En cualquier momento poner una actividad económica en, llamémosle suavemente, polémica genera serios problemas. Si esto se hace en un momento de crisis como la actual y si esta actividad económica es la que genera el Puerto de la Luz y Las Palmas es, es sin lugar a dudas, una gran irresponsabilidad.

La gestión del Puerto de la Luz y Las Palmas hace ya un tiempo largo que perdió su rumbo, ese rumbo claro que había mantenido desde su nacimiento: posición estratégica, inversiones correctas y costes competitivos. A principio de los 90 el Puerto se politiza y consejos de administración inoperativos y presidentes sin visión han colocado al Puerto en una situación complicada en medio de una crisis. En la situación del desempleo actual ¡cuánto de beneficioso para los desempleados canarios sería hoy el Puerto si tuviera la capacidad que tenía en los años 80 de generar empleo! Pero veamos por qué se ha perdido el rumbo.

A finales de los ochenta se completó el segundo tramo del Reina Sofía. Fue una inversión importante para la época, completaba el conjunto de líneas de atraque y cerraba la zona portuaria con superficie suficiente, bien dimensionada, compatible con el entorno de la ciudad, respetuosa con el medio ambiente y manejable para un puerto moderno y competitivo. En su interior se desarrolla un entramado de empresas modernas para la época, industriales, de servicios, comerciales, etc, enormemente competitivas y que pocas ciudades del mundo desarrollado disfrutaban. Con ese entorno el rumbo era claro: más inversión en generar nuevos productos/servicios, modernizar instalaciones y medios y más inversión en nuevas tecnologías, marketing y conectividad internacional.

Sin embargo, se optó por poner ingentes cantidades de euros en el tercer tramo del Reina Sofía corregido, Esfinge y Puerto de Arinaga fundamentalmente. ¿Qué aportan esas ingentes inversiones hoy a la actividad del Puerto? Es claro que nada, no ha generado una sola actividad nueva, ha supuesto un impacto ambiental considerable, mientras el entramado interior de empresas y servicios ha ido languideciendo por falta de inversiones en reconversión y nuevas tecnologías y no se han creado nuevas actividades en 20 años.

Pero, con ello, lo más grave del rumbo del Puerto en este momento nos es sólo unas inversiones erróneas. Lo más grave del Puerto en este momento es su falta de competitividad, derivada de su estructura de costes. El Puerto ha perdido su ventaja competitiva internacional, el Puerto no es capaz de atraer una actividad económica nueva por sus costes, sólo atrae el tráfico cautivo o el residual de servicios anteriores de reparaciones y frío. El Puerto ha perdido el tren de las nuevas tecnologías porque no se invirtió en capital humano y nuevas tecnologías; el Puerto se ha quedado en el acero y desconoce la fibra de carbono, el Puerto se ha quedado en el Atlántico y desconoce el mundo global.

Alguien podría refutar ¿y los contenedores qué? Sería bueno pararse en esta actividad y preguntarse ¿cuánto de verdad genera? El Puerto debería publicar las cifras de lo invertido de dinero público en las terminales (todas privadas) de contenedores. El Puerto además debería publicar la ratio inversión pública/inversión privada. Todo para una cifra de entorno a dos centenas de empleos ¿Y el impacto ambiental para la ciudad?

Les he hablado de falta de rumbo en inversiones, competitividad y voy a completarles con la gestión portuaria. Posiblemente el mejor ejemplo para calificar esa gestión es el puerto de Arinaga. Ya integrar el puerto de Arinaga en la Autoridad Portuaria tenía sus dudas, pero se asumió y se concibió como el puerto para el desarrollo de la actividad de gráneles, en un principio sólidos, pero no se descartó líquidos. Una continua gestión inconsistente de los responsables portuarios con planes, proyectos y propuestas contradictorias; presentación a las empresas operadoras de un plan para cambiarlo al año siguiente porque cambian los responsables o concesiones otorgadas que se sabían irrealizables en el momento de la adjudicación y hoy están en proceso de caducidad. Resultado: un Puerto sin actividad real, con inversiones realizadas a través de subvenciones de fondos europeos seriamente en peligro de devolución.

Dije que el Puerto de la Luz y Las Palmas se ha politizado y añado que, con todo, lo realmente importante es tener una gestión profesionalizada y con rumbo. Ayudaría mucho a ello que el Puerto contara con una plantilla, que la tiene, de trabajadores y una dirección técnica profesional fuera de la guerra política. Se necesita una Presidencia con alta capacidad de gestión empresarial y un Consejo de Administración con responsabilidad y no es posible la responsabilidad sin el conocimiento.

Una seria reflexión le demanda la sociedad a los responsables, el Puerto está seriamente en el precipicio, la situación financiera no permite más ligerezas y las polémicas que asoman no conducen sino a más irresponsabilidad común. El Consejo de Administración debe ejercer su función y ser capaz de vetar tanto a un director como a un presidente si así lo considera para el bien de la institución que, se supone, administra.