Está usted con la huelga general, ¿por qué?

Soy jubiloso, por lo que la huelga que hago es más de carácter simbólico que real. En la situación en la que estamos, o protestamos, o la vida se nos va entre los dedos. Nuestros hijos está previsto que vivan peor que nosotros, y nuestros nietos, todavía peor. Eso me parece absolutamente intolerable. Se nos viene diciendo que es insostenible cómo está funcionando la sociedad que mi generación conquistó después de la lucha contra la dictadura. Europa es la que llegó más lejos en el estado del bienestar, que aporta unas redes de seguridad que permite a la gente vivir más sosegada y ser más feliz. Nos vienen a decir que se acabó la fiesta, y yo me rebelo porque no es verdad. Cuando se consigue una unidad de acción de todos los sindicatos, me parece impensable no pelear con ellos por lo que ahora tenemos, que nos lo están quitando. Hablamos de una sociedad con una educación o una sanidad, por ejemplo, que nos están arrebatando....

Es la primera vez que en menos de un año se convocan dos huelgas generales. ¿No se trata más de un desahogo de ese malestar que una medida que realmente pueda generar cambios políticos? ¿El actual modelo no deja al ciudadano preso de una decisión puntual, que toma cada cuatro años en unas elecciones?

El modelo es el que se está conformando ahora, y no podemos dejar que se consolide. Hoy, mis compatriotas son los huelguistas griegos, los franceses, los portugueses... El nivel del contrincante es global, mundial. Como no te sitúes a ese mismo nivel difícilmente se podrá tener capacidad de contrarrestarlo. Es por eso que hoy se producen estos llamamientos a un frente amplio. En España entiendo que lo que deberíamos hacer es un rescate social.

¿No tiene la sensación de que las protestas también tienen que vertebrarse de otro modo hoy, que las respuestas tradicionales se han podido agotar? Ha aludido a convocatorias transnacionales.

El 14 de noviembre comienza a tener esos visos. Actualmente, dentro de siglos se preguntarán por qué a nosotros nos engañaron así. Hay una manipulación tremenda. ¿Cómo comenzó esta crisis? Primero, con la desregulación, que ya empezó con Reagan, con Thatcher... Se permitió que los bancos hicieran lo que quisieran. Al mismo tiempo, la derecha decía que la nueva economía había acabado con los ciclos. Que las casas iban a seguir siempre valiendo más que antes, y que puedo dar hipotecas a quien sea, porque el valor de la casa siempre me va a retribuir. En un momento dado, los bancos caen, y se dice que son demasiado importantes para dejarlos quebrar. Entonces apoquinamos recursos públicos, y la banca comienza a tener resuello, inyectado por el sistema público. Ahí está la manipulación perfecta: nos dicen que los estados se están endeudando, y que eso es insostenible, cuando fueron los bancos los que nos obligaron a endeudarnos. No hace mucho, Sarkozy decía que había que refundar el capitalismo y quitar los paraísos fiscales, mensajes en ese tono... Ese discurso duró apenas seis meses. Luego, nos dicen que los culpables son los estados.

¿No hay otros agentes que han provocado la crisis, los que especulan en el mercado?

Todo el que especula en el mercado tiene un respaldo en el sistema financiero y bancario. La especulación no suma, algo que sí pasa en la economía real. Ahora, lo que uno gana es lo que otro pierde. Es verdad, hay otros agentes: inversores, seguros privados... con ese respaldo.

¿Cómo podemos salir de la crisis?

No lo sabemos. No sé si saldremos de una forma ordenada o no. Lo que nos siguen diciendo es que el problema sigue siendo el estado, y hay que dinamitarlo. Todo lo público es perverso, ineficiente y corrupto.

¿Cree que hay que conseguir una eficiencia real de lo público? ¿A lo mejor no hemos valorado lo suficiente nuestros servicios públicos, lo que significa disponer de ellos?

Ahora comenzamos a hacerlo. Cuando en Madrid comienza a funcionar el copago valoramos todavía más el Servicio Canario de Salud. Si el municipio te quita la escuela de música, lo valoras, si el Cabildo te quita el traslado de deportistas, lo mismo... Rivero dice que nos maltratan. Pero es lo mismo que dice Mas en Cataluña, o lo que se dice en Andalucía. El Banco Central Europeo presta a la banca privada al 0,75%. El estado español paga cuatro veces más. Como el BCE tiene prohibido prestar a los gobiernos, éstos tienen que acudir a la banca privada, que está haciendo el negocio del siglo, porque paga el dinero a un tipo y lo cobra a un interés mucho mayor. La reserva federal de Estados Unidos, el Banco de Inglaterra o el banco nacional japonés puede prestar a sus gobiernos. Aquí se nos sigue diciendo que los gobiernos no pueden manipular a los bancos, y que el BCE tiene que ser autónomo. La forma más sencilla de acabar con nuestros sacrificios es cambiar sus estatutos. ¿Por qué no se hace? Porque éste es el poder establecido. El sistema financiero está recibiendo hoy unas cantidades ingentes de dinero.

