Poblados aislados y zonas rurales de Marruecos, Cabo Verde o Guinea Ecuatorial comienzan a tener electricidad o agua potable gracias a los proyectos que desarrollan empresas canarias, con el apoyo del Gobierno regional, en esos estados de África Occidental. Estas nuevas redes de energía se han implantado aprovechando la experiencia de las Islas en fuentes renovables como el sol o el viento, o en la gestión de los ciclos del agua, y se expusieron ayer en Africagua 2012, la feria que organiza la Cámara de Comercio de Fuerteventura, y que tiene lugar en el hotel Elba Carlota, en El Castillo.

El Instituto Tecnológico de Canarias (ITC) está jugando un papel decisivo en la modernización de varias poblaciones africanas que han vivido sin luz ni agua corriente hasta ahora. Baltasar Peñate, jefe de su Departamento de Agua, confirmó en el programa A diario, de Radio Canarias (que conducen Jezabel Artiles y José Carlos Carrasco), que ya se han instalado en la región varios sistemas de depuración y desalación que se alimentan con energía solar, después de completar una decena de proyectos de prueba en el Archipiélago.

Carlos Hernández, técnico en energías renovables del ITC, también señaló que, dentro del proyecto Takatona II (que se ejecuta en el área de influencia de Souss Massa Drâa, en Marruecos), se ha comenzado a trabajar en un sistema que alimente de electricidad otros dos poblados, "para evitar las migraciones de la población rural a las ciudades". En la iniciativa colabora el departamento de Desarrollo Urbanístico de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y pronto se sumará un despacho de arquitectos para diseñar un plan urbanístico completo que abarque toda la zona, en el que se integrarán las fuentes renovables.

El uso del viento o la luz solar en poblados aislados es posible gracias a sistemas modulares de producción que no necesitan engancharse a ninguna red, al contrario de lo que ocurre con la energía convencional. Ese es el diseño que también ha seguido la Agrupación Empresarial Innovadora Ricam en la isla de Santiago, en Cabo Verde, para suministrar electricidad a 700 habitantes de una aldea que hasta hace un mes vivía sin ella. En ese plan también está implicado el ITC. El jefe de la obra procede del propio instituto.

Otras empresas con capital canario acumulan aún más experiencia en los planes de depuración y desalación de agua en África. Es el caso de Aguas de Ponta Preta (APP), que en 2000 dio inicio a un proyecto en otra isla de Cabo Verde, Sal, con apenas cinco trabajadores. Hoy ha incrementado su plantilla hasta los cincuenta. Su director, Damián Pujol, destacó los "incentivos para invertir que se han impulsado con la regulación que ha aprobado el Gobierno caboverdiano".

Christophe de Smaele, responsable de los proyectos en África de Canaragua, dio cuenta, igualmente, de algunos de los detalles de la actividad de su compañía en Marruecos, en la ciudad de Boujdour, en la gestión de los ciclos del agua. "Allí han decidido invertir en saneamiento, y cada vez hay más concursos de obras para nuevas depuradoras", asegura. Precisamente, las licitaciones en los estados representados en Africagua (Marruecos, Senegal, Cabo Verde, Mauritania y Guinea Ecuatorial) fueron uno de los principales motivos que han atraído a los inversores y empresas canarias hasta la feria.

El presidente del Gobierno autónomo, Paulino Rivero, que inauguró el evento, manifestó que "es el momento para que los empresarios canarios tengan la oportunidad de hacer negocios en África". Rivero aludió a la inminente mejora de las conexiones con el continente: las marítimas, con la entrada en servicio del puerto marroquí de Tarfaya en 2013, y las aéreas, pendientes de los permisos de los gobiernos de Senegal y Mauritania para que Binter comience a operar en estos mercados.

Los gobiernos africanos buscan, esencialmente, el conocimiento de las empresas canarias en los procesos de desalación, que se iniciaron en las Islas en los años sesenta. Además cuentan también con la experiencia de la Administración y compañías isleñas en fuentes de energía más baratas que las convencionales, cuyo coste se dispara en los países del África Occidental.