La inteligencia de constituir un gran patrimonio partiendo de muy poco, la valentía de crear trabajo en proporción a la riqueza, y la alegría de disfrutar tanto de los logros como de la propia lucha por alcanzarlos, son algunos de los rasgos que describen el perfil empresarial y humano de Ángel Luis Tadeo, abatido ayer por una fulminante cardiopatía que se resistió a las más avanzadas opciones de la Medicina.

Fue un hombre expansivo, optimista. Suscitaba en cualquier forma de relación una inmediata empatía y no perdía el buen talante ni cuando sus posiciones flaqueaban en el debate o la controversia. Otro de sus rasgos, la tenacidad, le enseñaba a replegarse para mejor proyectar el paso siguiente. En las coyunturas más serias, y hasta solemnes por la entidad de los temas en juego, las bromas de Tadeo distendían los ánimos y engrasaban el diálogo. Toda su agudeza, su astucia y su positiva ambición eran compatibles con el buen humor, y esto se agradecía. En materia de negocios, la confianza puede no ser la mejor consejera. La desconfianza sistemática tampoco funciona, y Ángel Luis fue maestro en el arte de relajar las confrontaciones y evitar puntos muertos. Con ello queda enunciado otro de sus valores, que fue el instinto del diálogo.

El creador y presidente del Grupo Dunas se convirtió en pocos años en uno de los primeros espadas del movimiento empresarial de Canarias, figura imprescindible en las mesas de diálogo no sólo por la entidad de su patrimonio y la importancia de sus negocios sino, precisamente, por el talento del diálogo, imprescindible para que los intereses aislados o enfrentados constituyan lo que llamamos movimiento empresarial: es decir, la articulación de opciones, voluntades y puntos de vista que, sin perder individualidad, contribuyan a urdir el tejido equilibrado que favorece el avance social.

De aquella fuerte y diferenciada personalidad, que muchas veces parecía un "verso suelto" en la épica del desarrollo canario, evocamos ahora momentos memorables que tuvimos la suerte de compartir cuando hacían falta ideas plurales para acertar en la elección de las personas y equipos dirigentes en el área de la empresa. Tadeo tenía siempre sus opciones y con frecuencia era el único en defenderlas. Sabía perder sin torcer el gesto y también sabía transformar la pérdida en victoria mediante sutiles rebotes estratégicos. Con frecuencia se preguntaban sus colegas cuál podía ser el sentido último de una de sus propuestas, dando por hecho que lo aparente no descubría las claves. Y lo cierto es que él siempre ganaba, si no a corto, a medio plazo.

Le tuvimos simpatía y admiración. Era una pieza esencial del desarrollo turístico de Canarias, hasta el punto de que sus empresas llegaron a sumar durante un tiempo el mayor número de camas del Archipiélago. Pero era también un inconformista que no seguía caminos trillados. Frecuentemente pasado de osadía, ganó la mayor parte de las veces y perdió las menos. Una mente creativa y un impulso como el suyo necesitaban expandir energía más allá del propio ámbito empresarial y accedió a la presidencia de la Cámara de Comercio de Gran Canaria, ya disgregado su ámbito provincial por la mala practica anterior, asumiendo un periodo provisional que alejó el chantaje de un número de votos ajeno a la fuerza representada. Cuando pudo ejercer la presidencia en plenitud, ratificó una labor de rescate del prestigio y de reconstrucción institucional que, por fin, devolvía la esperanza en un ente que fue fundamental para las causas comunes de la Isla y la provincia. La posible abolición de la cuota obligatoria fue otro de los retos a los que se enfrentaba con optimista seguridad en los fines camerales.

Con su esposa Pino y los hijos de ambos, de quienes nos sentimos muy cerca y muy solidarios, fue uno de los mejores anfitriones de la isla, virtud que iba más allá de la fiesta porque cuando abrían su casa se hablaba en ella de muchas cosas de interés general. Siempre el diálogo...

Vamos a sentir su falta, y mucho: su pensamiento de la empresa, su visión del turismo de hoy y de mañana, su cordialidad invariable. Sufrió la crisis mundial como todos los demás, pero fue el primero en salir de la sima depresiva para decir a todos los canarios, en las páginas de este periódico, que está comenzando la recuperación. ¿Una expresión más de su optimismo casi biológico? Ojalá hubiera mucho más de eso en todos los que, con él, han puesto a Canarias en el siglo XXI.

Descansa en paz, querido amigo. Te vas prematuramente, cuando sigues haciendo mucha falta. No te olvidaremos.