Entrevista | Violeta Alonso Presidenta del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior (CGCEE)

Violeta Alonso: «España necesita gente y muchos descendientes de nuestros emigrantes quieren volver»

Violeta Alonso es la presidenta del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior (CGCEE), un órgano consultivo y asesor del Gobierno de España que representa a los tres millones de personas con nacionalidad española residentes en el extranjero y que acaba de celebrar en Madrid su sesión plenaria. Alonso reside en Fráncfort y trabaja en temas de calidad para una compañía informática

Violeta Alonso, presidenta del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior (CGCEE)

Violeta Alonso, presidenta del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior (CGCEE) / La Provincia

Eduardo Lagar

¿Qué tal la vida en Alemania? ¿Cómo cambió desde que usted llegó?

Laboralmente, muy bien. Desde que trabajo allí, he tenido una estabilidad laboral que nunca tuve los años que trabajé en Madrid. No solo la estabilidad, también las condiciones laborales. La primera vez que cogí vacaciones en Alemania, dije: si necesitáis algo, me llamáis, aunque esté de vacaciones. Y dijeron: ¿cómo te vamos a llamar? ¡Es imposible, son tus vacaciones! En Alemania eso se respeta mucho; te quita mucha presión.

¿Preocupados por el auge de la extrema derecha?

Sí. Ha habido elecciones hace poco, hay mucha preocupación. Por suerte, estoy en una zona donde no ha subido. Vivo en el oeste de Alemania. Pero en otras zonas, en el este, es diferente. Y entre la gente que somos extranjeros, hay más preocupación. Incluso con los que somos de la Unión Europea puede haber casos de xenofobia. De hecho, el partido alemán de extrema derecha en alguna campaña ha llegado a señalar a españoles como fuente de delincuencia. Es complicado. Los amigos que tengo no piensan así. El auge de la extrema derecha se está produciendo en las zonas del país donde no hay inmigrantes. Regiones donde solo hay alemanes y son especialmente pobres. Tienen problemas de paro, de pensiones bajas, y se busca a otro al que poder echarle la culpa. El populismo aprovecha esa vía y encuentra ahí su foco de votantes, gente que está frustrada por otros problemas. En regiones que son más ricas, como Fráncfort, eso no ocurre. Porque, además, se dan cuenta de que necesitan inmigrantes. Hay puestos de trabajo que tienen que cubrir con esa mano de obra.

La ultraderecha prende especialmente en el territorio de la antigua República Democrática Alemana.

Menos en Berlín, que es un reducto, en todos los lander del este. Lo notabas ya hace muchos años.

La reunificación falló.

La integración es complicada pese a que han hecho mucho esfuerzo. También económico. En el oeste pagamos más impuestos que en el este. Hay un impuesto que se llama «de solidaridad» que solo pagan los estados más ricos. Si tienes el mismo sueldo, en el oeste vas a pagar más impuestos .

Sorprende que la ultraderecha haya subido tanto precisamente en Alemania.

Mucha gente se preocupa de que se puedan repetir ciertas cosas. Pero creo que también puede pasar en España. También es la tónica en muchos países de Europa por desgracia, que surjan partidos que hace 15 años eran absolutamente residuales. Esto es una opinión personal mía, pero creo que cuando más tiempo pasa, las nuevas generaciones lo van olvidando… En Alemania, no obstante, creo que hay más memoria. Se nota, por ejemplo, con todo lo que está pasando en Gaza, en Palestina.

¿A qué se refiere?

Son incapaces de hacer críticas sobre Israel por el pasado que tienen los propios alemanes. No son capaces de diferenciar. Que alguien haya sufrido genocidio no quiere decir que en un momento dado las élites, o quien gobierna, cometa también un genocidio. Son incapaces de hacer esa crítica porque temen que les acusen de neonazis. El peso del pasado es muy potente.

Acaban de celebrar el pleno del CGCEE, ¿qué temas abordaron?

Se debatieron 64 propuestas trabajadas por comisiones delegadas. Tenían que ver mucho con los servicios consulares, con la protección a la mujer en el exterior, con la discapacidad, con temas de fiscalidad, con homologación de títulos, con el acceso a la universidad de los españoles que acaban la Secundaria fuera… En el Consejo también hacemos informes.

¿Por ejemplo?

Este año hicimos un informe para el Pacto de Estado contra la violencia de género. Por primera vez hemos conseguido, a través de ese informe, que se reconozca el derecho de las mujeres en el exterior a que se les aplique el mismo marco jurídico que a las que están en España. Evidentemente, si estás fuera estás sujeta a otra legislación, tienes otra serie de dificultades, pero es un avance que se reconozca ese derecho. Eso afecta a muchas partes, pero hay aspectos que puede abordar directamente España. Por ejemplo, que tengan acceso a las mismas ayudas económicas que tienen las residentes en España. O algún tipo de asistencia psicológica, aunque sea online.

También presentaron en el Congreso y en el Senado su propuesta de reforma del Código Civil en lo relativo al acceso a la nacionalidad española. ¿Qué reclaman?

