Andrés Megías Pombo lleva treinta años al frente de La Isleña, una de las marcas señeras de la producción industrial de las Islas. Representa la cuarta generación de los Megías que comanda la fábrica de pastas y chocolates nacida en Arucas y que nunca ha cambiado su ubicación. Incluso podría decirse que es ya la quinta generación si se cuenta como empresa el molino de gofio que ya poseía su abuelo en el mismo lugar. "La legalizó en el Ayuntamiento de Arucas en 1890 mi bisabuelo", explica Megías.

Comer hay que seguir comiendo, pero ¿cuánto nota el sector de la alimentación la crisis?

La crisis ha afectado a todos y totalmente, porque el consumo de alimentos ha bajado y en una cantidad notable. Se ha racionalizado el consumo, los clientes ahora miran el peso. Si antes preparabas medio kilo de pasta, sobraba y se tiraba, ahora se mide y se consume un cuarto de kilo.

¿Se acabó entonces lo de llenar la despensa?

Eso se acabó y, evidentemente, lo hemos sentido. El consumo de productos agroalimentarios ha bajado un 4%, no es ninguna broma. Es cierto que a partir del último cuatrimestre del año pasado, y se confirma en el inicio de este año, noto una cierta recuperación del consumo, al menos en lo que a nosotros se refiere.

Eso son buenas noticias.

Lo son, pero es una recuperación pequeña que, eso sí, se mantiene hasta hoy.

¿Aparte de en Gran Canaria producen en alguna otra isla?

En Gran Canaria toda la pasta y chocolate y, además, tenemos una pequeña fábrica de chocolate en Tenerife, con una marca de mucha solera. Pero cuidado, nosotros hemos sido siempre muy regionales y nunca hemos tenido un problema de rechazo, ni en Tenerife ni en ninguna otra isla.

Tampoco tienen competencia.

Es verdad que no la hay, pero se podrían comprar otras marcas, el mercado es enorme.

¿Los canarios tienen un cariño especial por los productos hechos aquí?

Lo tienen y les pediría que incluso tuvieran más (Risas). Esto último no es una queja, qué va. Existe una predilección por lo fabricado en Canarias, por los productos que tienen la marca de los pajaritos.

¿Ha ayudado la creación de esa marca que certifica la manufactura canaria?

Yo creo que sí. Cuando las grandes compañías de distribución te insisten en que fabriques su marca, piden que estén esos pajaritos. Y está muy bien que estas grandes empresas hagan que produzcamos nosotros sus marcas. Evidentemente, luego, en el mercado, cada uno tiene que defender su marca, pero yo soy un forofo de los pajaritos.

¿Hay muchos casos de grandes marcas que se dirigen a La Isleña para que sea su fabricante?

No son todas, pero no podemos quejarnos. También hay distribuidores que importan otras marcas directamente.

No me diga que también alguna marca italiana les quiere como fabricantes.

No, eso no.

¿Cómo se compite desde Arucas con las grandes multinacionales del sector?

En el mundo de la pasta estamos acostumbrados y también en el del chocolate. El comportamiento del consumidor de chocolate desde que tengo uso de razón era comprar chocolate inglés, luego vino el suizo. La pasta es un producto muy italiano y siempre hemos competido con las grandes marcas italianas. Estamos acostumbrados a luchar con ellos y hemos mantenido el liderazgo de marca en pasta desde los años 60 del siglo pasado. De hecho, esas grandes marcas italianas ya no son las que funcionan aquí. Aparte de las cuatro marcas grandes, siempre todas las tiendas tienen una pasta italiana, pero no es la que más abunda.

¿Exportan?

Sí, claro. Ahí hemos tenido una vía de escape. El año pasado duplicamos las exportaciones y ahora estamos vendiendo fuera casi un 7% del total de la pasta que producimos.

¿Y cuál es ese volumen total de producción?

En torno a los cinco millones de toneladas anuales.

¿Cuál es el destino de esas exportaciones?

Estamos yendo a Guinea Ecuatorial, Senegal, Cabo Verde y Guinea Conakry.

¿Con visos de aumentar la cartera de clientes en ese continente?

