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El pergamino de Clío

¿Cómo luchaban los humanos contra los mosquitos en la antigüedad?

Lo curioso es que el mosquito no es un insecto esencial para la naturaleza

Mosquitos contra humanos

Mosquitos contra humanos / José Carlos Guerra.

Lara de Armas Moreno

Lara de Armas Moreno

Las Palmas de Gran Canaria

El odiado insecto que tanto nos molesta en primavera y verano tiene un lugar especial entre los jeroglíficos del Templo de Ramsés III, un hecho que deja en evidencia la importancia que ha tenido para la humanidad desde sus albores.

Según señalan las estadísticas, ha provocado la muerte de al menos la mitad la humanidad. Tal es la importancia que ha tenido para nosotros que no solo ha generado graves enfermedades, también ha cobrado importancia en el resultado de guerras, ha terminado con imperios y ha acabado con economías.

Lleva en el mundo 190 millones de años y mata cada año a más de 830.000 personas, más que los homicidios y asesinatos que suponen 580.000 muertes anuales. Quien quiera pasar unas vacaciones libres de picaduras deberá viajar a Antártida, Islandia o a la Polinesia Francesa, en donde no existen. Hay unos 110 billones en todo el mundo y se han reconocido unas 3.500 especies.

Con estas estadísticas no es de extrañar que hayan sido partícipes de grandes hitos históricos. Tuvieron algo que ver en la extinción de los dinosaurios ya que, al parecer, cuando el famoso asteroide impactó contra nuestro planeta, al menos el 70% de los dinosaurios se encontraban extintos a causa de las enfermedades transmitidas por las picaduras de mosquito. Este hecho es conocido gracias a mosquitos que se han conservado en ámbar en los cuales se ha encontrado sangre de dinosaurio infectada con algunas enfermedades.

Según el historiador Timothy C. Winegard, los mosquitos fueron los causantes del fin de la democracia ateniense y del ocaso del Impero Romano. Para algunos historiadores, la malaria fue la causante directa del fin del Imperio Romano. En 1994 David Soren, arqueólogo de Arizona, hizo un descubrimiento a orillas del Tíber. Halló un gran cementerio de niños del que se desenterró, en un principio, 49 cuerpos, convirtiéndose en el camposanto infantil más grande de Italia hasta ese momento.

En los cuerpos se encontraron efectos de malaria y se deduce que, si afectó tanto a los niños, debió hacer lo propio con los adultos. Así, el director del Centro de ADN Antiguo de la Universidad de McMaster, Hendrik Poinar, afirmó que la malaria, transmitida por el insecto, causó una muerte generalizada en la Antigua Roma.

El valle del Nilo fue un paraíso para los mosquitos gracias a sus marismas. Los estudios realizados a la momia de Tutankamón demuestran que sufrió malaria trópica, pero que consiguió superarla.

Los colonizadores ingleses usaron el gin-tonic como repelente de mosquitos, ya que la quinina, presente en la tónica, los combatía.  

En 1698, zarparon cinco naves desde Escocia hacia Caledonia en Panamá, con la intención de fundar una colonia. Allí se vieron atacados por hordas de mosquitos plagados de malaria y fiebre amarilla, enfermedades para las que no tenían defensas. Los que no murieron enfermos lo hicieron a manos de los españoles. Con este desastre se esfumaron las inversiones escocesas que terminaron dejando al país en bancarrota, algo que desembocó en la tan ansiada unión de Escocia a Inglaterra.

Lo curioso es que el mosquito no es un insecto esencial para la naturaleza. No hay ninguna planta que sea exclusivamente polinizada por él y ningún animal lo necesita para sobrevivir, por lo que su desaparición no alteraría el ecosistema.

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