Hablamos de reforma del Código Civil y no hablamos de «ley de nacionalidad» porque nosotros solo queremos modificar aquella parte que afecta los emigrantes españoles y a los descendientes. No abordamos la parte de nacionalidad que afecta a los inmigrantes, ese no es nuestro ámbito de competencia. Lo que buscamos es que los beneficios que se han obtenido con la Ley de Memoria Histórica y con la Ley de Memoria Democrática se puedan extender en el tiempo. Es decir, que no estemos sujetos a leyes temporales que tienen una vigencia concreta y que, cuando se acaba, las personas que pueden estar en esta situación (de optar a la nacionalidad) no puedan optar ya. Además, la situación actual está suponiendo muchísima presión sobre la red consular en muchos países para cumplir el plazo.

Deme un ejemplo.

Solo en Buenos Aires tenemos 400.000 solicitudes de nacionalización, que son más de la que hubo, a nivel global, en toda la Ley de Memoria Histórica. Los consulados de Argentina están absolutamente colapsados por las peticiones porque la ley tiene una vigencia muy limitada (el plazo de solicitud de la nacionalidad termina el 21 de octubre).

Hay una avalancha de peticiones de nacionalidad española. ¿Crecerá la emigración hacia España?

El Consejo General considera que la nacionalidad es un derecho de esas personas, un derecho que nunca tuvieron que haber perdido. En ese sentido, no nos importa tanto el beneficio o no para el país, pero es verdad que lo hay. Porque necesitamos gente. Estamos ahora en una situación en la que el crecimiento demográfico que hay es gracias a la emigración, no es porque la población nativa esté teniendo hijos. Que haya mucha gente descendiente de emigrantes españoles que consiga la nacionalidad va a facilitar el retorno de muchos y hará que la población aumente. Hay mucha gente que está esperando a tramitar la nacionalidad para, en muchos casos, intentar venir a España.

España necesita gente.

Es muy simbólico poder recuperar a aquellos descendientes de los que se tuvieron que ir, por multitud de motivos: políticos, económicos… Es una reparación. Las personas habitualmente no se van de su país porque quieran sino porque no les queda otro remedio.

En el CGCEE habrá muchas singularidades según los países, ¿hay algún elemento común?

La petición más acuciante, y que es bastante transversal, son los recursos consulares. En los últimos 15 años y con gobiernos de distintos partidos, se ha duplicado la población española en el exterior y ha disminuido el número de personal asignado las oficinas consulares. Hay mucha saturación y en países como Argentina, donde va a aumentar ahora tanto el registro de matrícula consular, no da con el personal que hay. Es verdad que ahora se está en un proceso de digitalización consular que puede facilitar o agilizar muchos trámites. Pero no se puede fiar todo a la digitalización. Un problema que afecta más típicamente a América son las ayudas para centros y asociaciones. El programa de centros hace años que no se convoca. También está el tema del acceso a la sanidad en los desplazamientos temporales a España, aunque parece que se va a solucionar con la nueva ley de acceso universal a la sanidad, en proceso de enmiendas en el Congreso. Ahí se reconoce el derecho de todos los españoles a tener sanidad cuando se desplacen temporalmente a España.

¿Hay que facilitar el derecho al voto a esa España exterior que crece?

En América, desde la derogación del voto rogado, ha aumentadola participación, pero es mucho más baja que lo que nos gustaría. Mucho más baja que en Europa. Por una parte, han pasado varias generaciones de emigrantes y tienen menos vinculación con el país. El que ha nacido aquí habitualmente tiene más interés en participar en la vida política. Pero también hay problemáticas específicas en países como Cuba, Venezuela o Argentina que tienen que ver, por una parte, con la distancia a la oficina consular si quieres votar presencialmente y, si haces un voto con correo, con sistemas postales que no funcionan. Desde Cuba, en las elecciones generales, llegaron cero votos por correo.

Hay que facilitarlo entonces.

Hemos hecho un informe sobre dificultades de voto en el exterior. El procedimiento es complejo. Es largo y mucha gente se confunde y acaba en una anulación de voto. Y en América tienen esos problemas añadidos.

El voto tiene un componente muy potente, de pertenencia.

Tiene un componente potente y además se puede mirar desde muchos prismas. Por una parte, la gente se sentiría más vinculada si accede con facilidad a ese derecho elemental, el derecho de sufragio. Si sabes que tu voto no va a llegar no vas a intentarlo siquiera. Y si aumentase la participación, las demandas del exterior se escucharían mucho más. El voto exterior tendría mucho más peso en los resultados electorales. Ahora hemos pasado de tres millones de españoles en el exterior. Son muchos votantes. Si la participación aumentase serían votos evidentemente muy jugosos para cualquier partido, que intentarían responder a esas demandas. Pero para eso necesitas que aumente esa participación.

¿Hay que legislar para que la España exterior elija a sus representantes en el Congreso ?

En el pleno anterior del Consejo General de la Ciudadanía se pidió que se estudie la posibilidad de una circunscripción exterior. En realidad, serían probablemente varias, por zonas geográficas. Vemos que es un tema complejo, pero sí nos gustaría que se empiece a hablar sobre ello. Los países de nuestro entorno lo tienen. Lo tiene Italia, Francia, Portugal. Los más cercanos tienen circunscripción exterior tanto para el Congreso como para Senado. Aquí los partidos en general, o por lo menos esa es mi impresión, son muy reacios. Hay muchas reticencias. Se piensa más en el equilibrio político, en qué le viene bien a mi partido antes de si es justo para la ciudadanía en el exterior.

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