La reordenación del sistema financiero español va por su segundo capítulo, que traerá la consiguiente nueva oleada de víctimas. El reforzamiento de la banca resulta necesario, que no determinante, para conseguir dinero en los mercados, actualmente cerrados a cal y canto. Para cumplir los criterios de capitalización, hay que, entre otras cuestiones, alentar la entrada de inversores externos. La salida a bolsa de Bankia y Banca Cívica fue uno de los hitos en este sentido. Pero la ecuación es sencilla: a mayor número de títulos, menor peso específico de las cajas. Es decir, a la hora del reparto de dividendos tocan a menos y son esas remuneraciones las que sustentan las obras sociales.

La Caja de Canarias tenía el 2,45% de Bankia cuando se selló el Sistema Institucional de Protección (SIP) que la unió a Caja Madrid, Bancaja, Caja Rioja, Caixa Laietana, Caja Ávila y Caja Segovia. "Las cajas siguen siendo accionistas, pero en la medida en que entran otros, la participación se va diluyendo", afirma Victoria Ruiz, profesora del Departamento de Economía Financiera y Contabilidad de la ULPGC.

Por su parte, CajaCanarias se unió a socios menos fuertes -Caja Navarra, Cajasol y Caja de Burgos- para conformar Banca Cívica, lo que le garantizó tener un mayor peso, en concreto del 21,3%. Sin embargo, ese conglomerado de cajas se reveló insuficiente y en las semanas pasadas CaixaBank engulló a Cívica.

No se conoce aún cuál será la minoración que sufrirá CajaCanarias en el nuevo escenario. Ni siquiera el regulador ha dado su visto bueno a la operación, pero lo que sí es seguro es que ese porcentaje superior al 21% se verá muy mermado y con él las cantidades que se destinarán a la obra social.

Los banqueros dicen que "hay que seguir manteniendo el paradigma de la obra social, pero cada vez lo veo más difícil", asegura la profesora Ruiz, quien no oculta su "tristeza" por la situación dado que en el marco de crisis actual, la labor de las obras sociales "es muy importante".

Una pista sobre la senda que está tomando la labor social de las cajas la da la relajación de los parámetros que rigen su participación en los bancos. "Al principio se dijo que las cajas tenían que mantener al menos un 50%", explica Victoria Ruiz. Sin embargo, en la búsqueda de capital externo "eso se relajó" y la nueva premisa "es la de mantener el control accionarial".

Tuvo que hacerse de ese modo porque, de lo contrario, se habría sobrepasado el límite ampliamente durante el proceso de captación de capital en el mercado continuo. "Se volvió a tocar y se dijo que las cajas mantuvieran el control y, en cualquier caso, al menos el 25%", señala la profesora de la ULPGC.

Resulta evidente que si las cajas se quedan solo con una cuarta parte del capital del banco y la participación de, en este caso La Caja de Canarias, es minoritaria, las partidas para la obra social se verán reducidas.

La segunda víctima de esta segunda oleada de fusiones son los trabajadores, que en número indeterminado pero no escaso sufrirán el desempleo.

Hasta el momento no se han dado a conocer datos sobre el impacto que tendrá la absorción de Banca Cívica por parte de CaixaBank en cuanto a cierre de oficinas. En la estrategia comercial de La Caixa se incluía la necesidad de establecerse allí donde hubiera una oficina de la competencia. Es decir, hay muchas calles de las Islas, sobre todo en la provincia occidental, en las que conviven CaixaBank y Banca Cívica.

Ese proceso de marcaje a la competencia pudo hacerse sin ningún tipo de problema en el final de los noventa y buena parte de la primera década del siglo XXI. El catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia e investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas Joaquín Maudos afirma que entre septiembre de 2008 y junio de 2011 cerraron 4.500 oficinas bancarias . "El ajuste no es completo", asegura.

¿Hasta dónde hay que llegar entonces? ¿Cuántas oficinas sobran? "Todas las que se abrieron durante el boom inmobiliario", señala el catedrático. Entre 1995 y 2008 la red de cajas de ahorros se incrementó un 64% en toda España. El empleo lo hizo un 60%, mientras que en la banca tradicional el número de establecimientos se redujo en ese mismo periodo en un 20%.

España es el segundo país con mayor densidad de red de cajas de la Europa de los 27. Líder indiscutible de la UE-15. Si el cálculo del catedrático Maudos es correcto, quedarían por cerrar 2.200 oficinas vinculadas a cajas de ahorros en toda España.

La regla de tres aplicada por el investigador valenciano tiene lógica. Si ya no existe la actividad que motivó la apertura de todos esos establecimientos, no tiene sentido su existencia. Es decir, si ya no hay una actividad desmesurada vinculada al ladrillo, no son necesarias.

Si a ello le sumamos que los nuevos bancos deben mejorar su eficiencia, es cuestión de tiempo que las cerraduras de muchas oficinas se reserven en breve para otro uso. "Una fusión siempre intenta ganar en eficiencia, reduciendo costes y ganando tamaño, es decir, implica cuestiones que socialmente no son muy agradables", señala Victoria Ruiz sobre la más que probable nueva oleada de despidos.

Ningún economista duda de que esta reestructuración es el camino correcto, aunque tampoco pueden afirmar que los sacrificios que se hagan servirán para que los mercados vuelvan a abrir sus puertas y confiar en los negocios, bancarios o no, que tengan detrás la marca España.

"Inversores hay, pero si no lo ven claro, se retraen", explica el director de Renta 4 en la provincia de Las Palmas, Mariano Sanginés.

Contradicciones

En el proceso de recuperación del sector bancario, también existen las contradicciones. Por un lado, se exige a las entidades que hagan acopio de dinero, que se capitalicen, mientras por otro se demanda de ellas que den créditos a las empresas.

Hasta el propio presidente del Banco Santander, Emilio Botín, se consideró incapaz esta misma semana en la capital grancanaria de fijar un plazo para el florecimiento de la financiación. También él se apuntó a la recuperación de la confianza como axioma principal para la normalización del negocio.

"Es lo principal. No tanto que acabe rápidamente este proceso de fusiones, pero sí que se atisbe un final para que la confianza mejore", afirma Mariano Sanginés.