En eso estamos, pero el mercado africano es muy complicado. Los excedentes de producción de los grandes países acaban allí y tenemos que hacer un esfuerzo muy grande para llegar en precios. El trabajo ha sido grande, en ocasiones con la colaboración del Gobierno y la Cámara de Comercio de Gran Canaria para crear empresas conjuntas con socios de allí. Al final, estamos haciendo los negocios solos.

¿Sin socios locales?

Sí, vienen aquí directamente los clientes africanos. El mundo está tan intercomunicado que cualquiera puede llegar a donde quiera. Y si no vienen, tienen un intermediario aquí que es quien realiza las compras.

Pero remontémonos al inicio. ¿Entonces sí tendrían que ir allí a dejar la tarjeta de visita?

Fuimos y aquello fue muy duro. Evidentemente no hay beneficios desde el principio, pero a día de hoy seguimos exportando y lo consideramos parte importante para mantener nuestros números y las líneas de producción. El resultado final de ese esfuerzo no es desde luego malo.

¿Siempre han mantenido una línea ascendente esas exportaciones?

No. Tienen crestas, subidas y bajadas. Por eso estamos tan contentos al haber logrado duplicarlas el año pasado.

¿Y cómo convence un canario en África diciendo que fabrica pasta?

Es verdad que la pasta tiene como un sello internacional que la hace italiana aunque no lo sea, pero ahí están nuestros datos.

¿El transporte es mejorable?

En las circunstancias actuales es muy sencillo, vendemos aquí y chao. Ya no es cuestión nuestra cómo se lleva la mercancía a África, pero en otros tiempos hemos tenido problemas. Recuerdo un contenedor enviado a Ghana que no se pudo sacar del muelle. Se quedó allí meses, con un calor espantoso y se llenó de bichos, y eso que teníamos una sociedad conjunta con una señora de Ghana. De esto hace quince años, pero lo que quiero decir es que no es fácil. Nuestra ventaja es que no nos dedicamos a exportar como actividad principal, nuestro mercado es regional.

¿Convencido de ese carácter regional?

Insisto mucho en lo de regional porque cuando hace 30 años pasé a dirigir la empresa, me agobiaba muchísimo que hubiese precios diferentes en las distintas islas. Fuimos de los primeros que logramos regularizar esa situación anómala de tener un precio en Lanzarote, otro en La Palma...

¿Les costó unificarlos?

No, cuidado. Nosotros vendemos al mismo precio a nuestros clientes en todas las islas, ellos ya verán cómo venden a los ciudadanos. En dos años conseguimos que eso fuera así.

El transporte hay que pagarlo. ¿Cómo lo hicieron?

Claro, no es lo mismo vender en la puerta de la fábrica que hacerlo a Lanzarote. La solución está en repartir los costes. El mercado es fraccionado, pero a la vez único. Ya bastantes problemas tiene nuestra situación y la complejidad de ser siete islas, los transportes, que son carísimos... Realmente ser una industria en Canarias tiene mérito, póngale comillas porque no quiero echarme flores, pero en eso se basan las compensaciones que tenemos por insularidad y doble insularidad, y también el famoso y discutidísimo Arbitrio a la Importación y Entrada de Mercancías (AIEM).

No todos los empresarios están muy contentos con ese AIEM.

Es vital para que la industria de las Islas pueda estar en un precio competitivo. Toda la industria en general necesita el AIEM, que no es dinero para metérnoslo en el bolsillo, sino para poder competir, seguir funcionando y crear puestos de trabajo y mantener los que han sido estables durante mucho tiempo. Desgraciadamente, en los últimos años la industria ha recortado su participación en el producto interior bruto (PIB) canario. Había muchas industrias vinculadas a la construcción que han tenido que reducirse o han desaparecido. Incluso, con la globalización, ha habido industrias agroalimentarias como el Pan Domingo que han tenido que cerrar, no han podido evitarlo.

¿Por qué es importante incrementar el peso que la industria tiene en el PIB?

Yo creo que el puesto de trabajo estable y el uso de tecnología más avanzada, aplicaciones informáticas, todo esto que tiene el obrero industrial para el desempeño de sus funciones, otorga una mejor formación. Por cierto, el personal que nos ha llegado últimamente de Formación Profesional es estupendo.

La Isleña es una empresa histórica. ¿Esa circunstancia la hace especial a la hora de comandarla?

Ahora mismo en todas cuesta esfuerzo mantenerse. Sí pienso que una empresa que tiene un largo recorrido histórico te vincula mucho más.

