Lecciones alemanas tras la dana

Tras las graves inundaciones de 2021 (185 muertos), Alemania pone el foco en reforzar su sistema de alerta, la coordinación entre el Estado y los länder, la vigilancia en ríos pequeños o las obras antidesbordamientos

Lecciones alemanas tras la dana

Lecciones alemanas tras la dana / LP/DLP

José Luis García

Entre el 14 y 15 de julio de 2021, unas devastadoras inundaciones en Europa central, especialmente en Alemania, dejaron 134 muertos en el valle del río Ahr, un apacible afluente del Rin que se convirtió en una furia mitológica en pocas horas. Entre los länder de Renania-Palatinado y Renania-Westfalia hubo en total 185 muertos. Queda un desaparecido.

Algunas similitudes con la dana de Valencia del 29 de octubre sobrecogen. Aquella mañana, el Servicio Meteorológico Alemán (DWD) advirtió de tormentas extremas en esos dos estados federados, avisando a los centros de control de inundaciones. El sistema europeo EFAS (como ocurrió con Valencia) advirtió a las autoridades alemanas cuatro días antes de «inundaciones en la cuenca del Rin». Prendió un profundo debate sobre el retraso y el funcionamiento del sistema de alertas a la ciudadanía. Y, en la vertiente política, también hubo señalados: Jürgen Pföhler, máximo responsable de uno de los distritos más afectados, fue acusado de estar ilocalizable en las horas en que debió alertar. Han fracasado los intentos de llevarlo ante la justicia.

Una reconstrucción lenta. Al margen de las coincidencias, aquel episodio puede funcionar, también, como un espejo del que extraer conclusiones. Tres años después, la zona sigue siendo un Estado en reconstrucción, con grúas en el paisaje. El gobierno federado de Renania del Norte-Westfalia da de plazo hasta mitad de 2026 (serán cinco años tras el día D) para pedir ayudas.

El Gobierno federal desplegó 30.000 millones, el 0,8 % del PIB alemán. El Fondo de Solidaridad de la UE, que también ha reclamado España para Valencia, concedió 612,6 millones, aunque esa ayuda tardó año y medio en llegar. Los primeros años han aflorado problemas de los que aquí ya se habla: falta mano de obra especializada. También ha habido críticas por la lentitud de las ayudas a particulares y empresas por la burocracia.

Urbanismo y prevención

Para inspirar la reconstrucción, el Gobierno federal ha financiado el proyecto Khar, un equipo de expertos científicos para asesorar en las regiones afectadas. Uno de los proyectos ha sido la proyección de dos grandes cuencas de retención en la parte alta de la ciudad de Stolberg. Es una de las lecciones compartidas: los ríos necesitan más espacio. Por eso, se recomienda que, en lugar de casas, zonas industriales o comerciales, cerca de los ríos se sitúen parques o espacios deportivos, que pueden servir como zonas inundables sin causar mayores daños.

En clave de ordenación, Jorg Birkmann, experto en territorio, miembro del grupo de expertos sobre el cambio climático (IPCC) y asesor en la reconstrucción en el Valle del Ahr, recomendaba: soterramiento de instalaciones que ayude a evitar cortes de energía o telecomunicaciones, señalaba en El Confidencial. También apunta a la importancia de alejar las casas de estos ríos, especialmente infraestructuras como colegios u hospitales. Asimismo, insiste en la importancia de reconstruir los puentes con nuevas pautas, para evitar que bloqueen flujos de agua y acumulaciones de materiales que elevan el nivel del agua.

Tras las inundaciones, länders como Renania-Palatinado repararon en que había distritos donde el 70 % de las familias ignoraban que vivían en zona inundable. El grupo Kahr recomienda la señalización en el territorio para concienciar sobre los riesgos.

Protección civil

El 23 de febrero de 2023, como consecuencia de aquella catástrofe, la oficina Federal de Protección Civil inauguró el sistema Cell Broadcast de alertas a los móviles en caso de desastre. Esa tecnología ya existía en España (Es-Alert), aunque la dilación en enviar la señal se ha convertido en uno de los puntos ciegos de la crisis. En paralelo, Alemania también está reconstruyendo su red de sirenas histórica, como complemento ante posibles fallos de cobertura. «No basta con emitir alertas», contrapone la eurodiputada alemana Terry Reintke, líder de los Verdes/ALE en Bruselas y natural de Renania del Norte. «Estas alertas tienen que llegar a todo el mundo, especialmente a las comunidades vulnerables de las zonas rurales o a las que no tienen acceso a internet. Es necesario invertir más para garantizar que la información llegue a todos a tiempo. Además, la educación pública en materia de preparación ante catástrofes es crucial. La gente debe saber cómo responder cuando se emite una alerta, y las autoridades locales deben estar equipadas para ayudar con prontitud».

Entre las recomendaciones del grupo Khar aparece también la de aprovechar todo el potencial científico de los nuevos métodos de modelización de inundaciones. Dentro de las regiones, también tomaron nota sobre el peligro de los ríos pequeños, de crecidas repentinas. Un año después de la tragedia, Renania del Norte-Westfalia puso en marcha una prueba para prevenir inundaciones en esos cauces. No basta con los sistemas de alerta de los grandes ríos (una lección también aprendida en Valencia). También se han identificado nuevas ubicaciones para medidores de advertencia de inundaciones. Y se ha ampliado en una treintena la plantilla en la Oficina de Medio Ambiente (Lanuv) para tener más músculo en la previsión de inundaciones, tras los fallos detectados en las cadenas de advertencia.

En junio de 2022, como reacción a la catástrofe, el gobierno alemán y los Estados federados (responsables de la protección en casos de catástrofes) pactaron crear el Centro Conjunto de Competencia para la Protección Civil (GeKoB), un instrumento de cogobernanza, con el objetivo declarado de «fortalecer la cooperación coordinada». «Las inundaciones dejaron al descubierto lagunas en la coordinación entre el nivel federal y el regional», reconoce Reintke. «Hubo retrasos en la asignación de recursos y, en ocasiones, la falta de claridad en las responsabilidades dificultó una respuesta eficaz. Es necesario un sistema de gestión de crisis más unificado que respete la autonomía de los gobiernos regionales, pero que también garantice que reciben un mayor apoyo del gobierno central. Abogamos por un enfoque más coordinado en todos los niveles, con líneas claras de comunicación y responsabilidad», concluye.

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