles de obtener en España, diversos elementos prueban esta positiva tendencia. «Aquí se notó el salto hacia 2016. Si entonces se publicaban 119 cómics infantiles al año de moderna creación [excluyendo manga y los clásicos], en 2023 rondaban las 600 novedades», detalla José A. Serrano, librero y especialista en infantil de la Asociación de Críticos y Divulgadores de Cómic (ACDCómic), que celebra «una nueva generación de editores con sensibilidad hacia el cómic infantil» y destaca los profesores que promueven su uso didáctico en las aulas y ofrecen «una forma atractiva y muy visual de entrar en la materia educativa». Es el caso del pionero Pedro Cifuentes, también autor de divertidas series divulgativas como Historia del arte en cómic o Historia de España en cómics (Desperta Ferro), que en septiembre se estrenó en el cómic de aventuras con El club de los castigados (Harper Kids).
En el Anuario Iberoamericano sobre el Libro Infantil y Juvenil de 2023, publicado por la Fundación SM, los directores de la Cátedra de Estudios del Cómic de Valencia, Noelia Ibarra y Álvaro Pons, cifraban que los cómics para jóvenes crecieron al 85% (lo tradicional era un 75%).
Fenómenos clave
España sigue la tendencia mundial emanada de Francia y Estados Unidos, donde surgieron fenómenos superventas clave en el despegue del cómic infantil y juvenil. Uno fue ¡Sonríe! (Maeva), donde Raina Telgemeier, coronada en 2015 con los Eisner, trasladaba en 2010 su mala experiencia de niñez con la ortodoncia. Siguió una línea autobiográfica y costumbrista y en 2014 mantuvo ventas millonarias con Hermanas.
En la misma línea de éxito, el autor del bestseller ilustrado El capitán calzoncillos, Dav Pilkey, saltaba al cómic con Policán, protagonizado por un policía al que le han trasplantado la cabeza de su perro, un hit que sistemáticamente se cuela en las listas de libros más vendidos y tendrá próximo estreno de película en Dreamworks. Pilkey publicó hace unos meses además El club de cómic de Chikigato (todos en SM).
Otro fenómeno, tras la pandemia, fue La terrible Adèle (Kómikids), de Mr Tan y Diane Le Feyer, serie que sin versión televisiva que la apoye cada nueva entrega se cuela entre los más vendidos de Francia. Todo ello sin olvidar el boom del manga registrado desde el confinamiento (con best sellers como Tokyo Revengers o Hayku!).
Mamut, colección pionera
Otra evidencia del crecimiento es la proliferación de colecciones y editoriales que se han sumado a publicar cómic infantil. Hace 15 años, Bang lanzó su colección pionera: Mamut, con franjas de edad bien diferenciadas (prelectores, mayores de 3 años, de 6, 9 y 12). «El público estaba ahí, pero tuvimos que enfrentarnos a una distribuidora que no entendía qué buscábamos y no nos visibilizaba en librerías y a librerías que no tenían espacio específico para el cómic infantil. Empezó funcionando con el boca oreja entre el público, con padres primerizos que se acercaron a los mamuts porque ellos leían novela gráfica», recuerda su editor Ed Carosia.
El hit de Mamut es Super Patata (+ 6 años), del barcelonés Artur Laperla, una serie que solo en España (en castellano, catalán, euskera y gallego) y Francia alcanza más de 330.000 ejemplares distribuidos y se publica en Portugal, Alemania, Suecia, Italia, China, EEUU y Bulgaria. De Laperla es también Félix y Calcita (Beascoa), para primeros lectores. Otros mamuts celebrados son Astro-ratón y Bombillita, de Fermín Solís, quien también lanzó Mundo subatómico (Salamandra). Y otro referente, Malababa, de Clara Soriano.
Proliferación de colecciones
Antes, solo algunas editoriales —Harper Collins, SM, Bayard o el grupo Anaya, que publica Astérix— tenían sellos de cómic infantil. Progresivamente, la mayoría de las tradicionales de cómic, que solo editaban para adultos, han creado líneas para chavales. Astronave en Norma, Astiberri, Brúfalo en La Cúpula, Kodomo en ECC, Garbuix Books... Otras lanzan apuestas concretas, como lo hacen también las generalistas y los grandes grupos. Como apunta Cifuentes, «es un momento bastante dulce para el mercado español».
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