El valenciano Santiago Carbó (Gandía, 1966) se ha convertido en uno de los economistas españoles más reputados dentro y fuera de España. Tras su paso por la Reserva Federal de Chicago y la Universidad de Granada, ahora centra sus esfuerzos en la cátedra que ocupa en la Universidad de Bangor en el Reino Unido. Ayer visitó el campus de San Vicente para participar en las XXVII Jornadas de Alicante sobre Economía Española que organiza la Universidad de Alicante, donde se prestó a analizar la actualidad.

¿Es acertada la estrategia del Gobierno de demorar la solicitud de un nuevo rescate?

Bueno, en cierta forma es comprensible pero también puede ser peligroso. El principal riesgo es que el mercado se canse de esperar o que se deterioren aún más las condiciones del país y entonces tengamos que pedir el rescate desde una situación peor. No podemos caer en el error de pensar que la rebaja de la prima de los últimos meses se debe a nosotros, se debe al anuncio que hizo Draghi de que compraría deuda, que el mercado ya ha descontado. Si existieran dudas de que España va a pedir el rescate entraríamos en una situación caótica.

También dice que es comprensible, ¿por qué?

Entiendo que el Gobierno quiera saber exactamente qué condiciones le van a poner a cambio del rescate, porque si las condiciones implican que dentro de un año estemos peor tampoco podremos devolver el dinero. La Eurozona no ha sido muy clara, eso es cierto.

Bueno, Mario Draghi acaba de dejar claro que no se compromete a mantener la prima de riesgo por debajo de una cifra determinada, como le pedía el Gobierno...

Claro, ningún banco central suele precomprometerse. Pero más allá de eso, creo que es el momento de plantearse el rescate porque facilitará muchas cosas. Por lo menos creará un horizonte que, si se negocia bien y se hace bien, permitirá al Estado, a las autonomías y a las empresas obtener más financiación y saber hacia dónde vamos porque ahora todo es incertidumbre.

Entonces, ¿hay que pedirlo cuanto antes?

Sí. Hombre, no me gusta que mi país pida un rescate pero en las actuales circunstancias no hay otra opción. No hace falta que sea mañana pero sí que hay que dar señales de que se va a pedir y dejar claro el programa que se va a seguir.

Existe el temor de que España acabe pidiendo el rescate y que algunos socios, como Alemania, se acaben negando a concederlo. ¿Es un escenario factible?

No creo. Si los socios europeos hicieran eso estarían destruyendo en ese mismo momento la Eurozona.

Desde el punto de vista de los ciudadanos lo que más preocupa es si la solicitud de ayuda va a conllevar nuevos recortes, ¿qué es lo que podemos esperar?

Creo que la hoja de ruta, lógicamente, tiene que dar lugar a que el déficit público de España no siga creciendo, eso es irremediable porque, en caso contrario, perderíamos la confianza de todos los mercados. Lo que sucede es que yo creo que habría que crear un programa a medio y largo plazo, hay que llegar a un acuerdo con los socios y aceptar unos objetivos pero también pedirles que no sea para el año que viene porque entonces estaremos peor y no cumpliremos. Vamos a crear un programa a cinco años, que sea creíble y, cuando pase ese plazo, que nos exijan que el déficit sea el que tiene que ser pero no puede ser para mañana.

¿Qué medidas concretas nos pueden exigir o podemos aplicar para contener ese déficit?

Creo que hay margen para reducir la estructura de la administración pública, pero hay que sentarse a hablarlo, no lo puedes hacer de la noche a la mañana. También puede que todos tengamos que participar del proceso de renuncia: los funcionarios han sufrido recortes, en todas las empresas se están bajando salarios y, a lo mejor, en la parte que les corresponda, los pensionistas también tienen que participar. No todos los pensionistas son iguales: a mí me parecería mal que se recortaran las pensiones mínimas pero hay pensiones desahogadas.

¿Qué se puede hacer para fomentar el crecimiento?

Bueno, se puede liberalizar más Europa, que haya más libertad para que las empresas puedan operar o hacer determinadas cosas que ahora no pueden hacer, por ejemplo, en Alemania. Creo que ésa es una vía muy importante. También creo que los socios europeos a los que les va bien deberían ser más proclives a aplicar planes de gasto importantes a escala europea que puedan influir realmente en la economía. Es algo que nosotros no nos podemos permitir pero ellos sí.

¿Hasta qué punto es Merkel la responsable de que la crisis se haya agravado en España?

Hombre, es cierto que ellos ideológicamente son más proclives a la austeridad pero nosotros también hemos hecho muchas cosas mal: hemos tardado en reconocer la crisis bancaria y no hemos sido disciplinados. Hemos dado motivos para la desconfianza a nuestros socios de la UE.

En cualquier caso, usted asegura que la salida de la crisis en España no va a ser rápida.

Sí, en España vamos a tardar, aunque es difícil hablar de plazos. Puede que tengamos crecimiento dentro de dos o tres años pero el empleo no se empezará a rebajar significativamente hasta dentro de más tiempo. Tenga en cuenta que la previsión de paro de la CE para el próximo año es del 26%, para que se llegue al 23% yo creo que harán falta cuatro o cinco años.

¿Y para bajar del 20%?

Eso no lo veremos en esta década. Estamos hablando de bajar seis puntos la tasa de paro, de crear más de 1,2 millones de empleos. No es fácil. Puede que no sea en 2020, que sea en 2019 ó 2018 pero...

Una pieza clave en todo el entramado son los bancos, ¿la última reforma del sistema financiero español será la definitiva?

Bueno, por lo menos con ella hemos conseguido el apoyo de nuestros socios. ¿Si es la última? Dependerá de cómo esté la economía, si no mejora el deterioro de los activos financieros puede empeorar y será necesario un esfuerzo adicional.