¿Y en España?

En España, se aplican estos recortes, que no son ajustes o reformas estructurales, porque también se manipula el lenguaje, acaban con el consumo y la demanda. Se nos quita la capacidad de recuperarnos, y disminuye el Producto Interior Bruto. Además, hay una diferencia tremenda y cada vez mayor entre las rentas de los más ricos y las de los más pobres. Lo único que se pretende es disminuir costes. Aquí, los sindicatos son los enemigos, y se les está quitando la posibilidad de defender a los trabajadores con los cambios en la regulación laboral.

Si se aplican conceptos empresariales para gestionar estados, ¿los sindicatos no deberían empezar a revisar su propia estructura? En Canarias, por ejemplo, estamos viendo cómo han adquirido notoriedad con sus protestas otras formaciones minoritarias, de corte nacionalista, que empiezan a funcionar de forma agrupada.

En primer lugar, tenemos el problema del miedo. Una sociedad con seis millones de parados está aterrorizada con la posibilidad del despido. Luego, ideológicamente están ganando la batalla de las ideas con el tema de la sostenibilidad. Nos dicen que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que hoy tenemos que purgar esas culpas. Esto debamos combatirlo con pedagogía, explicando que esto es falso, y buscando alternativas a los cambios brutales a los que nos están conduciendo. Hoy, a mi modo de ver, el tema no está en buscar un frente de izquierdas. Tenemos que conseguir un frente social mucho más amplio y que recoja a la cantidad de ciudadanos que están siendo maltratados por igual, independientemente de cuál es su forma de pensar. Un plan de rescate social.

¿Lo deben liderar los sindicatos?

Lo deben liderar los sindicatos. Los partidos de izquierdas e incluso los clásicos deberían de ser conscientes de lo que está ocurriendo es de tal magnitud que incluso deberían replantearse su manera de acudir a las elecciones. Difícilmente lo entenderán las cúpulas de los partidos, pero hemos visto que es lo que pasa cuando se presentan de la manera habitual: la antipolítica. Ese es el principal problema hoy. Se extiende la idea de que todos los políticos son iguales e incluso comienzo a escuchar lo de que esto, con Franco no pasaba. Lo he oído de gente más joven, que no vivió con Franco. Recuerde que cuando la antipolítica entra en Europa en los años treinta llega a donde llega. Esta es la victoria más formidable de la derecha: que la sociedad abomine la política por repugnante. A la derecha no le hace falta esto para seguir gobernando, pero sí a la inmensa mayoría de la ciudadanía, porque esta es la única manera que tiene de cambiar las cosas.

Pero, ¿no cree que la izquierda tradicional está perdiendo una oportunidad para canalizar, por ejemplo, todo ese descontento social que, por ejemplo, se manifestó con el 15-M?

Sin duda. Porque además, el sistema establecido tritura a la sociedad. La avaricia, que es el principal motor de las burbujas, está sembrando la idea de que esto no puede seguir así. Ahora tiemplan gaitas. Rajoy incluso dice que no está de acuerdo con el euro del copago. Pero eso no va a resolver nada ni cambiar lo que está sucediendo.

¿Qué queda del espíritu del 15-M?

Está ahí. Cada vez que el Centro de Estudios Sociológicos hace sus investigaciones se percibe que el sentir mayoritario de la sociedad está en esas claves, como no podía ser de otra manera. Falta canalizarlo, y esa es una labor muy compleja, sobre todo por la antipolítica. De hecho, los que en las últimas décadas se han dedicado a la política, salvo honrosas excepciones, se llaman a sí mismos clase política. Hablo de los profesionales de la política, que en este momento son, probablemente, lo peor que le ha podido pasar a la sociedad.

¿Nos plantamos? ¿No pagamos la deuda?

Imagine que España, Grecia o Portugal dijeran que sus ciudadanos tienen que pagar de interés un 0,75%, que es al que se presta a la banca privada. Si tres gobiernos, por no sumar a Italia, o Irlanda, manifestaran al Banco Central Europeo que para ellos se acabó la fiesta... No es pedir nada del otro mundo. Es lo que sucede en Inglaterra. Obama ha sido reelegido por sus programas de estímulo económico financiados por la reserva federal. Parece que debemos ser los súbditos o esclavos de la banca. Pero esta demanda no la escuchamos en ningún sitio por aquí.

¿Qué batalla pelea Europa?

Si están poniendo el foco en Europa y en el euro es porque, a mi modo de ver, es donde más lejos llegó el estado del bienestar. Si se quiere acabar con él tiene que hacerse en Europa. El enemigo fundamental es la forma de entender la vida de la sociedad europea, con los derechos que aún se tienen.

¿Cree que el gobierno cuenta con que se van a producir estas huelgas, que asume el coste de antemano?

