El presidente del Grupo Santander, Emilio Botín, fallecido anoche en Madrid a los 79 años, será recordado por muchas cosas, pero sin duda una de ellas será el revolucionario papel que desempeñó en la forma de hacer banca en España.

Hijo, nieto y padre de banqueros, ya que su hija Ana Patricia ha sido considerada su "heredera natural" en los mentideros financieros, Botín desarrolló una larga carrera en el Santander, que comenzó a los 24 años y en la que logró conducir al banco con mano firme desde la capital cántabra a los primeros puestos del mundo.

Desde 1986, cuando recibió las riendas de la presidencia del Santander de manos de su padre, Botín se lanzó a una carrera frenética por hacer una banca diferente, con productos nunca vistos en España, que tuvieron que ser imitados por todos sus competidores para no quedarse rezagados.

De carácter campechano, pero muy firme en sus actuaciones, Botín puso en marcha las cuentas de alta remuneración, que sacó en el año 1989, y que marcaron un antes y un después en el sector financiero español.

Aquello fue el pistoletazo de salida para el comienzo de la competencia de los grandes bancos, muchas veces feroz y en la que siempre salía triunfante.

La gestión de Botín, muchas veces considerada agresiva y casi siempre clarividente para adelantarse a sus competidores, tuvo uno de sus últimos grandes éxitos en 2005, cuando dinamitó el sector eliminando las comisiones de las cuentas bancarias de sus clientes. Por supuesto, el sector lo imitó de inmediato.

De un banco local, a ser uno de los principales bancos del mundo. Esa era uno de los logros de los que más presumía Botín y para esta transformación no dudó en acometer operaciones y fusiones arriesgadas, incluso se atrevió con entidades más grandes que el propio Santander, siempre sin perder ni el timón ni el nombre ni el color rojo que identificaba a su entidad.

En sus últimos años no se limitó a la gestión financiera y era fácil verle en numerosos actos de la Fundación Universia y en muchas de las pruebas del Mundial de Fórmula 1, donde patrocinaba varios equipos y donde cultivaba una buena amistad con el piloto español de Ferrari Fernando Alonso.

Entre sus logros, Botín podía presumir de ser el primer banquero y uno de los primeros empresarios españoles que se atrevió a sacar la sede del centro de Madrid y llevarla a las afueras (Boadilla del Monte, la Ciudad Financiera Santander). Inaugurada en 2004, la sede cuenta con un museo propio y un campo de golf, deporte al que era un gran aficionado.

En otra muestra de genialidad, posteriormente imitada por muchos competidores, la Ciudad fue vendida en enero de 2008 a un grupo de inversores, con unas plusvalías de 605 millones de euros.

De trato cercano con la prensa, Botín siempre se caracterizó por elevar bien alto su voz para defender a España, mostrando en todos los foros su confianza en la pronta recuperación de la economía.

No obstante, el banquero tampoco se libró de algunos momentos difíciles, ya que, entre otras cosas, se enfrentó a varios casos judiciales derivados de su gestión en el Banco Santander.

Fue procesado por delito fiscal por el asunto de las cesiones de crédito del Santander, productos financieros que evitaban el pago de las retenciones a Hacienda. La Audiencia Nacional archivó el caso el 20 de diciembre de 2006.

También fue investigado judicialmente por apropiación indebida y administración desleal en el caso de las jubilaciones que el Santander pagó a sus ejecutivos, el ex copresidente José María Amusátegui y el ex consejero delegado Ángel Corcóstegui, tras su salida de la entidad. Fue absuelto por la Audiencia Nacional en 2005 y por el Tribunal Supremo en 2006.