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Demografía La evolución de la población

La natalidad cae un 57% y complica el futuro de los servicios públicos canarios

Los nacimientos retroceden más que la media nacional frente a un mayor envejecimiento

La natalidad cae un 57% y complica el futuro de los servicios públicos canarios

La incertidumbre se cierne sobre el crecimiento de la población en Canarias. De hecho, los expertos ya hablan de que el Archipiélago está a punto de entrar en años de implosión demográfica, es decir, en un cambio drástico de distribución de la población marcado por una fuerte caída de la natalidad hasta cifras negativas y un progresivo envejecimiento por encima incluso de la media nacional. Las estimaciones reflejan que la población menor de 15 años retrocede del 14,5% al 13% entre 2011 y 2021, mientras que los nacimientos proyectados ya están por debajo de las previsiones iniciales del Instituto Nacional de Estadística (INE). En 2013 se preveía cerrar el año con 17.275 nuevos niños pero la realidad es que fueron 15.859. Hace 40 años, en 1975, el número de nacimientos era de 27.657, lo que supone una caída acumulada del 57,3%.

Este escenario vuelve a poner sobre la mesa la cuestión de la sostenibilidad de los servicios públicos y del sistema de pensiones, debate que en algunos países europeos está llevando a un replanteamiento en profundidad del Estado del Bienestar. En lo que concierne a las competencias de Canarias, la sanidad y la dependencia serán las principales afectadas debido al importante envejecimiento que sufre la población y la mayor esperanza de vida de las personas mayores. El debate ya está presente en el seno de la UE y países como Holanda ya están tomando medidas concretas ante lo que se avecina.

Los números son fríos e interpretables pero la tendencia es rotunda: en el horizonte de 2020 el crecimiento vegetativo (la diferencia entre nacimientos y muertes) comenzará a ser negativo en Canarias. En pocos años las Islas se han incorporado al carro del resto del país y de los Estados más avanzados de la Unión Europea, si bien en los próximos años el ritmo de caída de la natalidad y el envejecimiento de la población será mayor en las Islas que la media nacional, a tenor de la tendencia de los últimos años.

Las previsiones demográficas que se realizaron antes de la irrupción de la crisis económica en 2008 han saltado por los aires. El Instituto Canario de Estadística (Istac) publicó en 2005 una proyección para el periodo 2004-2019 cuya conclusión era que al final de esta década Canarias superaría los 2,5 millones de habitantes. Ya por entonces comenzaba la ralentizarse el índice de natalidad pero estaba en su apogeo el crecimiento económico y la llegada de inmigrantes, que disfrazaron durante unos años lo que era un hecho y es que las nuevas familias canarias ya no querían tener tanto hijos como en el franquismo.

Diez años después de aquellas estimaciones del Istac muchas cosas han cambiado y la estimación ahora es que en 2029 la población isleña no llegará a los 2,2 millones de habitantes.

En este periodo se han acentuado las causas que han terminado por agravar aún más la situación del crecimiento de la población en las Islas. Los expertos hablan de diversos motivos tanto familiares, como sociológicos y, por supuesto, económicos, con una crisis devastadora que ha terminado por llevar a caídas histórica las tasas de fecundidad y natalidad de las mujeres del Archipiélago.

Ramón Díaz, profesor de Geografía Humana de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), advierte de la caída de las mujeres fértiles y del retraso en la edad de procrear por la incorporación y consolidación de las féminas en el mercado laboral. Asimismo hay un cambio drástico en la institución familiar, de tal manera que ya no hay un "ambiente propicio" como había antes para tener hijos. Del modelo tradicional de familia se ha pasado al predominio de parejas de hecho, un fuerte incremento de las separaciones y de la monoparentalidad.

La situación económica también ha sido decisiva y marca un punto de inflexión en las costumbres de la población. El paro, los bajos ingresos, la incertidumbre sobre el futuro laboral, la permanencia de los jóvenes en la casa de los padres hasta edades avanzadas y otros factores socioeconómicos han contribuido a un cóctel explosivo que desemboca en un escenario en el cual "se deshabita" la parte más baja de la pirámide de la población, es decir, donde figura los más jóvenes, se ensancha el centro con las franjas entre los 40 y 60 años y cada vez aumenta más la población mayor. Díaz recuerda que los nacidos en el baby boom de los años 60 y 70 se irán jubilando en los próximos años, lo que contribuirá a envejecer aún más la población y, por contra, no se vislumbra un relevo generacional suficiente que pueda sostener económicamente a los mayores de 65 años.

Estancamiento

Por su parte, Juan Francisco Martín Ruiz, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de La Laguna (ULL), advierte que ya en islas como La Palma, La Gomera y El Hierro el envejecimiento de la población es mucho más pronunciado que en el resto de las Islas debido al estancamiento e incluso un retroceso demográfico, extremo que no es tan grave en el resto de las islas.

En opinión de Martín Ruiz, hay una "renuncia" por parte de las parejas a tener hijos o a posponer la paternidad hasta edades más avanzadas. En esta situación es decisiva la renta, cuya caída ha sido más pronunciada en los últimos años.

El sociólogo Gonzalo Rodríguez achaca parte de la situación no sólo al nivel de ingresos y la estabilidad laboral sino también al "individualismo" que está marcando a los jóvenes en la actualidad y a que "no quieren asumir compromisos" como el de tener descendientes. "Las relaciones de pareja son cada vez más flexibles y hasta los 30 o 32 años de media no nace el primer hijo", añade.

Los tres expertos sí alertan sobre las repercusiones en el medio y largo plazo de la caída de la natalidad y el envejecimiento de la sociedad sobre el sistema y los servicios públicos. Todo ellos echan de menos una reflexión seria sobre estos temas para buscar alternativas y posibles soluciones con tiempo suficiente ante las cifras que hay sobre la mesa. Gonzalo Rodríguez apuesta por un "cambio de modelo" ya que los trabajadores del futuro no podrán sostener a los jubilados.

En las últimas semanas se han conocido las decisiones adoptadas por el Gobierno de Holanda para hacer frente a este escenario. Demográfos, sociólogos y economistas lo ponen como un ejemplo de la tendencia que empieza a predominar en el contexto de la Unión Europea. En Holanda el Estado del Bienestar clásico pasa ahora a denominarse "sociedad participativa". Detrás de este nombre hay recortes presupuestarios y cambios importantes para la ciudadanía. A partir de ahora la ayuda a los ancianos y personas dependientes, incluidos los niños discapacitados, se convierte en una obligación "moral" para las familias, los amigos y los vecinos. De esta forma, sólo cuando la situación sea insostenible las personas que no se valen por sí mismas podrán acceder a un centro subvencionado. Por ley serán los ayuntamientos los encargados de proporcionar la atención con ayudas del Estado.

Guste más o menos, el hecho es que en los países nórdicos y en el centro de Europa ha irrumpido con fuerza el debate y ya se están empezando a aplicar medidas concretas. Sin embargo, los expertos ven con preocupación que ni en España ni en Canarias se está hablando en serio de la viabilidad futura del sistema ante la caída drástica de la natalidad. Un dato para la reflexión: en 1991 la población de más de 65 años en Canarias suponía el 9,5% del total, mientras que en 2021 será casi el 20%. Por contra los nacimientos en 2022 apenas llegarán a los 13.000 en las Islas.

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