Las entidades financieras que operan en España pidieron al Banco Central Europeo (BCE) 118.861 millones de euros en diciembre, el 30 % de los casi 400.000 millones de euros solicitados por las entidades del eurosistema ese mes, según datos publicados hoy por el Banco de España.

Esta cifra representa el 77 % más de los 66.986 millones solicitados un año antes y sitúa las peticiones españolas al BCE en su nivel más alto desde julio de 2010.

Además, supone el 21,3 % más de lo que pidieron en noviembre, 97.970 millones de euros.

El porcentaje que la banca española solicitó al BCE en diciembre triplica el peso real que ésta tiene, en función de sus activos y de sus pasivos, en el conjunto de la banca europea, que es de aproximadamente el 10 %, según indican las estadísticas del balance agregado de las instituciones financieras monetarias de la zona del euro, excluidos los bancos centrales.

El pasado 22 de diciembre el BCE prestó a 523 entidades bancarias europeas 489.000 millones de euros, en una jornada de "barra libre" con la que el organismo pretendía facilitar el crédito a los hogares y las empresas.

El conjunto de los bancos europeos, por el contrario, redujo en diciembre sus peticiones al organismo europeo respecto al año anterior, con 394.459 millones de euros frente a los 473.174 de un año antes, aunque aumentaron sus peticiones respecto al mes anterior.

En noviembre de 2011, los bancos europeos solicitaron 373.525 millones de euros, el 5,6 % menos que en diciembre.

Durante el verano de 2010 las peticiones de las entidades financieras españolas se dispararon hasta alcanzar un máximo de 131.891 millones de euros en julio.

A partir de entonces, y hasta mediados de 2011, la tendencia fue moderadamente bajista, de modo que en abril las peticiones alcanzaron un mínimo anual mensual de 42.227.

Sin embargo, a partir de mayo las crecientes dificultades de la banca española para acceder al crédito por la desconfianza de los mercados hacia la economía española y los problemas de los países periféricos del euro se han dejado notar en la dependencia de la banca española frente al BCE.