Dice la etimología que Elpidio es un nombre de origen griego, incluso hay quien lo vincula con la fe que nunca se pierde en la travesía de la espera. Y eso es lo que parece cultivar José Elpidio Silva Pacheco, el magistrado que ha encarcelado al expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa, una paciencia infinita para esperar su momento y reventar los males de la caja de Pandora con sus controvertidas decisiones judiciales: es la segunda vez en un mes que manda a Blesa a prisión y se ha convertido en el primer juez que mete a un banquero en la cárcel tras el estallido de la crisis.

La aureola de "polémico", "difícil" y "extravagante" ha perseguido a Elpidio desde que ocupó en 2001 plaza en la Audiencia Provincial de Las Palmas, pero es ahora, con la prisión incondicional dictada el jueves contra Blesa, cuando su particular cruzada ha abandonado el anonimato judicial para ocupar los medios de comunicación desde el Juzgado de Instrucción número 9 que dirige en Madrid.

Elpidio Silva nació en Granada y fue número uno de su promoción, además premio extraordinario de licenciatura. Lleva 22 años en la judicatura, donde ingresó mediante el cuarto turno, cinco de ellos como juez de instrucción en Madrid. Antes estuvo en la Audiencia Provincial de Cuenca (2005-2008) y previamente en la de Las Palmas (2001-2005), donde compartió Sala con Ángel Montesdeoca Acosta, entonces presidente de la Sección Quinta, especializada en Civil.

Los compañeros consultados coinciden en destacar el carácter "singular" de Elpidio, un hombre que apenas se relacionaba con sus colegas, tanto por su carácter reservado como por las continuas bajas médicas que se pedía. Esas prolongadas ausencias motivaron más de un desencuentro con Fernando de Lorenzo, en ese momento presidente del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, pues le reclamó sin éxito una silla especial para mitigar sus problemas cervicales.

Las bajas también desencadenaron fricciones con Antonio Castro, entonces presidente de la Audiencia de Las Palmas. De hecho, durante los cuatro años que estuvo en la Sección Quinta firmó pocas sentencias, aunque algunas de cierta relevancia y buena fundamentación jurídica, según sus colegas.

Entre esas resoluciones destaca una condena al Instituto Nacional de la Salud (Insalud) y Laboratorios Baxter por contagiar Hepatitis C a uno de sus pacientes. El fallo, que fue dictado en 2001, impone el pago solidario de 28 millones pesetas [168.283 euros] para resarcir "los daños morales" causados al afectado, que además sufría esquizofrenia. Elpidio, en calidad de ponente, absuelve al Servicio Canario de Salud (SCS) y carga la culpa en el Insalud y la multinacional, la cual, unos años antes, tuvo que retirar del mercado un tratamiento a base de inmunoglobulina intravenosa (derivado G.) por contagios a un número "indeterminado" de perjudicados.

Otra sentencia, de menor enjundia, dictada por Elpidio en 2001 se concretó en una indemnización de 250.000 pesetas [1.502 euros] por las mordidas que un perro dio a un menor, a pesar de que la víctima transitaba por un sendero privado propiedad del condenado y que, por tanto, las dos partes incurrieron en negligencias.

El carácter peculiar del juez le granjeó enemistades con los funcionarios, que evitaban entrar solos a su despacho para eludir situaciones que rozaban el "desprecio". Sin embargo, el enfrentamiento más agrio lo tuvo con un colega de Sala, Manuel Novalvos. El TSJC abrió diligencias informativas para investigar el incidente, aunque finalmente no se impuso ninguna sanción. Ambos chocaban por cuestiones de temperamento y el presidente de la Sección, Montesdeoca, siempre tenía que lidiar para poner orden entre ellos.

Y es que pocos o ningún amigo dejó en Canarias Elpidio, más allá de alguna que otra conversación sobre arquitectura (solía ir a clases a la Facultad), música (no se perdía un concierto de la Filarmónica de Gran Canaria) y ping-pong (presumía de ser un campeón de la pala a edades más tempranas). Dicen que dejó Gran Canaria por un cambio de destino de su esposa, que llegó a ser subdirectora del Centro Penitenciario Salto del Negro.

Ahora compagina las clases universitarias con el juzgado, un blog sobre blanqueo de capitales y el caso Blesa, en el que investiga si el banquero pagó un sobrecoste de 500 millones de euros en la compra del City National Bank de Florida (EE UU) por parte de Caja Madrid.

El juez le encarceló por primera vez el 16 de mayo, pero el imputado salió de prisión en 24 horas tras pagar una fianza impuesta de 2,5 millones. El pasado jueves volvió a decretar su ingreso en la cárcel, esta vez incondicional, tras analizar nuevos correos y a petición del sindicato Manos Limpias, que ejerce la acusación popular, pues el fiscal se ha opuesto a ambas decisiones. De hecho, en el recurso presentado ayer, el ministerio público sostiene que no existe "un solo indicio" para adoptar una medida de seguridad tan drástica, incluso baraja la posibilidad de querellarse por prevaricación contra el magistrado.

Elpidio Silva Pacheco parece avezado a esos lances. En abril imputó a la decana del Colegio de Abogados de Madrid y a todo su junta directiva. Años antes, en 2009, fue condenado en rebeldía a pagar 7.115 euros que le debía al casero por el alquiler de su piso, según ha publicado El País. En Las Palmas, cuando no estaba de baja, solía relacionar el origen de su nombre con el mito de Pandora, con ese último mal con forma de mariposa que salió de la disputa entre dioses.

Titular del Juzgado de Instrucción 9 de Madrid, autor del auto de encarcelamiento de Blesa