El euro cumple diez años en los monederos, ante una crisis de confianza en la divisa y, por extensión, en la influencia internacional de Europa por la falta de determinación política para solucionar la crisis de endeudamiento soberano.

Hace diez años, ante la introducción de los billetes de euro, crecía el temor a que su llegada tuviera un efecto inflacionista. Los alemanes la rechazaron desde un principio. Sin embargo, la subida anual media de la inflación en Alemania ha sido desde 2002 del 1,6 %, frente al 2,6 % del periodo del marco.

Este mismo año el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, decía que "el euro es un proyecto irreversible". Desde agosto de 2007, la zona del euro atraviesa la peor crisis financiera y económica desde la Segunda Guerra Mundial, una crisis bancaria originada en EE UU que obligó a Europa a endeudarse para paliar sus efectos.

Algunos países europeos ya estaban muy endeudados y, dado que la zona euro tiene errores estructurales en su arquitectura, en mayo de 2010 se originó una crisis de endeudamiento soberano en Europa, que ha obligado a rescatar a Grecia, Irlanda y Portugal.

Los inversores han reducido su exposición a la zona del euro y se han cansado de que las cumbres europeas sean solo la antesala de una nueva cumbre. Hasta ahora se ha dado metadona a los países del euro con el Fondo Europeo de Estabilización Financiera (FEEF), considera el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann.

Los políticos europeos dan pasitos y defienden intereses nacionales en sus estrategias para solucionar el problema, que todavía va a durar mucho tiempo, y al final lo paga el hombre de pocos recursos, dijo Petra Gräfin von Kerssenbrock, analista de renta variable de Commerzbank.

En algunos países, como en Alemania, se han vendido al electorado más los costes de salvar al euro que los de dejarlo caer, los costes de una solidaridad que se decide en el Parlamento. Alemania está dispuesta a ayudar pero a cambio quiere que los países cumplan los criterios de déficit y endeudamiento establecidos.

En enero de 1999, cuando el euro fue lanzado como moneda virtual, el primer presidente del BCE, Wim Duisenberg, señaló que la estabilidad del euro dependería, entre otras cosas, de la confianza que le otorgaran los ciudadanos. Mr. Euro, quien falleció en 2005 y supervisó los preparativos y la producción de billetes y monedas hasta su puesta en circulación el 1 de enero de 2002, seguramente no se imaginaba que diez años después de su exitosa introducción física sería precisamente la falta de confianza en la eurozona la que pusiera en duda la viabilidad de la moneda y amenazara incluso su supervivencia.

La eurozona insiste en que la moneda sigue siendo estable y que la crisis no es una crisis del euro, pero los analistas y los mercados opinan lo contrario. "No hay duda de que el euro en sí se encuentra en una profundísima crisis y el riesgo que enfrenta es muy significante", dijo Zsolt Darvas, del centro de estudios Bruegel.

Un informe reciente del Centro para Estudios Políticos Europeos (CEPS) arrojó un resultado más optimista: la crisis financiera y de la deuda soberana que comenzó en Europa en 2008 solo ha reducido marginalmente el apoyo ciudadano al euro, aunque sí ha descendido la confianza en el Banco Central Europeo (BCE).