Orgulloso y satisfecho. Así se siente Octavio Rodríguez, director de Rodritol, tras recibir del Gobierno de Canarias el Premio Canario a la Excelencia Empresarial 2011, en la modalidad de Pequeña Empresa Industrial. "Resulta un orgullo que consideren nuestra empresa como un modelo a seguir", afirma.

Rodritol fue una de las tres empresas galardonadas el pasado 11 de noviembre durante la celebración de la segunda edición de estos premios. De las nueve compañías que obtuvieron reconocimientos, entre premios y menciones especiales, Rodritol es la única cuya sede central está en Gran Canaria.

La compañía, fundada en 1969 por Carlos Rodríguez, lleva más de 40 años dedicados a la reparación y el mantenimiento del sector industrial y naval. "Me incorporé al negocio familiar tras finalizar mis estudios de Ingeniería Industrial, hace ya nueve años", recuerda Octavio.

Su apuesta por el desarrollo de la innovación y de los sistemas de calidad son la base del éxito cosechado por Rodritol durante todo este tiempo. "Hablar en términos de calidad en 1994, cuando mi padre comenzó ha hacerlo, era algo impensable. Sin embargó, él hizo esa apuesta de futuro y ganó en independencia porque el sistema de calidad se basa en seguir procedimientos técnicos que cualquier persona de la empresa pueda llevar a cabo", explica Octavio.

De esta forma, la empresa no depende del conocimiento de ningún empleado para, por ejemplo, reparar una máquina. "Esto es un valor interno de la empresa que queda reflejado en el sistema de gestión de la calidad donde se asegura el futuro de la empresa para que no dependa de nadie en concreto", apunta Rodríguez.

Especialización

Otra de las cualidades que han convertido a Rodritol en una compañía destacada dentro del entramado empresarial del Archipiélago es el nivel de especialización que ha alcanzado dentro de su sector. "A lo largo de los años hemos innovado muchísimo, trabajando y con esfuerzo, hasta conseguir realizar procedimientos que no hace nadie más de las siete islas", afirma con orgullo Octavio.

Entre esos procesos de especialización, Rodritol incluye aspectos como la fabricación de bobinas de media tensión, la regeneración de aceite de transformadores, el uso de un horno pirolítico... Esta exclusividad se ve recompensada con una amplia cartera de clientes. "La actividad de mantenimiento y reparación de la empresa está básicamente dividida en dos sectores, el industrial y el naval. Dentro del industrial atendemos a las compañías más grandes que hay en Canarias como Binter, Unelco Endesa, las potabilizadoras de Emalsa y Canagua, entre otras. En el sector naval trabajamos para los barcos de la Armada Española, Naviera Armas, el Grupo Boluda, etc", detalla Octavio.

Su nivel de especialización es tal que pueden determinar el tiempo que le queda de vida a una máquina o la intervención que necesita para evitar problemas inesperados con daños irreversibles. "Con los mantenimientos intentamos que las máquinas se paren cuando nosotros queramos y no cuando ellas quieran. Antes se esperaba a que las cosas se estropearan para cambiarlas y ahora se intenta aumentar la vida útil de las máquinas lo máximo posible", explica Octavio.

Made in Canarias

Tanto él, como su padre Carlos, intentan potenciar desde su empresa la calidad del trabajo de las sociedades canarias. "Lo que hemos pretendido siempre es que las grandes empresas que se montan en las Islas, y que obtienen un beneficio de la comunidad canaria, no envíen sus trabajos a la Península o que no tenga que venir gente de fuera para cubrir necesidades que empresas de aquí pueden solventar", explican ambos.

Rodritol trabaja en todas las islas del Archipiélago, aunque también "hemos hecho algunas actuaciones en la Península". Para fomentar la continuidad de su éxito, y ayudar a que otras empresas canarias puedan crecer, Octavio y Carlos piden que haya más trabas administrativas hacia las empresas "que vienen de fuera" para hacer trabajos "que los que estamos aquí también podemos hacer" con la misma o mayor calidad. "El sector industrial canario tiene mucha competencia a nivel de multinacionales y ese es el mayor problema que hay dentro del pequeño volumen de trabajo que tenemos en las Islas", explica Carlos.

Para ellos, el actual contexto de crisis financiera no ha pasado desapercibido, pero aprovechan las dificultades para sacar adelante nuevas ideas. "Hemos sido capaces de arriesgar, aunque este no sea el mejor momento para innovar, pero los tiempos de crisis son momentos de cambios y hay que aprovechar para hacer cosas diferentes. Si te mantienes con lo que siempre has hecho, o con lo que hacen los demás, no te diferencias en nada y tienes que competir en los precios", afirma Octavio.

Aún así, también han visto disminuir su volumen de trabajo. "Esto es una rueda, que parece que no nos va a afectar porque siempre hay máquinas que se rompen, pero las máquinas paradas no se estropean. Por ejemplo, ahora no se consumen coches, por tanto no hay que traerlos, y si no se traen los barcos están parados, no se estropean y, por tanto, no puedo arreglarlos", ejemplifica Octavio. Para afrontar los momentos más difíciles, Carlos y Octavio confían en la labor de gestión de María Asunción Toledo, su esposa y madre respectivamente. "Mi madre es una parte fundamental del éxito de la empresa porque sabe cómo distribuir las finanzas y cuándo hay que guardar para superar las dificultades", afirma.

De cara al futuro, la empresa solo espera "poder afrontar las cosas sin perder nunca el rumbo de la calidad, de la gestión medioambiental y de la prevención de riesgos laborales", concluyen.