El gasto público de Francia se reducirá en 21.000 millones de euros el año próximo pero teniendo en cuenta las rebajas de cotizaciones para las empresas y las de algún impuesto, el déficit apenas disminuirá respecto a 2013.

Estas son algunas de las claves del presupuesto para el año próximo presentado hoy por el Gobierno francés, que tendrá que convencer a la nueva Comisión Europea de su determinación para sanear las cuentas públicas pese a retrasar una vez más, en dos años hasta 2017 la regla de un déficit inferior al 3 % del producto interior bruto (PIB).

En el proyecto de presupuesto para 2015, y sobre una previsión de crecimiento económico del 1 %, el déficit se situará en el 4,3 % del PIB, una décima menos del de este año, que tuvo que ser revisado al alza en septiembre ante la evidencia de una recuperación más que decepcionante.

Los "números rojos" de la Administración central bajarán a 75.700 millones de euros, tras los 87.000 millones de 2013, pero crecerán los de la Seguridad Social.

El ministro de Finanzas, Michel Sapin, señaló en conferencia de prensa que el déficit a continuación debería bajar al 3,8 % del PIB en 2016 y al 2,8 % en 2017, y eso gracias a una aceleración del crecimiento económico, del 1,7 % en 2016, del 1,9 % en 2017 y luego del 2 % en los dos ejercicios siguientes.

En cuanto al déficit estructural -que no tiene en cuenta los efectos coyunturales, como el de la crisis- su equilibrio no se alcanzará hasta 2019, es decir dos años más tarde de lo previsto hasta ahora.

En el terreno de los impuestos que afectan directamente al bolsillo de los ciudadanos, una de las medidas que se han visto confirmadas en el presupuesto es un incremento de la fiscalidad del gasóleo en dos céntimos de euro por litro, que se dedicarán a la financiación de infraestructuras de transporte, al igual que lo que se recaude del futuro peaje a los camiones que circulan fuera de las autopistas.

Al mismo tiempo, dejarán de pagar el impuesto sobre la renta los que tienen unos ingresos de entre 6.000 y 12.000 euros, y para el resto esos primeros ingresos dejarán de estar sometidos al tipo actual del 5,5 %, lo que tendrá un costo de unos 3.300 millones de euros.

En términos globales, la tasa de fiscalidad el año próximo caerá una décima al 44,6 % del PIB.

Según las proyecciones del Ejecutivo, la deuda pública va a seguir aumentando en términos relativos hasta 2016, cuando alcanzará un pico del 98 % y debería marcar una inflexión.

Ayer se conocieron las cifras del segundo trimestre, cuando la deuda pública francesa superó el listón psicológico de los 2 billones de euros, para situarse en 2,0237 billones, el 95,1 % del PIB.

El Gobierno del presidente francés, François Hollande, se juega su credibilidad ante Bruselas con su plan de reducción del gasto de 50.000 millones de euros en los tres próximos años.