El antipapa

En la actualidad sigue habiendo diferencias doctrinales con el Concilio del Vaticano II, la más potente es la doctrina llamada sedevacantismo que se opone a algunas de las conclusiones de este concilio

El antipapa

El antipapa / LP/DLP

Lara de Armas Moreno

Lara de Armas Moreno

Las Palmas de Gran Canaria

Los antipapas han existido durante la mayor parte de la historia del catolicismo, pero no todos han sido reconocidos por la Iglesia. Lo que puede sorprender a muchos es que el antipapa no es la figura contraria al papa y no es una suerte de anticristo, por el contrario, es una persona que pretende usurpar o que pone en riesgo el nombramiento o el papel que desempeña el papa que ha sido nombrado de forma oficial por la institución. 

Entre las causas comunes que hacen que surja un antipapa se encuentra la discordancia con la doctrina, una doble elección o que el pontífice fuera encarcelado o deportado. 

Según los registros de la Iglesia, el primer antipapa de la historia fue San Hipólito de Roma. Su antipapado duró desde 217 a 235, año en el que murió siendo reconocido como mártir por la Iglesia, de hecho, es el único antipapa que ha sido canonizado. 

Una historia muy ilustrativa sobre los antipapas es la del Gran Cisma de Occidente. A finales del siglo XIV la Iglesia se dividió; un lado eligió un papa en Roma y otro hizo lo propio en Aviñón. A principios de siglo, el Estado y la Iglesia lucharon por delimitar sus competencias. Felipe IV, rey de Francia, y el papa Bonifacio VIII no se llevaban precisamente bien y a la muerte de este último el rey impuso su papa francés, Clemente V quien trasladó la Santa Sede a Aviñón.

Se sucedieron varios papas hasta que Gregorio XI (1319-1370) decidió que era momento de regresar a Roma. Murió allí poco después de llegar, y se formaron dos facciones; la italiana que eligió al papa Urbano VI y la extranjera, fundamentalmente francesa, que impugnó la elección, imponiendo al primo del rey de Francia Clemente VII, quien se estableció de nuevo en Aviñón. La existencia de dos papas de forma simultánea dio pie a este cisma que mantuvo a la cristiandad dividida durante cuarenta años. 

El zaragozano Pedro Martínez de Luna fue el cardenal que consiguió apoyos para la facción de Clemente VII. A la muerte de este, Luna fue elegido papa bajo el nombre de Benedicto XIII. A la par, en Roma daban la bienvenida a un nuevo papa, Gregorio XII, que pretendía terminar con la disputa de manera pacífica. El rey de Francia, harto de lidiar con el cisma propuso un nuevo papa, Alejandro V, pero los otros dos pontífices se negaban a renunciar a su puesto, por lo que pasó de haber dos a tres papas. 

Benedicto XIII se negó a rendirse y volvió a Zaragoza a pedir apoyos. Alejandro V falleció y fue reemplazado por Juan XXIII, quien convocó, con el apoyo de Segismundo, soberano del Sacro Imperio, un sínodo que pretendía terminar con el Gran Cisma. Con el Concilio de Constanza culminaron cuatro décadas de disputas por la soberanía del papado y se eligió a Martín V como nuevo papa de toda la cristiandad. Juan XXIII (antipapa) fue deslegitimado, Gregorio XII renunció a su cargo y Benedicto XIII se negó a abdicar, por lo que se retiró a Castellón. 

En la actualidad sigue habiendo diferencias doctrinales con el Concilio del Vaticano II, la más potente es la doctrina llamada sedevacantismo que se opone a algunas de las conclusiones de este concilio. Niegan la legitimidad de todos los papas desde Juan XXIII. Un ejemplo de antipapa español moderno es el de Manuel Alonso Corral, considerado por la Iglesia católica palmariana como papa, hecho que le convierte en antipapa.

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