A Rajoy ya lo pescaron con el micrófono abierto cuando ganó las elecciones, diciendo que su política le iba a costar una huelga general. A mí, con las huelgas, me ha pasado una cosa que me llenó de entusiasmo: no conocía a nadie. Llevo unas cuantas protestas a mis espaldas, y normalmente, en las manifestaciones históricas nos conocíamos todos. Esto no sucede en este momento. Estoy convencido de que las protestas serán cada vez más fuertes, y llegará un momento en que esto se tendrá que arreglar. Las consecuencias, en caso contrario, pueden ser las del 33 el siglo pasado en Alemania.

¿Qué hoja de ruta propone?

El Gobierno tiene que estimular la economía. En política monetaria, bajando el tipo de interés, facilitando el crédito. Desde el punto de vista fiscal, si el sector privado no invierte, debe hacerlo la administración. No se hace porque el Banco Central Europeo es hoy autónomo, independiente, depende exclusivamente de la ideología que pueda tener el señor Draghi, el Bundesbank... Está fuera del control de los estados y los propios gobiernos están con las manos atadas. Tenemos el problema de la puerta giratoria: siempre a los mismos cargos ahora en la banca pública, después en la privada. Draghi, Guindos... estarán siempre los mismos. El señor Zapatero, además, llevó a la constitución el principio del equilibrio financiero. Una salvajada. Lo estamos pagando. Lo que es mentira es que no podemos gastar más de lo que tenemos. Cuando alguien se ha comprado el coche o la casa lo ha hecho endeudándose. Ahora se prohibe a los estados pedir créditos, y toda la infraestructura pública está cayendo. Incluso también cuando se intenta recurrir a lo que se da en llamar la iniciativa público-privada. En esto han sido tan torpes que ellos mismos se cogen los dedos. Pero cuando esta situación coyuntural desaparezca, lo que ocurrirá será que el Gobierno canario, cuando quiera hacer una inversión, tendrá que asumirla con recursos privados. A partir de ahí se puede colegir que lo que se está planteando es intolerable.

¿Qué plazo se tiene para revertir la situación?

En la vida pública no hay plazos. Lo mismo no va nadie a la manifestación de esta huelga, o lo mismo van diez millones y el plazo para obtener soluciones es mucho más corto. En estados como Grecia o Portugal están mucho peor que nosotros, justo al borde de un montón de líneas rojas. Cuando estas líneas comiencen a traspasarse tendremos que intentar canalizar la respuesta social a través de la pedagogía. No se trata de acudir a lo que puedan plantear minorías vanguardistas. Es el momento de responder en sólidas mayorías, organizadas, porque nos están atacando a todos nosotros.

¿Se puede hacer el camino muy largo hasta las próximas elecciones?

Ya ha sido inmensamente largo. Los primeros once meses han sido equivalentes al bienio negro. La pregunta que muchos nos hacemos es, ¿después de que explican cada viernes lo que sucede en el consejo de ministros, se ríen mucho de nosotros? Da la impresión de que es así, de que se tienen que reír de nosotros, porque nos tratan como verdaderos indocumentados, que nos tenemos que creer lo que nos dicen sólo porque nos lo dicen ellos.

¿Se puede valorar la huelga en clave de cuenta de resultados, y que el Gobierno estime, por ejemplo, lo que se ahorra en nóminas ese día?

No. El Gobierno siempre peleará las cifras, por razones evidentes. Al hacerlo, está alejándose de ese planteamiento, no piensa en que se ahorra un montón de dinero. Cuando una sociedad sale a la calle y protesta, ningún gobierno se queda tranquilo.

¿Hay modelo que se sostenga cuando la gente pierde la fe en él?

Las dictaduras. Que pueden comenzar a establecerse a partir de estados fallidos. ¿Hasta qué punto no lo son los nuestros? Cuando hablamos de estados fallidos tendemos a pensar en otras partes del mundo. Pero cuando un estado no puede utilizar las políticas monetarias o fiscales, cuando se vacía de contenido todo lo público y se deja en manos de la iniciativa privada o la emprendeduría... Siempre se había hablado de empresarios, no de emprendedores. El lenguaje se está utilizando como manipulación. En estas condiciones no hay manera humana de salir que no sea la expresión de la pública protesta. La democracia está débil. Un estado fallido supone una democracia en la UVI. A nadie le gusta pasar por lo que estamos sufriendo. Se ha aprovechado la crisis para desmontar el estado del bienestar. Nosotros tendremos que desmontar lo que en estos momentos no es otra cosa que un atraco a la ciudadanía. Cuando hablamos de un frente amplio por el rescate de la sociedad lo que estamos diciendo es que nos devuelvan lo que nos están quitando. No estamos hablando de complejas y complicadas elucubraciones geopolíticas... ¡Que nos devuelvan lo que ahora nos están quitando!

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