¿Le pesan los años de historia de La Isleña?

No es que sea una carga pesada, al revés, es muy agradable, pero no se te ocurre pensar en un final de trayectoria. Luchas hasta el fin para mantenerla. Pero sí, sin querer, sin tenerlo pensado, es una carga que, insisto, no es pesada. Siento el peso de su historia porque es una empresa familiar que va por la cuarta generación, eso hace imposible que la tengas por solamente tuya. Además, algún día se la tienes que entregar a alguien, que no sabes quién será y, por encima de todo, sabes que no puedes acabar con un nombre labrado a lo largo de muchísimos años así porque sí.

¿Tiene herederos la empresa?

Todas los tienen.

¿Cómo deben ser los relevos en las empresas familiares?

Yo creo que tienen que profesionalizarse. Incluso, aunque haya un consejo familiar arriba, deben ser llevadas por componedores, gestores ajenos al posible conflicto familiar que pudiera originarse. Yo he sido un componedor y mi hermano también lo fue. Curiosamente, cuando se hereda una empresa como esta, el que tiene la tradición y el apellido termina intentando comprar parte de las participaciones o acciones al resto con el fin de articular una mayoría suficiente. No hablo de grandes operaciones, porque esta no es ninguna gran empresa, es mediana, pero, eso sí, es líder.

¿Qué época ha sido la mejor para esta empresa?

Los 90 fueron buenísimos. La facturación evidentemente ya no es la de esos años. Como le decía al principio, tampoco el consumo es el mismo. Esto no tiene ciencia, todo es demasiado coherente.

¿Se nos trata bien a los canarios desde fuera?

No estamos maltratados, pero se debe mejorar el trato. Yo soy político de carrera y me gusta muchísimo la Historia. Estudié Políticas -Relaciones Internacionales- y Sociología. Vamos, que mis derroteros profesionales no tenían nada que ver con el fideo y, sin embargo, me llegó esta carga tan agradable y que humanamente me ha dado todo. Volviendo al centro de la pregunta, no es que nos peguen, pero hay margen para mejorar.

Se lo preguntaba al hilo de los recortes...

Ahí están por ejemplo las ayudas al transporte.

¿Canarias es más sensible a los recortes?

Lo es. Tiene unas cifras de paro escalofriantes. Está claro que el sector servicios no ha podido asimilar la mano de obra que se queda fuera del mercado de trabajo. Por suerte el turismo funciona, pero no puede con todo.

¿Cuál es el grado de interacción de La Isleña con el turismo?

Elevado. Vendemos a granel a hoteles y grupos hoteleros. Cuando se resfría el turismo, nos resfriamos.

A su juicio, ¿cuánto se ha recortado ya?

Todos nos hemos apretado el cinturón, y no un agujero, sino dos o tres.

¿Cabe el optimismo?

Yo soy muy optimista. Esta es una de las crisis más largas, enormemente larga, pero si repasas la Historia, de alguna manera siempre se sale, siempre. De las guerras y de todo se acaba saliendo.

¿Y cuando salgamos?

Desde luego el mundo ya no será igual, eso está claro. Fuimos muy inconscientes y vivimos muy alegremente. Cambiábamos de coche, nos comprábamos esto o aquello y luego debíamos a las cien mil vírgenes. Creo que termino de pagar la hipoteca un mes antes de jubilarme. En el pecado llevamos la penitencia.

¿Se debe seguir recortando?

Tampoco me gusta decir que los estados no gasten. Si el estado no invierte en infraestructuras, realmente cómo colocas esa mano de obra excedente. Esto da para horas. Hay una mano de obra en paro que es irrecuperable, en edades críticas que no van a encontrar trabajo y que van a pasar a un limbo laboral.

Y con tantas personas sin empleo, ¿cómo ve el futuro del sistema social de protección?

El problema de la Seguridad Social me asusta muchísimo, pero insisto en que de todo se sale.

¿Tiene contacto con los políticos?

Mucho. Tengo muy buen trato con todos, tengo amigos que están en política.

¿Están al cabo de lo que ocurre?

Conocen perfectamente el problema, otra cosa es que den las soluciones adecuadas.

¿Le produce orgullo estar al frente de una empresa canaria?

Sí, muchísimo. Muchísimo.